Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

miércoles, abril 25, 2012

50 AÑOS DE SOLEDAD

Ante la decidía de las autoridades y los estudiantes, un texto disidente frente a la "celebración" de los 50 años de la Universidad Villarreal


Ahora que se alistan las guirnaldas, los bailarines ajustan sus pasos sobre las baldosas y los pasillos encerados relucen, un ligero rescoldo de esperanza se levanta detrás de los pilares que sostienen la facultad. En medio de la algarabía por los cincuenta años de soledad de la facultad, aparece el eterno aguafiestas. El motivo de la protesta estudiantil no responde a un capricho fundado en la vanidad, ni mucho menos es el escudo contra los compromisos que como Universitarios llevamos decididamente entre las cejas, blindados con el fulgor de un sueño. No. Nuestra voz se refugia y toma fuerza en un documento legal, que dicho sea de paso hace mucho tiempo ha sido relegado al olvido y utilizado solo para fines personales: La ley Universitaria 23733 específicamente en el artículo dos de las disposiciones generales; “Realizar investigación en las humanidades, las ciencias y las tecnologías, y fomentar la creación intelectual y artística”.

La disposición y la nobleza de este artículo han quedado -en parte por culpa nuestra- y también debido a la funesta dirección de las autoridades- en los extramuros de la conciencia colectiva. Mas ahora, las cosas empiezan a cambiar, y mientras las autoridades alistan la voz para los discursos sometiendo la garganta a sinuosas gárgaras de ajos, un puñado de muchachos ha decidido afrontar esta situación desgarradora frontalmente, dando la cara, respondiendo a todas luces con argumentos sólidos demostrando que “NO ESTÁMOS POR DEBAJO DEL NIVEL INTELECTUAL DE NADIE” como se atrevieron a decirnos en la cara. Como el coronel Aureliano Buendía protagonista de “Cien años de soledad” pelearemos todas las batallas posibles.

Ahora exigimos (como en su momento lo hizo la UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ), el reconocimiento de nuestra voz, la pronta escucha y atención de nuestro pedido que es -como todos los demás estudiantes del Perú- participar de una EDUCACIÓN DE CALIDAD, DESPROVISTA DE IMPROVISACIÓN Y EUFEMISMOS, REAL Y LUMINOSA CRÍTICA Y SEVERA ANALÍTICA Y ROMÁNTICA EN EL SENTIDO TRANSFORMADOR DE LA PALABRA. Por eso a pesar de la indiferencia de muchos que solo llegan a la universidad- en su derecho, en su repudiable derecho- a sacar 20 y anegar las boletas de notas engañosas, decidimos hoy manifestarnos, luchando con el hálito de nuestros sueños. Estamos aquí para defendernos, para no dejarnos arrancar las últimas migajas de ilusión, hoy que se cumplen con celebraciones superficiales, cincuenta años de soledad.

the smashing pumpkins - mayonaise (acoustic) - live

viernes, abril 20, 2012

Gioconda Belli


No quiero hablar de Gioconda Belli, quiero que la lean. Que armen con sus pedacitos, con su pelo, con esa exacta dimensión, su amor. El amor de todos. Ella es una de las mejores poetas de nuestros tiempos. Nicaragüense y cosmopolita. Le duele su país, le duele que no tenga más brazos y más labios para adorar a los hombres y mujeres. Como dice: amo a los hombres y les canto. Ama la semilla que recogen sus piernas y perdona a las que nunca llegaran.  Hablar de su poesía inexorable es hablar de la vida. Elegir el camino de la rebelión y la revelación. Belli no habla, te dice, te ayuda. Belli no escribe, te lo dice al oído. Sus palabras son como recetas de cocina, como oraciones antes de dormir, confesiones de cama y lucha. Y de sus poemas a veces aparece la luz, esa tibieza, de dos cuerpos amalgamados, perdiéndose. Aunque el amor no es de nadie y escribió la historia, leyendo a Belli parece nuevo, recién parido, apenas empezado. Un labio entonces, unos ojos, y su canción escarapelada.


Nosotros buscamos un amor así, hecho a trocitos, a fideos, a nuevas palabras. Una felicidad así, tan de otros tiempos, tan de ahora.  Y no nos queda más que aprender su ritmo, seguir sus pasos, entonar en el cuello amado su voz.  

