TAJO 6... Pronto... |
Sobre TAJO:
“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)
martes, julio 31, 2012
TAJO 6 La amenaza Persiste
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TAJO,
tajodido el tajo 5,
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un puñado de luz dentro de los bolsillos,
un puño,
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una hecatombe
lunes, julio 23, 2012
POESÍA ESCOLAR: VALERIA SIWAR
POEMA DE VALERIA SIWAR BALLESTRINO NAVARRO
ESTUDIANTE DE 4TO AÑO DE SECUNDARIA
YO AMO
al Perú amazónico, andino y costeño
al Perú que no se deja pisar los zapatos,
al Perú que busca salir adelante,
al Perú que se fue al extranjero porque en su patria no le dieron oportunidades,
a ese Perú que tiene la herida abierta,
amo a esos ciudadanos, que aparecieron, desaparecieron, y a los que todavía sus cuerpos esperan ser encontrados.
Amo al Perú multirracial,
amo al Perú marginado,
amo a esas personas que dieron su sangre por el Perú,
amo aesa mujeres luchadoras que se sacan la mierda para darle siquiera un pan a sus hijos,
amo al Perú desafiante de Mariátegui,
amo al mendigo de la esquina, y al niño de la otra, que vende caramelos.
Yo amo al Perú porque es ella y él, tú y yo, ustedes...Todos.
ESTUDIANTE DE 4TO AÑO DE SECUNDARIA
YO AMO
al Perú amazónico, andino y costeño
al Perú que no se deja pisar los zapatos,
al Perú que busca salir adelante,
al Perú que se fue al extranjero porque en su patria no le dieron oportunidades,
a ese Perú que tiene la herida abierta,
amo a esos ciudadanos, que aparecieron, desaparecieron, y a los que todavía sus cuerpos esperan ser encontrados.
Amo al Perú multirracial,
amo al Perú marginado,
amo a esas personas que dieron su sangre por el Perú,
amo aesa mujeres luchadoras que se sacan la mierda para darle siquiera un pan a sus hijos,
amo al Perú desafiante de Mariátegui,
amo al mendigo de la esquina, y al niño de la otra, que vende caramelos.
Amo al Perú de Túpac
Amo al Perú de Olaya
Amo al Perú idealista
Al Perú sin fronteras.
Amo al Perú y su cultura, amo sus tierras.Yo amo al Perú porque es ella y él, tú y yo, ustedes...Todos.
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jueves, julio 12, 2012
ME LLAMO SUDOR
Poema de Antonio Chumbile con aliento vital e himno urbana...
…ante Todo
padre madre
de familia señorita joven estudiante
disculpen
por infectar su lindo viaje
pero es que
no
no puedo más
esta ciudad
esta hemorragia
me aúlla
desde no sé dónde
me endurece
el riñón me pudre
y como
huayco me hace parar frente a ustedes
con esta
garganta rastrillando el aire
con todo el
polvo que tragué pa salir de mi madre
con este
poema humilde y honrado
a pedirles
un bastón a pedirles un apoyo
una mañana
que no me destripe los ojos
una palabra
de fuertes brazos
y sobre todo
algo pa mis hijos señores pasajeros
tenía seis
me acuerdo
uno se me ha muerto
al otro me lo mataron
y más pa que te cuento
ahora sólo
hay tres de nuevo y viene otro
aplastados
por la misma estera en el mismo arenal
que se puso
nombre de santo a ver si dios
le voltea la
cara más seguido
que se
bendice a sí mismo se confiesa consigo
se da sus
propias limosnas
a ver si el
cielo deja de ser una espalda
a ver si
este óxido suelta mi fe y mi rodilla
suelta esa
ventana tuya amigo pero no me ignores
no vengo con
las palabras vacías no
aquí justo
aquí en esta bolsa traigo más historias
bañadas en
chocolate almendras y mi sed rabiosa
pa
testimoniarte sobre algo
algo que nos
amenaza por detrás a todos
jadea desnudo y casero
vacío y estrecho
yo le llamo Sudor
el resto le llama pobreza
y te jala de
los pies
te dice
hasta aquí llegaste despídete de tu voz
camina
chueco ponte ojos de anémico
y anda corre
vuela y entra en esa custer huyendo
agárrate
como puedas náufrago
mira al
frente sin frente y diles que eres
ex
presidiario si tienes la cara
diles que no
tienes padre ni madre si eres flaco
diles que
llevas medio pulmón medio páncreas
diles que
llevas todo el sida que se pueden imaginar
o diles como
yo que tienes tres o cuatro hijos
porque nadie
te va a creer que tienes ocho nueve diez
debes decir
un pan a la mesa de mi hogar
aunque no
sepas lo que es un pan
aunque no
tengas mesa ni mucho menos un hogar
no les digas
que son caramelos salvándote el día no
diles que
