Sobre TAJO:
“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)
viernes, noviembre 26, 2010
domingo, noviembre 21, 2010
PAUTAS PARA ELIGIR TEXTOS EN TAJO REVISTA
PAUTAS PARA ELIGIR TEXTOS EN TAJO REVISTA
SEGUIR EL ESTILO Y LA LINEA
Cada texto debe ser una ruptura. No repetir ni calcar.
Lenguaje –Exacto, preciso, coloquial, propio.
Poesía- Nada repetitiva. Los temas son los mismos. Rulfo ya no lo dijo, no hay otros temas que el amor y la muerte. Pero que vengan todos los demás.
Que se vayan a la mierda las auroras, la poesía debe ser palpable. Que toque.
Cuento –por el momento- sembrados en puntos de tensión.
Artículos variados y originales.
Cada integrante puede colocar un texto.
Nos reunimos una vez al mes para organizar la edición.
Arriesgarnos.
Eventos a realizar
Presentación del libro de Maynor.
Firma Livano y Barco.
jueves, noviembre 18, 2010
UN FRAGMENTO PERDIDO
Juégame las cartas Pochita. Anda pues, una vez, no seas mala. La había traído su papa, renegando. Yo no juego a las cartas, ¿de donde sacaba esas cosas flaca? Hasta donde te vas a ir malcriada, abusas de mí porque te quiero, cómo te vas a regresar. –sola pues, como siempre. Tuvo ganas de abrazarlo de trepársele por el cuello y decirle te quiero papá. Sus piernas largas, el andar despreocupado, el pelo alborotado. ¿Por qué ese tambor en el pecho? Esa extraña sensación que iba creciendo con los días. Trató de explicarse y no pudo ¿tristeza, rencor? Qué me pasa últimamente.
Era duro vivir donde vivía la flaca, todo le quedaba lejos a la pobre -que quiero una gaseosa papá, hasta quince cuadras a buscar la tienda, -que quiero ir al cine mamá, una hora de viaje al centro. Salir con el sol para llegar antes que suene el timbre en el colegio, cruzar los interminables arenales: plantas muertas, casuchas de esteras flotando sobre la arena, “la orquesta” como le decía su papá al quejido interminable de perros flacos, charcos espumeantes sobre los cuales miles de moscas hacen una nube lejos del cielo. El infierno, pensó. Apurarse para tomar el bus, avanzar hasta el fondo, buscar un lugar vacío, revisar las asignaturas del día. Después un sueño rápido fugaz, interrumpido por una voz chillona, áspera: ¡último paradero. ¡
-Algún día viviré como tu Pochita, los ojos al cielo la mirada contrita como quien espera recibir inmediatamente., en un lugar bonito lleno de parques, chifas, cafés, nunca más regresaré a este muladar.
Listo. Dijo el señor Carlos, pero te cuidas, prométeme que te cuidas.- me cuido respondió la flaca, no te preocupes por mi. Un beso largo, pegajoso sobre la barba dura. ¿Quieres que te acompañe hasta allá? anduvieron las tres cuadras, conversando, riéndose entretenidos con los anuncios de las casa comerciales, cruzaron la avenida, allí el hospital santa rosa comiéndose la esquina, llegaron al Majestic: noche de gala leyeron sobre un cartel azul.
Si juegas. La flaca la miro a los ojos, y ella no le pudio mentir. Si juego pero no las entiendo bien. ¿Quien te enseño?, unas tías viejas hace un tiempo. La salita de cortinas rojas, los floreros largos llenos de flores de mentira, la voz de celio González escurriendo por entre los parlantes de la radiola: recuerdas tú aquella tarde gris… la verdad no me acuerdo bien, fue un día en que todos salieron a comer al unión.
ROBERTO BERMUDEZ
Era duro vivir donde vivía la flaca, todo le quedaba lejos a la pobre -que quiero una gaseosa papá, hasta quince cuadras a buscar la tienda, -que quiero ir al cine mamá, una hora de viaje al centro. Salir con el sol para llegar antes que suene el timbre en el colegio, cruzar los interminables arenales: plantas muertas, casuchas de esteras flotando sobre la arena, “la orquesta” como le decía su papá al quejido interminable de perros flacos, charcos espumeantes sobre los cuales miles de moscas hacen una nube lejos del cielo. El infierno, pensó. Apurarse para tomar el bus, avanzar hasta el fondo, buscar un lugar vacío, revisar las asignaturas del día. Después un sueño rápido fugaz, interrumpido por una voz chillona, áspera: ¡último paradero. ¡
-Algún día viviré como tu Pochita, los ojos al cielo la mirada contrita como quien espera recibir inmediatamente., en un lugar bonito lleno de parques, chifas, cafés, nunca más regresaré a este muladar.