Acabo de leer toda su poesía editada en Visor... no hay más vueltas que darle.  Sólo quisiera tener miles de ejemplares, pararme en alguna esquina del mundo y regalarlos.  A mis amigas y amigos, a mis enemigos.

 Y a ti leértelos todos, siempre..

“Porque el que no tiene ojos para soñar no ve los sueños ni de día ni de noche”


Amo a los hombres
y les canto.

Amo a los jóvenes
desafiantes jinetes del aire,
pobladores de pasillos en las Universidades,
rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes.
Amo a los obreros,
esos sudorosos gigantes morenos
que salen de madrugada a construir ciudades.
Amo a los carpinteros
que reconocen a la madera como a su mujer
y saben hacerla a su modo.
Amo a los campesinos
que no tienen más tractor que su brazo
que rompen el vientre de la tierra y la poseen.
Amo, compasiva y tristemente, a los complicados
      hombres de negocios
que han convertido su hombría en una sanguinaria
      máquina de sumar
y han dejado los pensamientos más profundos, los
      sentimientos más nobles
por cálculos y métodos de explotación.

Amo a los poetas -bellos ángeles lanzallamas-
que inventan nuevos mundos desde la palabra
y que dan a la risa y al vino su justa y proverbial importancia.
que conocen la trascendencia de una conversación
tranquila bajo los árboles,
a esos poetas vitales que sufren las lágrimas y van
y dejan todo y mueren
para que nazcan hombres con la frente alta.
Amo a los pintores -hombres colores-
que guardan su hermosura para nuestros ojos
y a los que pintan el horror y el hambre
para que no se nos olvide.
Amo a los solitarios pensadores
los que existen más allá del amor y de la comprensión sencilla
los que se hunden en titánicas averiguaciones
y se atormentan día y noche ante lo absurdo de las respuestas.
       
A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana,
con un amor que es más grande que yo toda,
que me supera y me envuelve como un océano
donde todo el misterio se resuelve en espuma...
       
Amo a las mujeres desde su piel que es la mía.
A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas,
a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora,
a la que llora por un niño que se ha dormido para siempre,
a la que lucha enardecida en las montañas,
a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad,
a la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas
en la pancita caliente del comal,
a la que camina con el peso de un ser en su vientre
enorme y fecundo.
A todas las amo y me felicito por ser de su especie.
Me felicito por estar con hombres y mujeres
aquí bajo este cielo, sobre esta tierra tropical y fértil,
ondulante y cubierta de hierba.
Me felicito por ser y por haber nacido,
por mis pulmones que me llevan y me traen el aire,
porque cuando respiro siento que el mundo todo entra en mí
y sale con algo mío,
por estos poemas que escribo y lanzo al viento
para alegría de los pájaros,
por todo lo que soy y rompe el aire a mi paso,
por las flores que se mecen en los caminos
y los pensamientos que, desenfrenados, alborotan en las cabezas,
por los llantos y las rebeliones.
Me felicito porque soy parte de una nueva época
porque he comprendido la importancia que tiene mi existencia,
la importancia que tiene tu existencia, la de todos,
la vitalidad de mi mano unida a otras manos,
de mi canto unido a otros cantos.
Porque he comprendido mi misión de ser creador,
de alfarera de mi tiempo que es el tiempo nuestro,
quiero irme a la calle y a los campos,
a las mansiones y a las chozas
a sacudir a los tibios y haraganes,
a los que reniegan de la vida y de los malos negocios,
a los que dejan de ver el sol para cuadrar balances,
a los incrédulos, a los desamparados, a los que han
      perdido la esperanza,
a los que ríen y cantan y hablan con optimismo;
quiero traerlos a todos hacia la madrugada,
traerlos a ver la vida que pasa
con una hermosura dolorosa y desafiante,
la vida que nos espera detrás de cada atardecer
-último testimonio de un día que se va para siempre,
que sale del tiempo y que nunca volverá a repetirse-.
Quiero atraer a todos hacia el abrazo de una alegría que comienza,
de un Universo que espera que rompamos sus puertas
con la energía de nuestra marcha incontenible.
Quiero llevaros a recorrer los caminos
por donde avanza -inexorable- la Historia.
Porque los amo quiero llevarlos de frente a la nueva mañana,
mañana lavada de pesar que habremos construido todos.
       
