Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

miércoles, enero 18, 2012

Un día con nieve

17 de Enero del 2012


El día de ayer quise escribir un ensayo sobre Ana Karenina, una novela  de Leo Tolstoi que realmente me conmovió. Sin embargo, ¿Para que escribir un ensayo serio sobre la obra? Ya tantas cosas se han dicho (incluso esta frase ha sido repetida mil veces) que me parece innecesario agregar un ensayo más a la vasta biblioteca de ensayos de Ana Karenina. La razón por la que la menciono es que deseo compartir mi entusiasmo de lector satisfecho. Quiero convencerte de leer la novela y, si se puede, disfrutarla. 

Para mí, Tolstoi es uno de los pocos escritores que me hacen moquear. No puedo soportar la emoción que me embarga cuando voy descubriendo, palabra por palabra, las vicisitudes de los desgraciados personajes. Ya desde el principio no puedo dejar de sentir compasión por el idílico de Levine, quien tendrá la desgracia de ser rechazado por la inmadura de... No diré quién y en que circunstancias lo rechazan, eso ya se encargará el lector de descubrirlo. Ahora, ¿por qué miércoles empiezo a hablar de Levine y no de Ana Karenina, el personaje principal? Por la sencilla razón de que no me identifico con su desgracia. No me mueve a la pena su tragedia, y eso es lo bonito de la novela, que hay tantos personajes que cada uno es libre de simpatizar con cualquiera. Ahora... bueno, ya no tengo más que decir. Es que realmente este no es el objetivo de esta crónica. 

Como iba diciendo, mi deseo era escribir un ensayo sobre Ana Karenina, pero presencié un evento extraordinario: empezó a nevar.  La nieve, para mi alma, es la inequívoca señal de que estoy en otro país. Esos copos de nieve que caen desde el cielo negro, desde el abismo del universo, desde nubes cargadas de frío intenso, me recuerdan de que no estoy en Perú. Cada vez que la nieve cubre la tierra, los arboles, los carros, el camino deshabitado, recuerdo la primera vez que la vi. 

Fue un momento mágico. Dentro de mi corazón ingenuo,  me maravillé por su hermosura. La nieve caía y caía y yo era un niño feliz, feliz por jugar en ella y por tomarme fotos y luego enseñarles a mis amigos y decirles, "ey, por fin he visto la nieve.”  !Qué felicidad! Pero después, una compañera de trabajo me preguntó si era la primera vez que veía la nieve y yo le dije que sí y luego ella, con tono burlesco, dijo,  “ya veras que después la odias”. Y así fue. Porque la nieve, por más bonita que sea, es peligrosa. Tu carro puede volcarse fácilmente, las casas son atacadas por apagones, los ramas de los arboles pueden caer ante tanto peso y cuando se vuelve sucia y dura, te das cuenta de que la nieve es lo más triste que existe.  

Felizmente, no nevó mucho y pude ser feliz, porque a pesar de todo, ver la nieve caer sobre tu ventana es siempre un acontecimiento maravilloso. Por cierto, gracias a la nieve no pude reunirme con un amigo en un bar, el pobre tuvo que regresarse a pie y yo me sentí culpable. Esto fue el 16 de Enero a las 9 de la noche.  

A la mañana siguiente, ya había dejado de nevar y sólo una débil capa blanca cubría el paisaje. Así, en cantidades pequeñas, la nieve embellecía al invierno.  


***
Por efecto de esta pequeña epifanía, decidí buscar trabajo. Sí,  he estado hueveando por una semana y media, pero qué quieren que haga? Recién me he dado cuenta de que estoy en otro país y que debo aceptar la idea de que mientras esté aquí no puedo darme el lujo de ser un vago. Así que después de llevar a mi madre a su trabajo, decidí ir a un centro especializado en ayudar a gente como yo, que no tiene idea de cómo escribir un currículum o como buscar trabajo. 

Mientras manejaba hacía el centro, mi vista no dejaba de apreciar las casitas pintadas de blanco. Me sentí como si estuviera en Siberia o como el comienzo de la película Fargo. Yo manejando, embriagado por la monocromía de la nieve, escuchando una canción post-rock. Una música mansa, tranquila, sin ritmo ni melodía, sólo sucesión de sonidos que relajan la mente y la liberan de la realidad. Mi mente viajaba en el valle de la muerte cubierto por nieve que se extendía por todo la tierra. 



