Diciembre es
sinónimo de recuentos. Todo lo hecho y deshecho durante el año forma
listas. Los libros, también.
Las listas
de lo mejor publicado en el 2012. Listas con algunas omisiones barbadas,
graves.
Acá, un mix
(subjetivo, claro) de algunos poemarios publicados en el 2012 que no tuvieron
ninguna repercusión en los medios oficiales.
Es decir, no
figuraron ni en pelea de perros.
Iniciemos el recuento con Para los Idos de Enrique Beó (Vagón Azul Editores) Estupendo libro,
de portada de lija (tal como lo oye) Con un lenguaje procaz sigue la senda de
la poesía coloquial de abierta pelea contra la idiotez de estos tiempos. Hay
que decirlo claro, sin dudas: debió figurar entre lo mejor del año pero nadie
dijo esta boca es mía. Beó, con 7 poemarios encima, impone riesgo y humor. Hay
que leerlo, buscarlo, empezar a rastrearlo por google.
Darkness de Julio
Fabián (Vicio Perpetuo),
premiado en la Feria del libro de Huancayo, es otro caso. No se habló mucho (o
nada) del libro. Darkness es básicamente una historia en clave poética. Se
bifurca en dos miradas, la de un astronauta ruso y otro norteamericano, quienes
narran sus testimonios tanto extra como intra terrestre. Amor, espacio,
velocidad y ternura figuran en Darkness para recordarnos que no hay límites a
la hora de poetizar.
Otro libro ninguneado es Antología Personal de Harold Alva (La Manzana Mordida) A veces solemnes,
otras melancólicos, son un puñado de poemas de imágenes vertiginosas,
influenciados por Octavio Paz, Leopoldo María Panero y César Calvo. Lo mejor
del libro es el ritmo. Un ritmo subyugante. Harold Alva, ex miembro del grupo
Neón, se reafirma (junto con Miguel Idelfonso, Carlos Oliva, entre otros) como
una figura clave de los 90tas.
Entre las re-ediciones
tenemos Discurso de las
intenciones puras de Jorge Luis Roncal (Arteidea) Libro de amor juvenil, sinceridad
y locura. Poeta del 70ta y miembro del Gremio de Escritores, Roncal aparece
como una figura clave de la poesía de corte social y surrealista. Rara mezcla
-quizá imposible- que Roncal resuelve de modo estupendo. Hay que
releerlo/descubrirlo, sin duda. Sus antecedentes son de lujo: Oquendo de Amat,
César Moro, Lucho Hernández, Paco Bendezu y el surrealismo francés.
Ernesto Montero, también miembro del Gremio
de Escritores, publicó su 2do poemario Todo
depende de humor de tus ojos (Gato Viejo Editores) Libro de aprendizaje, de corte
amoroso y social, que se pierde buscando la verdad política antes que la
poética. Con versos flojos, a veces sinceros y otros amorosos. Sin la locura y
fuerza de Roncal, Montero se hace aguas en imágenes cotidianas mal usadas,
chapoteando en los límites de lo trillado.
Otro libro flojo, pero
flojísimo es Antología Poética
Personal de José Beltrán Peña (Amantes
del país Ediciones) Libro
banal, con un lenguaje soso y aburrido. Espeso. Con dizque juegos poéticos que
no llevan a nada. Para ser la antología de un poeta de cierto reconocimiento
(Beltrán Peña es fanático de publicar antologías) sorprende su grado de
ingenuidad cuando suelta versos como este “No
tomar el nombre de la poesía en vano, es cosa de hombres universales con
elevada sensibilidad y sencillez. Equivale a un título profesional que lo
otorga la Universidad de la Vida”
Julio Barco, tajo
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