Listo. Dijo el señor Carlos, pero te cuidas, prométeme que te cuidas.- me cuido respondió la flaca, no te preocupes por mi. Un beso largo, pegajoso sobre la barba dura. ¿Quieres que te acompañe hasta allá? anduvieron las tres cuadras, conversando, riéndose entretenidos con los anuncios de las casa comerciales, cruzaron la avenida, allí el hospital santa rosa comiéndose la esquina, llegaron al Majestic: noche de gala leyeron sobre un cartel azul.
Si juegas. La flaca la miro a los ojos, y ella no le pudio mentir. Si juego pero no las entiendo bien. ¿Quien te enseño?, unas tías viejas hace un tiempo. La salita de cortinas rojas, los floreros largos llenos de flores de mentira, la voz de celio González escurriendo por entre los parlantes de la radiola: recuerdas tú aquella tarde gris… la verdad no me acuerdo bien, fue un día en que todos salieron a comer al unión.
ROBERTO BERMUDEZ
martes, noviembre 16, 2010
RETO CACHIMBO (por Omar Livano)
Todo era tan fácil, tan algorítmico: Dormir, comer, a veces leer, comer otra vez, caminar, fumar, volver a dormir. Fue sencillo y placentero acostumbrarme. Pero el futuro -sobre todo el futuro que dicen exitoso- exige retos. Tuve dos opciones: Un humilde, pero respetable, trabajo o LA UNIVERSIDAD. La primera me parecía, aparte de tediosa y exagerada, inútil. Hasta ese momento todo bien ¡Correcto! Ya tenía una decisión, un camino. El examen de admisión fue elemental. Elegí una Universidad con fama de sencilla. Una carrera que oscilaba entre “Buen campo Laboral” y “Papayita” ¡Perfecto!
La Universidad Nacional Federico Villarreal me abrió ambas piernas (portones) oxidadas esa mañana. Hacia frio, Lima era deprimente, nostálgica, pellizcaba el rostro
con sus vientos espesos y llenos de smog. No poseía carnet universitario, frente al guachimán era uno más, de tantos. Él me simpatizo, yo no. Me exigió algún documento. “¡No nos han dado carnet, señor!”. Las palabras no valen nada, él sólo cumple con su trabajo. Y su trabajo es no dejar entrar extraños, menos con ojos desfigurados por la vida y sin porvenir. “¿Certificado de ingreso?” “La hojita naranja, claro, claro. La tengo” Luego de sumergirme en mi mochila, y enrojecer por culpa de las miradas ajenas (Miradas que considere, desde entonces, eternamente enemigas), logre pasar dejando mi DNI. Es colérico descubrir, en una situación tan bochornosa, que fuiste el único a quien se le exigió mostrar algún documento universitario. Vamos descubriendo cosas para entonces. 1: Hubiera preferido laborar como portero, y joder a otro. 2: Necesito un carnet bamba. 3: ¿Ahora qué diablos hago?
Sí, es verdad que mis metas parecían superfluas y hasta comunes. ¡Pero esto era demasiado! ¡Soy un cachimbo! Y la ceremonia de bienvenida y el sandwich con la gaseosa y al menos alguien que me diga cuál es mi salón.
Bien, ya estaba en esto y no podía detenerme, era agradable ver chicas bonitas pretenciosas, traseros moldeados. Era algo. Claro estaba solo, pero al fin y al cabo ahí ESTABA. Los pabellones eran desiguales, colgaban telones sucios con bienvenidas de partidos políticos. Eran como 4 ó 5, pero ninguno ayudaba en la búsqueda de mi salón. Preguntando llegue a la escuela de la especialidad. Una mujer minuciosamente maquillada y minuciosamente gorda me miro con aire de superioridad, por encima de sus lentes. “Que desea jovencito” “Quiero saber cuál es mi salón” “Especialidad” Mi especialidad es meterme en líos, pero respondí “Lengua y Literatura” “Ah muy Bien”. Se instalo un silencio de unos 10 minutos. “Perdón, ¿Cuál es mi salón?” “Fíjese afuera esta la lista”.