son ricos productos golosinarios sabor a limón
Producto
Peruano
elaborados
por la fábrica Emergencia aquí Emergencia
porque
también vengo del Más Allá que te duele
vengo de
Ancash Loreto Cajamarca Piura Cuzco
soy de Puno
Amazonas Pasco Andahuaylas
soy de
Ayacucho
quiero
juntar algo pa mi sonrisa y mi pasaje
mi piel de
granito y de cara a la asfixia
porque aquí
en Lima todos muerden
Todo muerde
mira no más
por tu ventana señor pasajero
mira a tu
costado el hambre no te miento
recuerda
cuántas veces preferiste ser esa botella
aplastada
rueda tras rueda sin razón
o esa bolsa
negra que vuela y vuela arrastrada por el viento
por la pista
por el sueño sin que no le duela nada
sea lo que
sea amigo amiga sea lo que sea
menos algo
que debe levantarse inocente por la mañana
mañanas en
que todo apesta
todo está
parido por la Gran Mosca
mañanas en
que rendido dices no
por favor no
a mí ya no
y de todas
formas te abren al ombligo
te jalan del
intestino te enrollan a un mazo
y dale
contra esta vereda dale sobre esta reja
dale con
estas horas extras en las nalgas
dale con
esta realidad en la espalda
mañanas en
que dios no te da un sombrero sino un ataúd
mañanas en
que te empujan y te la empujan más y más
te
atraviesan los hijos los nietos de los nietos
los amigos
los cuñaos las comadres que no bendicen
y con todos
ellos a moverte sin quejarte sin gritar
o serás
arrastrado por este sangrado de carajos y pólvora
sin orillas
sin un todo saldrá bien porque de aquí no sale nadie
y porque
nadie tiene el sudor comprado señorita joven estudiante
esto repito
es un poema humilde y sobre todo honrado
viejo y filoso
de tierra y flema
cachuelero
pa lanzarte
el himno de mi huesos
no tendré
más bandera que mi cadáver
pero tampoco
tengo en cuatro patas el alma
soy este
brazo escarbando de arriba abajo este pecho de lata
esta mano
callosa espantando a los zancudos del corazón de mis hijos
somos plaga
y paisaje
somos
muchachos provincianos nos levantamos muy temprano
para ir con
mis hermanos a trabajar a quitarle trozos de oxígeno
a este cielo
que más parece abismo
y soy como
ustedes a las justas un hombre
un pasajero
más de esta hambre sin paradero
y esta
tarjeta gimiéndote soy sordo soy mudo soy ciego
soy peruano
porque tengo
a la mitad de mi madre en el Hospital dos de mayo
tengo a papá
en el Lurigancho abrigado sólo por una cuchara
comiendo
barrotes que no bailan
y tengo a mi
hermanita ganándose los frijoles de noche
usando los
tacos que tanto odia
con hombres
a los que no debo mirar
papá dijo es cosa de grandes
mamá no dijo nada…
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Poesía vital,
sin monotonía del dolor,
suciedad
martes, julio 10, 2012
Tanta gente exinta, tanta tinta tonta en la Aduni
Siguiendo con la difusión de literatura alternativa, los invitamos esté sábado 14 de Julio, a la presentación del libro "Tanta gente extinta, tanta tinta tonta"
5:00 p.m. en la Aduni de Bolivia
5:00 p.m. en la Aduni de Bolivia
Los comentarios y preguntas a cargo de Julio Barco y Ernesto Montero
A demás recital poetico
A demás recital poetico
saludos mil
Los interesados pueden ir leyendo fragmentos del libros en el siguiente enlance:
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tanta gente extinta tanta tinta tonta,
todo eso,
y tu mamá también
domingo, julio 08, 2012
Daniel Pennac
"En mis tiempos, los niños no eran los clientes de la sociedad de consumo. Es decir, yo usaba la ropa que dejaban mis hermanos, comía lo mismo que mis padres, a la misma hora, íbamos de vacaciones al mismo lugar, todos juntos. Es decir, solamente los adultos eran clientes de la sociedad de consumo Hoy, los niños son clientes completos, como los adultos, de la sociedad comercial. Tienen teléfonos, ropas, alimentos, distracciones en particular. Desde niños tienen la tv en el cuarto que los bombardea con publicidades que se dirigen a sus deseos. Deseos, deseos, deseos, que entran en conflicto con sus necesidades que se vuelven elementales, esenciales. Y no lo son, son deseos superficiales. Las necesidades esenciales son de otra naturaleza: aprender a leer, a escribir, a comprender, a contar. Lo que caracteriza a la escuela contemporánea es ese conflicto entre necesidades y deseos"
jueves, julio 05, 2012
¡Porque son perros!
