“Hemos sido convocados nuevamente
– por nuestras dudas – a formar parte de la revista vital Tajo. No hubo
ceremonia de iniciación. Mejor así. La vitalidad debe ser entendida como una
espada afilada contra cualquier manifestación de apatía. La apatía más
incandescente habita dentro de nosotros mismos: a ella le declaramos la guerra.
La poesía debe ser refrescada, asumida con vitalidad y seriedad. La seriedad no
significa cerrar puertas en recitales para que solo estén presentes los “inteligentes”.
No. La seriedad está en compartir la vida original, la que se respira bajo los
puentes, en los pasajes ocultos donde no llegan las sirenas de los policías, en
los dolores y el júbilo humano, para ser sacudida con sutileza y realismo, con
espanto y con amor”.
(Editorial, fragmento)
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