La odie. Pensé que ya seria tarde y llegar tarde a la primera clase, no había estado en mis planes. Yo quería sentarme al fondo, donde nadie me pueda ver, donde yo juzgara a los demás, donde yo fuera el rey. Un rey que no había desayunado, por cierto. Había un cafetín, como el del colegio pensé, con dulces de colores fluorescentes, chizitos con regalos, arrocillo, algo, lo que sea. ¡Tengo hambre! “Dos soles la hamburguesa, dos soles el jugo”. Mire con cierta nostalgia mi bolsillo, y fuera del boleto de la combi solo tenía: S/. 1.50 “Una galleta soda, por favor”.
Arroje la galleta al fondo de la mochila para que se pierda como yo lo hice. Al menos sabía que mi pabellón era el B, piso 7, aula 6. Camine despacio tratando de imitar el talante universitario. Mientras subía los primeros escalones, me consolé en el mito del primer día de clases. Ese que dice: Nadie va, y si es que van no llegan temprano.
Segundo piso, tercero, cuarto ¡No pueden poner un ascensor! Ahora, buscar mi salón. Bien, aula 1, aula 2, aula 3 –Ya todo parece fácil- aula 4, aula 5 y el baño ¿AULA 6? Si no me arroje del balcón fue solo por no querer desperdiciar la galleta. Pensé en regresar a casa y volver al día siguiente o la semana siguiente o cuando noten mi ausencia y me llamen.
Pero no era el único, y eso me mantenía en pie. Un grupo de dos chicas y un chico se nos acercaron, nos dijeron que pertenecían a un movimiento político, que nos ayudarían, bla bla bla. No sentaron en fila sobre carpetas marrones y pintarrajeadas. Nos hablaron de la UNFV. Porque no nos habían asignado un salón. De los créditos extracurriculares. Del tercio estudiantil. “Pero solo somos cachimbos”. Y eso a quien le importa. Saque mi galleta, estaba tan destrozada, como yo.
La Universidad Nacional Federico Villarreal me abrió ambas piernas (portones) oxidadas esa mañana. Hacia frio, Lima era deprimente, nostálgica, pellizcaba el rostro
con sus vientos espesos y llenos de smog. No poseía carnet universitario, frente al guachimán era uno más, de tantos. Él me simpatizo, yo no. Me exigió algún documento. “¡No nos han dado carnet, señor!”. Las palabras no valen nada, él sólo cumple con su trabajo. Y su trabajo es no dejar entrar extraños, menos con ojos desfigurados por la vida y sin porvenir. “¿Certificado de ingreso?” “La hojita naranja, claro, claro. La tengo” Luego de sumergirme en mi mochila, y enrojecer por culpa de las miradas ajenas (Miradas que considere, desde entonces, eternamente enemigas), logre pasar dejando mi DNI. Es colérico descubrir, en una situación tan bochornosa, que fuiste el único a quien se le exigió mostrar algún documento universitario. Vamos descubriendo cosas para entonces. 1: Hubiera preferido laborar como portero, y joder a otro. 2: Necesito un carnet bamba. 3: ¿Ahora qué diablos hago?
Sí, es verdad que mis metas parecían superfluas y hasta comunes. ¡Pero esto era demasiado! ¡Soy un cachimbo! Y la ceremonia de bienvenida y el sandwich con la gaseosa y al menos alguien que me diga cuál es mi salón.
Bien, ya estaba en esto y no podía detenerme, era agradable ver chicas bonitas pretenciosas, traseros moldeados. Era algo. Claro estaba solo, pero al fin y al cabo ahí ESTABA. Los pabellones eran desiguales, colgaban telones sucios con bienvenidas de partidos políticos. Eran como 4 ó 5, pero ninguno ayudaba en la búsqueda de mi salón. Preguntando llegue a la escuela de la especialidad. Una mujer minuciosamente maquillada y minuciosamente gorda me miro con aire de superioridad, por encima de sus lentes. “Que desea jovencito” “Quiero saber cuál es mi salón” “Especialidad” Mi especialidad es meterme en líos, pero respondí “Lengua y Literatura” “Ah muy Bien”. Se instalo un silencio de unos 10 minutos. “Perdón, ¿Cuál es mi salón?” “Fíjese afuera esta la lista”.