En Tajo nos solidarizamos con los pobladores de Cajamarca.
Aquí un vídeo sobre la actitud de los policías.
Abajo el Primer Premier.
Abajo la venta inhumana de las minerías.
Agua sí, oro no.
LAZO NEGRO por los 15 muertos
a causa de la violencia del gobierno del señor Humala.
Lo elegimos para gobernar no para matar.
miércoles, julio 04, 2012
El lugar sin límites - José Donoso (reseña)
“–de
veras me veo bien?
–para lo fea que eres... más o menos...”
–para lo fea que eres... más o menos...”
Aquí no cabe ni el polvo. Esta casa se está sumiendo. Por estas calles, hace tanto, anduvo
la Japonesa. Eran otros tiempos. La fiesta: el triunfo de Don Alejo.
Esta estación Los Olivos es un paradero del
tiempo. Sus límites son invisibles pero inexorables.
El lugar sin límites se vive a la vuelta de
la esquina de la Ludo, una cabeza que es capaz de recordarlo todo, pero incapaz
de guardarse. Una sombra que se está yendo con el viento, en la calle, hacia la
plaza; o con la casa, entre los bailes, hacia el lodo.
A través de una “loca”, como se nombra a sí
misma la Manuela, vivimos el desencanto y la certeza humana de haber tenido
tiempos mejores. Eso se refleja en la construcción de un pueblo, que se cimenta
en sueños y promesas mientras va deconstruyéndose material y espiritualmente.
Parte de una estación de tren y se proyecta a la modernidad en términos de
energía eléctrica y un camino pavimentado: el longitudinal.
Manuela es una mujer transgénero(eso de la nomenclatura...): se concibe como mujer, vive
como mujer y piensa como mujer, independientemente de que esté o no vestida
como tal y de que haya nacido varón. Se dedicó a trabajar en las casas de
prostitutas; ahora vive, mitad dueña de una, para su vestido rojo y se sabe
admirada (cómica o eróticamente) cuando lo usa, cosido y recosido, cosido y
recosido, deteniendo el tiempo, desgastándose, porque aquí “no pasa nada”, sólo
se agota el mundo.
La estación “Los Olivos” es una utopía
cansada, visible desde afuera pero borrosa por dentro. La Japonesita, hija de
la Manuela, sueña con luz eléctrica y televisión. Esta casa de putas parte de
su mamá, la Japonesa, y se proyecta a la felicidad con la modernización. Don
Céspedes cría a los mismos perros: Negus, Otelo, Sultán y Moro, para el mismo
fundo, del mismo Terrateniente, Don Alejo, que nada cambia. Parece que quienes
no toleran este derrumbamiento son puestos al margen por una sociedad que no ve
nada y ciega; así se libera Pancho Vega, pero se queda. Esa permanencia como de
rocas acumula el desgaste en cada persona y un día, lo que no es, no es; y nada
es eterno, Manuela.
Baila, Manuela, y recuerda que el tiempo
sobrevive a nuestros huesos. Y recuerda que las convenciones nombran al mundo,
lo señalan; pero uno es sólo un hombre, y tiene una hija: la Japonesita; y uno
es débil porque es uno una loca, que nada hará sino huir. Huir y siempre huir.