Vámonos y que nadie se quede a la zaga,
que nadie perezoso, amedrentado, tibio, habite la faz de la tierra
para que este amor tenga la fuerza de los terremotos,
de los maremotos,
de los ciclones, de los huracanes
y todo lo que nos aprisione vuele convertido en desecho
mientras hombres y mujeres nuevos
van naciendo erguidos
luminosos
como volcanes...
       
Vámonos
Vámonos
Vámonoooos!!!

domingo, abril 15, 2012

Distancia


La distancia mata. Mata la amistad. Mata el amor. Lo mata a uno mismo. Sí, la distancia es una odisea que transforma el recuerdo en melancolía. La tristeza en depresión. La emoción en vana esperanza. Estar sin aquellos que te vieron reír, llorar, gritar, pelear, mentarle la madre al comibista, es difícil. Te desesperas. La soledad de mierda te caga y ya no puedes más. Necesitas nuevos amigos, nuevos sueños. Si no fracasas y caes en un pozo hondo y terminas suicidándote. Sin embargo, si eres capaz de sobrevivir y, sobre todo, si algún día regresas de tu largo viaje entonces aún hay esperanza. Puede que tus amigos no sean los mismos, que tu patria haya cambiado, que existan otras jergas y que tus bandas favoritas estén olvidadas, pero si tu esencia no ha sido mutilada, entonces es posible volver a ser el “mismo” de antes. Volver a mentarle la madre al combista. Cagarte de risa cuando tu amigo se saca la mierda. Emborracharse y llorar porque ya son 50 años que el Perú no va al mundial. La esencia es lo que importa. El deseo violento de ser feliz a cualquier precio. De nunca mirar el pasado con melancolía, pero como un guerrero. Ahora eres más fuerte; no has sufrido en vano. Sí. La distancia mata, pero como dice el refrán, lo que no te mata te hace más fuerte.

domingo, abril 08, 2012

ESE ANIMAL LLAMADO PERÚ


foto de Consuelo Solís



Escribe:
 Alejandro Carnero


La discriminación y racismo en el Perú no son temas que hayan sido poco analizados, se ha escrito bastante y agudamente, sin embargo el impacto de este cuerpo de reflexiones en el espacio público y simbólico es mínimo, como una hormiga empujando una roca. El tema salta a los medios periódicamente, por el hijo de Miki Gonzales hace poco y antes a raíz del incidente en que un artesano cuzqueño, vestido con ropa de su cultura, quechua, un indio vestido de indio, fue expulsado de los  cines de centro comercial Larcomar y maltratado por sus empleados tras ir al baño. Como venía con amigos limeños, blancos, se armó un escándalo que ha terminado con la municipalidad  de Miraflores multando a UVK cines y clausurando el local por 7 días siguiendo la Ordenanza 294-MM.

La sanción fue importante, marca un precedente frente a situaciones que resumen nuestro espinoso problema de identidad y suceden en mil variantes a cada minuto por todo el Perú.  Me tomé el trabajo de analizar 336 comentarios de lectores a la noticia presentada por el diario “El Comercio”. 83% condenaban el hecho, 17% lo apoyaban con acotaciones racistas o negacionistas. Como que no había pruebas, o culpaban al muchacho de acomplejado, de armar un circo, de provocar con esa ropa, de que los indios son sucios, vienen a Lima y no respetan, otros pedían a los lectores que condenan que lo inviten a su casa, a ver si se atreven. El lector Gino Huapaya escribió: “Me parece mal que esté pasando en este tiempo actos como esto, pero con toda sinceridad yo no sabría qué hacer si hay un visitante así y se sienta a mi lado en un lugar cerrado, no lo hago por racismo si no que mi nariz no lo soportaría, caballero a mudarme. Pero desapruebo totalmente esto.”

No sé si concluir que un 83% de voces condenatorias es grato o si debió ser más alto en una sociedad civilizada frente a una segregación tan contundente. Entre los lectores que desaprueban el hecho un poco menos de la mitad parece circunscribirlo a situaciones aisladas que suceden en ciertos espacios elitistas y el resto lo liga con un patrón constante en las relaciones interpersonales en el país. Claro, en  estos temas en el Perú hay mucho de boca para afuera al hablar en público.