La odie. Pensé que ya seria tarde y llegar tarde a la primera clase, no había estado en mis planes. Yo quería sentarme al fondo, donde nadie me pueda ver, donde yo juzgara a los demás, donde yo fuera el rey. Un rey que no había desayunado, por cierto. Había un cafetín, como el del colegio pensé, con dulces de colores fluorescentes, chizitos con regalos, arrocillo, algo, lo que sea. ¡Tengo hambre! “Dos soles la hamburguesa, dos soles el jugo”. Mire con cierta nostalgia mi bolsillo, y fuera del boleto de la combi solo tenía: S/. 1.50 “Una galleta soda, por favor”.
Arroje la galleta al fondo de la mochila para que se pierda como yo lo hice. Al menos sabía que mi pabellón era el B, piso 7, aula 6. Camine despacio tratando de imitar el talante universitario. Mientras subía los primeros escalones, me consolé en el mito del primer día de clases. Ese que dice: Nadie va, y si es que van no llegan temprano.
Segundo piso, tercero, cuarto ¡No pueden poner un ascensor! Ahora, buscar mi salón. Bien, aula 1, aula 2, aula 3 –Ya todo parece fácil- aula 4, aula 5 y el baño ¿AULA 6? Si no me arroje del balcón fue solo por no querer desperdiciar la galleta. Pensé en regresar a casa y volver al día siguiente o la semana siguiente o cuando noten mi ausencia y me llamen.
Pero no era el único, y eso me mantenía en pie. Un grupo de dos chicas y un chico se nos acercaron, nos dijeron que pertenecían a un movimiento político, que nos ayudarían, bla bla bla. No sentaron en fila sobre carpetas marrones y pintarrajeadas. Nos hablaron de la UNFV. Porque no nos habían asignado un salón. De los créditos extracurriculares. Del tercio estudiantil. “Pero solo somos cachimbos”. Y eso a quien le importa. Saque mi galleta, estaba tan destrozada, como yo.
domingo, noviembre 14, 2010
VARGAS LLOSA Y EL AMOR
VARGAS LLOSA Y EL AMOR
Yo le explique que el amor no existía, que era una invención de un italiano llamado Petrarca y de los trovadores provenzales
La tía Julia y el Escribir.
Yo le explique que el amor no existía, que era una invención de un italiano llamado Petrarca y de los trovadores provenzales
La tía Julia y el Escribir.
Siempre les dije a mis amigos que Mario es Dios. Algunos, contraatacaban con otros nombres, aguando mi fiesta: ¿García Márquez? Muy alucinoide, grande sí pero no seguible. ¿Cortázar? Pues, gran cuentista, de seguro el “Perseguidor” es una de los más grandes relatos que he leído en mi vida… ¿Donoso? Ah, el chileno se las trae, escribe sublime, pero no alcanza los castillos de Mario. En plan de exorcizarme de mi vargasllosismo crónico, algunos soltaban más agua bendita: “Vargas Llosa tiene buenas novelas, sí, pero su vida política es un desastre, fue marxista y ahora es neoliberal, ah y como es la cosa es ¿peruano o español? Prefiero a Arguedas” “¿Vargas Llosa, ese incestuoso que se caso con su tía y su prima? ¿Te parece el mejor escritor? ¿Y Uchuracay? ¿Y las elecciones del 90?“ Yo, ahora lo digo con más ganas, les decía, muy español, que se vayan a tomar por culo. Es cosa de perogrullo que los gustos son relativos, pero me sale el indio cuando defiendo a Mario ¿será que le debo mis mejores lecturas? ¿Las lecturas más decisivas de mi vida?
No creo en los milagros (luego de soplarme “EL ANTICRISTO” y descubrir que Jesús fue un idiota revolucionario que murió mudo y dejo obra, quede más laico que oficina de marxista), pero los milagros existen. Y si no fue milagro, que rayos fue esa gran noticia que me hizo saltar, como pogueando, toda la mañana, alzar en brazos a mi abuela (Julio, ya pues, pórtate bien, pórtate bien) y retozar como un idiota por toda la casa…
¡Era, pues, que Vargas Llosa, recibía el mejor premio, el más grande premio de la literatura!
