Christian Briceño (1985)
Estos dos poemas son extraídos de su poemario La trama invisible (2013).
XLIII
La poesía es superior a la novela, pero inferior al cuento. Escribir un buen poema podría compensar varias décadas de silencio, pero una excelente novela siempre es imperfecta. Quizá la única perfección se materialice en un poema, pero éste no debe exceder los setenta versos. Luego de este límite, el poema, inevitablemente, se vuelve vulnerable al bostezo, como el Childe Harold, el Prelude o, para aproximarnos a nuestro espacio y tiempo, esos tediosos poemas como La comedia inmóvil (excluyo de aquí a los poemas épicos (hasta The Bridge by Crane, se me hace tembleque por momentos) y todos aquellos que aún no han sido escritos pero podrían refutar y echar abajo esta observación). El cuento solo es bueno cuando nos invade la envidia luego de su lectura (claro, hablo desde el punto de vista de un escritor iniciado). No necesita ser un inventario de ingenios el cuento. Por eso admiro la tonelada de cultura que puede amasar Lezama Lima (de quien Cortázar dijo que conocía a Odiseo más que Penélope), pero una detenida lectura de su cuento Gaviotas, cangrejos (u otros, que, al fin, son lo mismo), me niega la envidia y siento, dentro de mí, una deliciosa compasión iluminándome por detrás de los ojos.
LXVIII
Dios es cuatro años menor que yo y recita a Quevedo de memoria como si, además de ser Dios, fuera también Quevedo, porque Dios puede ser quien quiera, cuando quiera y donde quiera. Podría ser yo mismo si su voluntad se lo ordenara. Solo debo imaginar que Dios alguna vez, en algún punto de la eternidad, pensó ser yo. Ergo, he sido Dios.
Para mayor información sobre el autor, su obra y un comentario sobre ella, visiten esta página web: http://poemainutil.blogspot.com/2013/10/la-tentacion-del-vacio.html
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