Volveremos a este incidente para desarrollar nuestra reflexión sobre la discriminación en el Perú, pero antes acerquémonos por otro lado. Hace poco terminaron cuatro jornadas de clasificación al mundial Brasil 2014. Es interesante analizar las imágenes de la peruanidad transmitidas por las publicidades pre y en medio de los partidos pues es el tiempo en que la peruanidad está hinchada como un globo aerostático y más que ¡esta vez sí calificamos!, como venimos diciendo hace treinta años.

Aparte de las propagandas estándar, un tercio de ellas digamos, en que individuos racialmente entre alemanes y holandeses henchidos de peruanidad consumen cerveza u otros productos (como cuadros aspiracionales justifican los publicistas esta contradicción con la realidad), en estas eliminatorias ha habido propagandas que incluyen selectivamente personajes mestizos, indios o afros. Ahora bienla mayoría cae en la trampa de ponerlos en situaciones estereotipadas, “el minero”, “el guachimán”, o en estampas con llamas y naturaleza propias de un catálogo para turistas. En cualquier caso domina la gente “bonita”, blanca desde luego, divirtiéndose a su manera: son el punch line y el espíritu de estas propagandas. Una que llama la atención es la de supermercados Wong, 64 palabras para el Perú. En esta, de formato muy simple, manos ponen palabras recortadas en una tabla con un mensaje que en suma dice que los peruanos todo lo hemos podido, todo lo podemos, todo lo podremos y entonces calificaremos al mundial.  Ahora bien, todas las manos que ponen las palabras son manos blancas. Si solo van a mostrarse manos en un comercial deben ser elegantes y pulcras, pero más allá de eso, la mano es de alguna forma el símbolo de la humanidad, su versatilidad e “inteligencia” es lo que nos separa de los animales; tenga el lector esto en mente para las reflexiones que haremos después.

Volviendo al incidente de los cines UVK Larcomar, sin duda uno de los malls más chics y espectaculares de América Latina, no es algo que sorprenda a nadie que conozca este tipo de locales en Miraflores u otras zonas de alto poder adquisitivo y  predominancia racial blanca. Con gente de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos íbamos hace unos años a discotecas y bares de Larcomar a hacer un test. Una chica italiana y yo pedíamos entrar y no había ningún problema. Inmediatamente después venía una pareja chola, de color de piel no blanco y pedía entrar: les decían que era una fiesta privada, lamentablemente. Los vigilantes regularmente encaminan a la salida a gente con vestimenta india con argumentos estrafalarios: hay un video en youtube en que a una familia aimara le dicen “que los bebes quieren jugar afuera” (los propios de la familia, a los que aparentemente el guardia puede leerles la mente), y los encaminan a la salida de Larcomar. A mi esposa, que es una asháninca que usa solo kushma, la ropa de su cultura, una vez en Larcomar se le acercó un vigilante a decirle con ceño que si buscaba el baño y que los baños estaban afuera. ¿What? ¿Por qué buscaría el baño y por qué los baños estarían afuera? Desde luego se piensa que el indio se intimidará ante la voz firme de la autoridad y abandonará el lugar, dejándolo bonito. Llevo 8 años con Marishöri y me he acostumbrado a que en lugares como estos apenas está suelta la vigilancia se le acerca intimidante cuando no agresiva. Cuando aparezco siempre hay un fugaz gesto en ellos de gran temor y servilismo como diciendo: “oh… me equivoqué… esta india venía con el señor… por favor no me cachetee con la mirada”.  Muy ocasionalmente parecen hacer la reflexión de que un amor multirracial y multicultural es posible.Generalmente parecen pensar algo como: “bueno, si al señor le gusta tomar su whisky en plato… está en su derecho. Sigamos.”

Esta inercia mental, la de seguir el pensamiento dominante es El problema, no solo del racismo en el Perú sino de todas las taras y prejuicios humanos. Todos los humanos quieren ser especiales. Una minoría entiende que esto significa precisamente buscar adentro suyo qué le satisface, qué lo singulariza, qué lo hace él mismo y lo realiza, así sea algo muy común. La mayoría entiende que se trata de saber cuál es el modelo dominante y de mayor prestigio en una sociedad y acercarse a él lo más posible: eso los hace especiales. Este último impulso (paradójico si se lo ve bien) está en el centro de las dinámicas  de exclusión humanas.