Quisiera hablar del lado más humano (o mundano) de Vargas Llosa. No de sus obras, ensayos, cuentos o críticas. Hay buen y vasto material escrito al respecto. (Les recomiendo leerlos por los diferentes blogs, diarios. Y otros medios, tanto impresos como virtuales: Moleskine literario, La fortaleza de la soledad, Escultural.com, etc. De lejos, la mejor reseña es la de Alberto Fuguet, visiten su blog!) Quiero referirme a sus amores. Porque, como dice la canción, el amor es más fuerte. Empecemos por omitir los rumores que circulan por el mundillo literario nacional (o sea, en las cantinas, performances y en aulas universitarias) El primero cuenta que Marito, luego de tomar unas copitas de más, suele vestirse de mujer ¡Ojo, sin confirmar! El segundo nos revela que, ya en su vejez, alguien le escribe las novelas (cosa que refutamos, porque, al menos yo, creo que su vena es fuego, o sea, inagotable, fuertísima); la última habla de que es un cocainómano, y si lo fuera ¿acaso mermaría su genialidad?
Ahora bien, cuando pienso en Vargas Llosa, se me vienen a la mente ideas de formalidad, disciplina, pulcritud y ternos bien planchados (quizá con goma, como los solía lavar mi abuelita) “Hay 99 por ciento de disciplina y 1 por ciento de inspiración”, la frase, dicha alguna vez por un estadounidense revolucionado, le quedaría perfecta. Es cierto, Mario hizo de la escritura algo más que un pasatiempo, le dio el grado de profesión: todos esos escritores vagos, indisciplinados, bebedor acérrimos, potenciales suicidas y canallas quedan atrás (Henry Miler, Kerouac, por mencionar dos de los miles)
Cuenta Carlos Barral (su primer editor), que puso a prueba el estoicismo del escribidor. Estoicismo que ahora es leyenda. Hizo, muy socarrón, que desfilara una mujer desnuda por su habitación. Y Marito siguió tecleando duro su Remington de Luxe, indiferente a sus encantos. ¿Será que sin tías y sin primas Mario sería un feliz solterón? Hay, al menos, dos mujeres y un camino. Ese camino a Itaca que es la vida.
18 años y un perfecto bigotito, hacen del mejor pupilo de Porras Barrenechea, un muchacho guapo, simpático, gran conversador y entregado intensamente a sus sueños. “Sartrecillo valiente”, según sus dos grandes amigos Luis Loayza y Abelardo Oquendo, porque es un lector incansable de los existencialistas franceses (Malraux, Sartre y Camus, especialmente) Infiltrado, a demás, en las células del grupo marxista CAHUIDE. No muy atrás sonríe su bohemia, cuando trabaja en el diario LA CRONICA y se amanecía en chinganas, absorto por los relatos de los periodistas, alucinándose en un café parisino, leyendo por primera vez las enredaderas de Joyce. Esos tiempos de putas y botellas nunca volverán. Ahora, según sus filiaciones políticas, las putas y el alcohol son resultados de la lucha de clases. “La primera vez que la vi no me llamó la atención, a penas la salude y me fui a leer… fueron los eventuales encuentros, las reuniones familiares donde pude conversar más con ella…” Y ella tiene vestido y un amor: Julia Urquidi, viuda sin lagrimas de luto, busca rehacer su vida en Lima, donde sus familiares.
-Que porquería se ha vuelto el amor entre los jóvenes hoy en día, Marito.
Claro que conoce a Ma-ri-to (así le dice, con el cariño maternal) su sobrino de
Cochabamba, el niño engreído de la familia Llosa. Ahora resulta que esta crecido, todo un hombre y quiere ser un escritor. Fíjate, ya hasta bigotitos tiene, que pícaro sobrinito, ya todo un hombrecito, ¿Cuando me llevas al cine sobrino? Mario no sólo la llevó al cine, sino a Chincha, fugándose de la familia y la irá de su padre. “Ya tienes bigotitos Marito eres todo un hombre” “Si tía, no me hagas roche, pues y firma el acta del matrimonio” “si hijito cómo no” Y se casaron en un pueblito que no figura en ningún mapa.
¡Con los hipopótamos no te metas! Es un animal lindo, delicado, y un ejemplo para el ser humano. No hace daño a nadie. Tiene una piel suave, una garganta chiquita y sólo ingiere libélulas y pequeños insectos. Su pasión es revolcarse en el barro, estar en las charcas y hacer todo el tiempo el amor con la hipopótama. ¿No es de admirar? Los adoro. Claro, Marito entrego su amor a Julia como los hipopótamos suciamente se aman.