Huir tras la apoteosis de nuestro baile español. Huir, aunque un@ tenga que
hacer cuadros plásticos. Aunque una aberración (¡quién diria, dios mío!) como
una loca con una mujer trastorne esa vida que se extiende de golpiza en
golpiza, de pueblo en pueblo, de casa de putas en casa de putas, de baile en
baile, de triunfo en triunfo, de Pancho Vega en Pancho Vega, Manuela. Aunque el
cuerpoy Don Alejo pasen por encima de nuestros huesos para darnos cuenta de que
estamos tirados en el mismo sitio, con el mismo vestido rojo, siendo los mismos
miserables hombres.
martes, julio 03, 2012
Dándole tristeza a la pena (y también viceversa)
Los TAJO fuimos a la presentación de la última novela de Bryce "Dándole pena a la tristeza" Y triste fue la realidad cuando, en el mismo Country Club, nos negaron el ingreso. Aquí unas palabras -dizque de crónica- escritas a salto de mata.
Calma pueblo que aqui estoy yo
Lo que no dicen lo digo yo
Lo que sientes tu lo siento yo
CALLE 13
Las novelas de Bryce no se recuerdan, se extrañan. Sus personajes respiran amistad exacerbada; sus amores son almibarados y patéticos; sus dudas existenciales nuestras dudas existenciales y su ternura sencillamente avasalladora. En una época me las devoraba con la misma locura con la cual meto una cuchara humeante de fríjol con asado de res a la boca. En suma era sa-sa-sa-sabor. Por eso mismo, luego de ver el anuncio en la web de la República, tras tomar nuestro bus en Colmena, nos enfilamos por las veredas que dividen San Isidro y Miraflores, directo a la presentación de su última novela “Dándole pena a la tristeza”
Era en el Country Club, en la calle Los Eucaliptos, San Isidro. Cualquiera pensara que se trataba de una entrada con derecho de admisión reservada; pero en una esquinita de la información decía “Ingreso Libre” (Arriba me tomé la molestia de encerrarlo en un círculo) Nunca en mi vida había pisado tal lugar y tampoco me ponía loco. Era virgen. Y, como los vírgenes, idiota.
Bien. Nosotros, desnutridos estudiantes de Villarreal (Universidad Nacional por la que nadie muere, se ingresa fácil y en la que todos terminan muriendo), de cólera por veinte céntimos peleado con el cobrador de la combi, de comidas recalentadas en el micro-ondas y educación limitada al tecnicolor del televisor. Bla, bla y bla.
Y así, preguntándoles a todos la dirección nos fuimos cuadras abajo y cuadras arriba. A la derecha, a la izquierda, apegadito, hacía bajo así… Guiados como si se tratara de la última canción de reggeton, nos perdimos tontamente.
El silencio de este lado de Lima – en contraste con Avenida Tacna- era increíble. O, para ser exactos, inaudito. Un silencio finito, sacado de un estadio con las luces apagadas. A pesar de encontrarse a media hora del centro, San Isidro es un bunker contra toda la mierda herrumbrosa de la capital. De pronto uno parece que pisa un lugar delicadísimo, nadie transita en las veredas, el olor del smog –tan rico cuando uno aprieta el paso para que no te roben- se disuelve, no hay otra compañía que un bosque umbrío, oscuro y solitario. Y hasta hacer ruidos crujientes masticando el tortis parece un acto maquiavélico. Un delito. De pronto tanta lindura te jode y dan ganas de cantar, aunque suene posero, Calma Pueblo de Calle 13. Ni de cantarlo, sino de gritarlo al oído señores.
Las únicas personas de la calle son los vigilantes. Dentro de cubículos de madera. Marrones y con unas gorras de inútil visera, se reducen a abrir las puertas de las cocheras, altísimos dentro de sus 4x4, y mandar mensajes, cambio y fuera, por sus nextel. A veces pasa una gringa, con su estudiada manera de correr (ó, como dicen ellos, de hacer training) y, apachurrando fuerte su ipod, nos esquiva. Los vigilantes y nosotros le miramos el poto. Ella mira finito y doloroso a otro lado.