(Esta es una de las bandas consideradas post-rock. Espero que disfruten la canción)


Por fin, llegué a Goodwill Career Center, el susodicho centro de ayuda. 

Me recibió una señora cincuentona (tal vez cuarentona) con una sonrisa de oreja a oreja. Yo, siguiendo el manual de etiqueta de este país, le estreché la mano. Intenté lo mismo con otra señora que estaba sentada acompañaba a la cincuentona, pero ella no me la quiso dar. Me sentí raro. Tal vez no debí hacerlo o quizá la señora no quería saludarme. Creo que la cincuentona se dio cuenta y me presentó. Recién ahí la señor sobrada se dignó a devolverme el saludo, pero al rato se fue. Finalmente solos, la cincuentona me preguntó sobre mi carrera ¿En que universidad te graduaste? ¿Cuál es tu titulo? ¿Qué tipo de trabajo buscas? Me gradué en la Universidad Estatal del Oeste de Connecticut(Western Connecticut State University), me titulé de Bachiller en Español y quisiera buscar un trabajo relacionado con la interacción y la intercomunicación de lenguas. ¡Mentira! Creo que le dije que quería trabajar con personas que necesitasen trabajadores bilingües, o algo así. Lo importante es que me entendió. 


Después de 2 horas de ayuda, salí del centro con el espíritu renovado. Mi currículum estaba mejor escrito, ya sabía una buena pagina de internet para buscar trabajo y, gracias a los compliments de la señora, mi autoestima estaba a un 90%. Me dije que sólo tenía que confiar en mí para encontrar un buen trabajo. 

Antes de irme, le eché una mirada a la tienda. Goodwill es una tienda legal que vende ropa donada y de segunda mano. Todas las ganancias, eso creo, van a organizaciones que ayudan a personas pobres, con discapacidad o simplemente necesitadas. La tienda es visitada, en su mayoría, por personas inteligentes que visten bien sin necesidad de gastar mucho dinero. Es decir, no es una tienda "segregada". Fácilmente puedes encontrar latinos, negros, hindúes, árabes y blancos caminando por sus pasillos. A mí me gusta le tienda porque a veces venden buenos libros de segunda mano. Los precios oscilan entre cincuenta centavos y dos dólares. 

Hasta antes de la entrevista con la cincuentona, mi itinerario estaba completado. Dejar a mi mamá en el trabajo, llamar a Goodwill Career Center e entrevistarme con MEL, así se llama la cincuentona y escribo sólo las iniciales para que después no me denuncie. ¿Ahora qué? Estaba entre ir al cine, comer, o ir a visitar mi universidad. La última opción no me convencía dado que no guardo muchos gratos recuerdos de aquella institución. Pero de ahí recordé que debía hablar con mi antiguo jefe(trabajé en la biblioteca de la universidad) para consultarle si lo podía usar como referencia. ¿Pero y si no está ahí? Debía arriesgarme. No me quedaba otra. Encendí el carro, puse Mogwai-The Sun Smells too Loud- y manejé en el mismo estado de libertad mental. No sé como no me choqué en este estado... 


Las mismas montañas blancas, los mismos arboles blancos, la carretera negra que punza la manta blanca, el cielo gris sin aves y sin sol y mi carro a 80 millas por hora...(120 kilómetros por hora) 



***


Antes de bajar del carro, me dije, "Vamos Dennis, no seas un cobarde, afronta tus miedos. Debes conseguir trabajo y para eso debes hablar con Russ, tu ex-jefe. Atrás quedaron los malos recuerdos." Me encaminé resuelto a encontrar a mi ex jefe y a no sentirme triste por los recuerdos dolorosos (si quieren saber cuales son pues tendrán que seguir leyéndome....hehehehe) 
 
La universidad estaba triste y vacía. Aún no comenzaban las clases y yo me moría de frío. Ya eran las 4 de la tarde y el sol ya se había ocultado. Escasos estudiantes caminaban tranquilamente, cargaban sus libros recién comprados. Un aire fuerte empezó a soplar (¿no es curioso que siempre un aire fuerte sopla en momentos así de melancólicos?). Me paré para contemplar la vista. Siguiendo el manual del suicida, me imaginé fumar un cigarrillo. Por supuesto que no tenía el cigarrillo, porque no fumo, pero ahí yo estaba posando para una foto en blanco y negro, muy triste. 