Ahora bien en el Perú se sabe bien qué NO es especial: Todo lo que esté manchado, de afro, amazónico y especialmente andino, es feo y de menor calidad a lo europeo (sean pieles o fenómenos) y su prolongación criolla. ¿Ahora bien, hasta qué nivel llega esa mancha?
Inquirido sobre el incidente el administrador de UVK Multicines de Larcomar, Alejandro Figueroa, declaró que lo que pasa es que el artesano Ricardo Apaza: “no sabía ni hablar”. A primera vista parece el típico desplazamiento del racismo y el desprecio étnico hacia una cuestión de educación. Desde niño he escuchado a  mi parentela y allegados blancos cuando se les cuestiona algún comentario racista decir “es que es la ignorancia” con tono compungido de quien justifica porqué compra una refrigeradora extranjera y no peruana: lamentablemente son mejores. Pero hay mucho más en este comentario del administrador de los cines UVK. Para empezar es una patraña: si uno ve los videos de las declaraciones del joven Apaza habla bien español y se expresa de forma articulada. El comentario está destinado a anular. Saber hablar es  lo propio de humanos, lo que nos separa de los animales. Si como dice el administrador “estos provincianos que vienen a Lima […] no saben ni hablar” es que son un poco animales, la mancha llega hasta ese nivel.

La prueba de que no exagero es, claro,“La paisana Jacinta”, programa cómico de Jorge Benavides, JB, que lleva años con la mejor sintonía en horario estelar, en uno de los canales más importantes de la televisión peruana, Frecuencia Latina. Los programas cómicos son un vehículo notable para analizar la psicología consciente e inconsciente de un pueblo. Jacinta, una mujer andina vestida dentro de su cultura quechua  viene a Lima a buscar trabajo de lo que sea, “limpiando lunas, vendiendo frunas” dice la canción introductoria. Una historia común en nuestra capital. El formato es clásico de un programa cómico, enredos y quiproquos que se dan mientras Jacinta busca trabajo, lo encuentra y en una palabra, la caga sin parar. ¿Cómo es Jacinta físicamente?: desdentada, fea, desaliñada, con porte chorreado y mirada estúpida. Pero es al intentar trabajar cuando muestra su ser interior. Se  ve entonces que es irremediablemente bestia: habla de manera gutural, no entiende nada, no sabe nada, no aprende nada, por momentos se pone muy violenta y golpea a la gente y siempre hace un desastre del trabajo que le tocó. Esto se repite en cada episodio. Siempre hay un personaje que la ayuda y entonces ella quiere retribuirle abrazándolo pero este aunque nicebusca alejarse con gestos de que apesta. El “jefe” de turno le quiere dar oportunidades y soporta sus barbaridades pero termina concluyendo que es imposible, que no hay manera “Ay paisana, ay paisana… no se puede”. Y es una conclusión para todo el Perú: los indios no pueden ser útiles, no pueden mezclarse con la civilización, sus capacidades no les dan. Ahora bien, ¿la civilización es lo propiamente humano, no? Son entonces animales.

Si recordamos, el debate y dilema de si los indios eran animales, o con los términos de la época: ¿si tenían alma?, estuvo encendido en los comienzos de la colonia español., Como se sabe, el Padre Bartolomé de las Casas logró convencer a la corona de que eran humanos. (En cuanto a la profundidad humana del cura de las Casas, Borges tiene en Historia universal de la Infamia una frase que ahorra cualquier comentario: “En 1517 el padre Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, y propuso al emperador Carlos V la importación de negros, que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas.”)

Ahora bien parece que en muchas mentes peruanas no ha cesado de estar presente, y que una parte tendería a responder que no son humanos. Sino cómo se explicaría que un programa como La Paisana Jacinta - simplemente inconcebible en cualquier país que se respete- tenga tanto éxito y casi diez años. Aunque activistas de derechos humanos han logrado sacarlo temporalmente ha vuelto siempre triunfal en nombre de la libertad de expresión. En los Estados Unidos provocaría revueltas populares que se transmitiera una visión así del afroamericano o también si fuera el caso de alguna de las etnias minoritarias en Europa. Pero aquí Jacinta no es la minoría sino la mayoría, y uno se pregunta qué tan enfermo puede estar el peruano para reírse de su animalidad siendo que prácticamente todos tenemos una Jacinta como madre, abuela, bisabuela o varios componentes del árbol genealógico.  (Como es sabido, para el lado afro Benavides tiene al personaje del “negro Mama” que muestra todos los elementos animales de Jacinta solo que en su caso es físicamente lo más parecido a un gorila y tiene tendencia a robar, un prejuicio clásico en el Perú contra sus afros).