Empezaron, como de costumbre, las payasadas. Orlando dijo que blanco corriendo atleta, negro corriendo ratero. Y, más gracioso, blanco en maletera secuestrado, negro en maletera llanta de repuesto. La risa muere y no puedo evitar la nostalgia, terrible y limeña: cuanto árbol sin amante presuroso y holgazán; sin gente hueviando; sin esos payasos al paso que se meten globos debajo del vestido como si fueran senos y culos y te jodan por dos caramelos de diez centavos; sin el gris de la ciudad que se carga en la sonrisa de un niño.
Sin todo eso que también detesto, no lo extraño, pero quisiera compartirlo.
San Isidro, el distrito donde vivió nuestro Bryce es un cementerio, con imaginarias estáticas y autitos del año presurosos por salir a las playas del sur. Le volvimos a preguntar la dirección a un portero sentando fuera de su cubículo. Era muchacho, casi de nuestra edad. Nos dijo, así de rudo, “buenas noches” Luego Elmer cruzo la pista y le pregunto a otro, quién estiro el brazo y con el dedo respingando señalo unas cuadras más al sur. Llegamos a una avenida, luces amarillas, los rumores del tráfico, la puta noche de San Isidro.
Marcos se adelanto a las puertas de una entrada con la estatua de una bola de golf, lo detuvieron y, luego de que pasara la camioneta ploma, el policía de bigotes lo escucho desinteresado. Nos mandaron unas 7 cuadras más al norte. El camino era pequeño dentro de la vereda, la marcha de muchachas haciendo “training” continuaba. Todo es angosto por aquí, la gente sólo usa la vereda para correr por kilos de menos, vanidad más.
Le pregunte a Marcos si le gustaría vivir por aquí. Me dijo que claro, chicas blanquitas, con el culito blanco, las tetitas blancas, todo blanco. Que rico. Y muy cultas. Orlando se puso a parlar sobre la relatividad de las personas. Igual aquí existían fumones, drogos, perdidos, etc, etc, etc. Pero Marcos insistió en el culo y las tetas “blanquitas” Y finalmente, Orlando dijo que, aunque gané el Rómulo Gallegos y se cage en plata, seguiría viviendo, a tripas corazón, en Comas.
8 en punto marca el celular de Orlando, cuando un moreno elegante nos señala la ubicación del Country Club. De hecho me suena de alguna novela de Bryce. De seguro de Martín Romaña, o quizás de Julius, o de Manongo. Quizá de No me esperen en abril. Da igual, Bryce se repite sin abusos y es autobiográfico (hace poco un amigo me contaba que lo mejor que hace el tío es ensamblar anécdotas. Y, claro, sin ser mezquinos, llega a dotarlas de una trascendencia…) El Country respira lujo por todos lados, aunque ni tanto. No da esa impresión, pero si hay gente devorando algo chic dentro del restorán, y unas escaleras con alfombra roja (como en las películas)
Mandamos a Marcos, el más flaco y arrebatado del grupo (además el único que sabe francés), a que pregunte por donde debíamos entrar. No era precisamente emoción lo que fluía, sino un estado de transe, de espera, de miedo. Fue un kamikaze. Regresa cabizbajo y nos dice que sólo es con “tarjeta”, así que muchachas, tamos jodidos.
Nosotros, fanáticos de las novelas de Byce, en el centro de su inspiración, nos preguntamos que era lo que nos gustaba realmente del viejo. Ese maldito que se ufano de ser el más ebrio escritor latinoamericano y el más prolífico. Ese que tuvo amores imposibles que vivieron tanto como él. Y que se puso a plagiar como un adolescente artículos de varios autores para darse un status de escritor político que nunca tuvo, ni -para los que lo leímos- necesita.
No habíamos pasado las mismas experiencias, quizá la nuestra fue más tajadora, pero había un quid que nos aunaba del todo (esto lo pienso ahora, lo que pensé en el acto fue una suerte de mierda, mezclada con discriminación y jugos gástricos, dentro del estomago) algo inexplicable y rabioso, algo tierno y humorístico, algo o nada.
Quizá nada.
El camino de regreso fue igual de largo. Cuando llegamos a la avenida Tacna, sin amor y muertos por un plato de sopa humeante de tres soles, Orlando respiro hondo y dijo: respira Julio, respira el smog de tu ciudad.
Ah, sí, olvide decirlo: me llega –delicada y tiernamente- al pincho, que es a donde van las penas, San Isidro.