Entré a la biblioteca y saludé a Russ. Mi ex-jefe me reconoció y me saludó efusivamente. Luego saludé a Caroline, una mulata, flaquita y bonita. Ella me devolvió el saludo al estilo ganster y de ahí conversé un poco. Luego vino el momento akward ya que Russ se había ido a atender a un alumno y yo me quedé sólo con la chica. No tenía nada que hablar así que me retiré. Me fui al quinto piso del la biblioteca, donde está la sección de literatura, específicamente Literatura Hispanoamericana. Como la Universidad es pequeña y casi rural, no tiene mucho libros buenos en español. A las justas los autores más representativos. Me aburrí en un segundo y me quité ahí mismo. Tenía hambre y quería comer algo. Así, Russ me había dado permiso para usarlo como referencia. 

Decidí comer en el restaurante Mexicano. Almorzar ahí es como transportarse temporalmente a México, pero no al país, sino a un México artificial. En este restaurante, creo que en cualquier restaurante extranjero, se intensifica lo exótico—sombreros pegados en todos las columnas, banderas expuestas orgullosamente, música ranchera—lo estereotipado. El cliente tiene que sentir que no está en su casa y mucho menos en un ordinario restaurante estadounidense. 

Me senté, pedí un Burrito y esperé. Mientras esperaba, me puse a ver la televisión. Estaban dando El gordo y la flaca, un burdo programa parecido a Magaly TV. Felizmente ya terminaba. Para mi buena suerte, dieron las noticias. Dos de ellas me llamó la atención. La primera fue sobre un linchamiento a un estudiante en una high school, grabado y posteado en YouTube. Los muchachos golpeaban salvajemente a su víctima. La mayoría no pasaba de los quince, pero su crueldad no tenía limites. ¿Cómo es posible que esos jóvenes sean el futuro de esta sociedad estadounidense? No es que Perú sea un país perfecto, pero ver a aquellos estudiantes comportarse de tal modo, me causa lastima y pena.God bless America! Pero ya no seguí pensando en eso. Hoy día tuve un buen día, me digo. La segunda noticia fue más graciosa. Como todos ya sabrán, un crucero se acaba de hundir en las costas italianas. Bueno pues, estaban pasando un reportajes sobre sobrevivientes mexicanos. Cosa raro, pienso, sólo estos tipos de noticias pueden interesar sólo si es que muere un mexicano. ¿Será porque la mayoría de inmigrantes son mexicanos? ¿Será puro fetichismo con aquella nacionalidad? En fin, llegó mi burrito y empecé a almorzar. 




Creo que está crónica personal se ha alargado de más. Por lo que voy a resumir. Después del burrito—autentica comida mexicana—me fui a cortar el pelo en una barbería dominicana. Luego, en el camino, se me antojó ver una película y me animé por ver Hugo, de Martin Scorsese—estuvo muy buena, sobre todo porque en la peli también nevó—. Al salir del cine observé por última vez la nieve que cubría la ciudad y luego, bueno, coroné la noche escuchando The devil dance—piezas musicales interpretadas por el famoso violinista Gil Shaham y el pianista Jonathan Feldman—porque la música se parecía mucho al soundtrack de la película. Al fin llegué a casa, relaté un breve itinerario a mis padres y me quedé hasta la una de la mañana escribiendo esta crónica.  

Y para que no se quejen aquí un vídeo que tiene mucho que ver con la nieve 
Gimel Zayin

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, esa sensación de vació-llevado con cierta cordura y buen animo -o indiferencia existencial-tristeza contrariada, se mantiene en todo el texto.
Se te extraña harto. Que el puente no se rompa. Un abrazo

Julio

Omar Livano dijo...

La prosa llana por momentos no ayuda, pero sin embargo como buen jinete montas sobre cada párrafo con nostalgia optimismo humor... Qué complicado es escribir crónicas... aunque por momentos se pierde la dirección tu mirada siempre impera y uno termina extrañándote y odiando la frivolidad de ese país... Se te quiere Deno...