Julia Urquidi, sonriendo de tristeza (o para no llorar) recuerda a su querido Varguitas. Y su recuerdo se materializo en “Lo que no dijo Varguitas”, respuesta a la novela “La tía Julia y el escribidor”.
Y una mujer que amo no podrá olvidar, porque, “es tan corto el amor sin olvido” (citando mal a Neruda) y porque usted es la (el) culpable de todos mis pesares. “Mario me enseño cosas del hombre que nunca pensé conocer”, afirma la doña y luego, muy seria, “mis otros matrimonios fueron un fracaso, en todos los hombres que ame sólo buscaba a Mario”
Gracias a una beca, Mario y su tía –los esposos- se fueron al otro lado del charco: de paso por España y finalmente Francia. Paris, La ciudad luz, el gran mar donde todos los grandes escritores, de esa época, tenían que bañarse. Casi por obligación, Julia alentó sus primeros escritos. Cosa que Mario, obediente, cumplió. En Lo que no dijo Varguitas, hay cartas, donde el escritor reniega de las dificultades de escribir (¿acaso como las famosas cartas de Flaubert?) Julia, amorosa, siguió a su lado. Ella era infértil y nunca le pudo dar un hijo. Por esos meses, alojaron al poeta Javier Heraud, hicieron amistad con Julio Cortázar (eterno solitario, jazzista y altísimo seño) y Carlos Fuentes (mexicano hijo de la chingadera) Pero, como diría el salsero, todo tiene su final, nada dura para siempre…lástima porque ellos se quería mucho y habían sido tan felices.
Bueno, en rigor fueron medianamente felices ¿hay maneras de medir la felicidad? “La felicidad completa sólo la sienten los estúpidos” en palabras de Mario. Pero sé que algún retazo de jubiló tuvo cuando se reencontró con Patricia, su prima hermana. Permanecería unos días para terminar sus estudios del francés. Y esos días se volverían meses y acabose la relación con Julia –tras intentos de suicidio, problemas, una muerte y escándalos en la familia- Patricia era Piura. Y Piura eran el mejor año donde vivió Varguitas ( según “El pez en el agua”), cuando le escribía poemitas a la niña Patricia y trabajaba en un diario y estudia poco pero leía mucho y organizo una huelga –inspiración eventual de los Jefes- y conoció “La casa verde” –un puterío donde la gente cenaba, bailaba y hacia todos menos tirar- y montó su obra teatral La huida del Inca y fue feliz. Patricia, el sol de Piura calando en sus entrañas, reconstruyendo esos retazos de felicidad: sus ojos, su color, su piel alba. El amor. O mejor dicho: “Mi mujer me conoce mejor que yo mismo, por tanto no sé si le debo parecer hermético. Aunque si lo dice, por algo será”
-Patricia, acaban de llamar- dijo Mario, colgando el teléfono, desde un cuarto en EE.UU.- dicen que gane el Nóbel… voy a llamar a los muchachos.
Los muchachos son sus hijos Morgana, Álvaro y el nefelibata.
Patricia, la mujer que cuidaba a sus hijos, mientras pasaban penurias en un cuartucho ingles, donde ratas del tamaño de ardillas desfilaban por los roperos , no sabe que responder. Incrédula, le dice:
-Hay que esperar Mario.
-Si pues –enérgico, meditabundo, Mario responde- puede ser un engaño, ¿recuerdas lo que le paso a Moravia?
A Moravia le jugaron sucio: lo llamaron y le dijeron que había ganado el Nóbel.
-Voy a prender la televisión.
-Vamos.
Y salen. Por las cartografías de….
Julia murió esté año en Bolivia, a los 84 años.
Gabriel García Márquez publico “Memorias de mis putas tristes” y vendió como cancha.
Cortazar y Heraud murieron hace años. Fuentes ahora solo vende libros en México.
Morgana es fotógrafa. Álvaro, periodista. El nefelibata, trabaja para la ONU. Mario Vargas Llosa ganó el premio Nóbel del 2010. Fujimori (ex presidente) se pudre –ya que tiene cáncer en la boca- en una cárcel de Lima: se lo acusa de corrupción y maltrato a los derechos humanos. Su hija se lanzará para la presidencia. Y, yo me pregunto: ¿en qué momento se jodio el Perú?
“No me gusta el escritor que observa en el balcón y no hace nada.
Debe entrar en la candela”
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