Su silencio dice mucho, demasiado. Y, sin embargo, Bryce siempre habla, demasiado, a demás y todavía.
Por Julio Barco
Por Julio Barco
lunes, julio 02, 2012
La noche que tocaste canción de dos x tres
Charly García -casi con 60 años, con dos maniquís, una tacita encima del piano, peluconazo - en Lima. Crónica media lírica por
Matías Aznar
No
sé que significa todo esto.
Capto
que estoy viviendo un momento importante, lo sé, me lo dice Charly en el
escenario cantando Canción de dos x tres. ¿Y cómo es que llegué aquí? yo que
andaba caminando de la mano de una muchacha estrellada y sin un puto centavo en
el bolsillo, como es que me arremolino a la chata de ron de 4 soles que
compramos por 50 soles y me estrujo ante la voz punzocortante tan poética
y pura. Demasiado todo para ser cierto.
Por
una vez en mi vida prefiero no rebobinar, sino liquidarme. Me quedo, me empujo,
chupo más ron. Y siento la noche en los bolsillos que ya no tengo, en la ceja
que no esta encima de mis ojos, me hago parte de ese cuajo que grita “no se
va, no se va, Charly no se va” y el genio regresa y, sentado, nos dice “Hubo un tiempo en que fui hermoso y fui libre
de verdad…” No sé que hace esté pucho entre los dedos, ya no soy el
que fuma, todo esto es un trance, cuando miro al cielo recuerdo que estoy vivo
y que, muy cerca, tanto que puedo ver dibujados sus dos patitas de cucaracha, tan
delgadas, y su cabello inmensamente ondulado. Y ahora sí quiero volverme más
loco...
Fumo.
Deprisa y me quemo los dedos. Empezamos a saltar, somos ojos,
respiración, ganas de vivir. Y sí nos besamos es para sentir la música de
siempre, corroborar esta fuerza, esa que va colándose de nuevo, esa que
nos embriaga, esa influencia.
Hice
cola un buen rato para orinar. Luego me acomode dentro del minúsculo circulito
que armamos para escucharte sin interferencias. Olía a hierba, a nada, a
eso que llaman eternidad. Me volvieron las ganas de mear, pero ya era
imposible: se intuía que no tardabas en salir, que pronto, que pronto, y tras.
Todo se oscurece, en el centro una pantalla empieza a proyectar las tapas de
tus discos, de tus bandas -Sui Generis, Seru Giran- tu hoja de vida, y todo
esto pegoteado en el pelo de una muchacha inmensa.
Es
cuando atraviesas el escenario y saludas a Lima, con un buenas
noches -ya sin drogas ni excesos- pero con esa locura de siempre. Me
aguante la pichi los diez primeros temas. Salté como una lombriz de
tierra a punto de morir. Y fue cuando dijiste, ya vuelvo, les dejo
un vídeo de Dalí. Regreso del baño. Y vuelves al ataqué. No me cubro,
me dejo golpear, pegar abajo, demoler. Mi forma de bailar es esta, la digo mientras
tomas una tacita y limpias la noche de las teclas del piano. Todo. Nada. Dices:
quizá esta sea la canción que más me gusto componer... No sé que signifique
esto, digo, supongo que debe ser importante, prefiero mezclarme y
nadar, fluir, no ser otro, sino nada. Y es cuando sueltas:
No tengo nada que
hacer
no tengo nada que dar
no encuentro la gracia en mi manera
de hablar
no quiero volver nunca más.
Todos podemos perder, todos podemos
ganar
entre las sogas del circo y las
trincheras del mal
yo quiero olvidarme de hablar.
Las pálidas figuras se acercaron
hasta mí.
Mi mente tuvo dudas y fingí que ya
las ví.
Ya no quiero vivir así
repitiendo las agonías del
pasado
con los hermanos de mi niñez
es muy duro sobrevivir
aunque el tiempo ya los ha vuelto
desconfiados.
Tenemos algo para decir
no es la misma canción de 2 x 3
las cosas ya no son como las vez.
Esa
noche regresamos tarde. No tanto como para escabullirnos de la moral y de las reglas
y asaltarnos lentamente. Esta es mi forma de ir contra el sistema, me dijiste y luego un beso.
En tus ojos se arremolina todavía la noche. Y Say no
More.
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