Aunque el fondo ideológico sea execrable JB es un buen actor. Así, uno de los “atractivos” de Jacinta es como es ridiculizado el tono quejoso suplicante con que el andino humilde habla a quien considera un superior en la vida. En su libro Los Ríos Profundos, José María Arguedas cuenta de un pongo, un empleado de casa, de que lo recibe a él y su padre en el Cuzco. Cuenta: “Tenía un poncho raído, muy corto. Se inclinó y pidió licencia para irse. Se inclinó como un gusano que pidiera ser aplastado.”

Desde luego se trata de una estrategia de supervivencia ante la violencia extrema del conquistador español, y sus sucedáneos peruanos, pero que no es tan común en el indio amazónico. No desde luego por mayor valentía sino que los españoles allá llegaron bastante más tarde, dispersos y la geografía de la selva mitigó mucho su capacidaddemoledora. Especialmente, tuvo éxito la revuelta de Juan Santos Atahualpa que expulsó a los españoles por más de cien años y retardó hasta la Republica peruana la “conquista” de la selva.

Stefano Varese en la Sal de los Cerros cita tal cual un manuscrito de un franciscano evangelizador que muestra la actitud del asháninca frente a la penetración occidental en épocas de la Colonia española: “El 30 de agosto de 1686 la expedición franciscana a San Miguel del padre Manuel de Biedma se encuentra bajando el Rio Tambo. Acompañan a los españoles algunas canoas cunibo. De pronto, desde una ensenada, aparecen dos indios, uno mochovo y el otro asháninca. Los misioneros se acercan a ellos y les ofrecen agujas y campanitas, pero estos rechazan los regalos y frente a las insinuaciones doctrinales de Biedma, el asháninca contesta “con pertinencia herética diciendo que nosotros adorábamos un palo (la cruz) y que su Dios les daba chacras y de comer; y vuelto hacia los conibos les decía que mirasen que los llevábamos engañados para hacerles esclavos…”

Esta actitud tiene que haber encontrado  Juan Santos Atahualpa cuando fue del Cuzco a la amazonia para organizar la revuelta. Pero asimismo es la que encontró Alan García en el 2009 en Bagua.  Evidentemente el poder central no esperaba una defensa de su territorio por parte de los indios amazónicos, pensaron que se dispersarían apenas oyeran los primeros helicópteros y balazos al aire. Pero no se movieron ni con los balazos al cuerpo y además contraatacaron y al parecer terminaron matando un número igual de policías que sus propias bajas. Se mataron como se matan los humanos cuando la confrontación llega a ese nivel. Y Alan García fue entonces tan explícito como la Paisana Jacinta en cuanto al inconsciente que rige al Perú, a buena parte de él. Abiertamente llamó a los indígenas “ciudadanos de segunda clase”, “barbaros”, “primitivos”. Este último calificativo no engaña a nadie, hace alusión a razas de homínidos pre-civilización, es decir, de nuevo, los indios son animales. Tendrían que haberse doblegado y dejarse guiar como ovejas. Si este atroz incidente dejó boquiabierto y echando espuma de irritación al gobierno y cientos de funcionarios y voceros mediáticos e institucionales, es porque se mataron de igual a igual, como humanos, balazos en la cabeza contra lanzas en los cuellos.

De aquí a décadas, quizás siglos, el Perúmirará la ceguera de estas generaciones frente a la identidad peruana, la intensidad de su propio auto-desprecio, con la perplejidad e incomprensión con que se mira a los alemanes que “sin querer queriendo” como diría el Chavo, convivieron, permitieron el Holocausto que desarrollaban los nazis ante sus ojos. Hacemos la comparación, claro, en cuanto a la inercia pasiva y cobarde ante un error  flagrante, no a las masacres. Aunque pensándolo bien, también. Múltiples holocaustos indígenas han sucedido en los siglos pasados, y el último hace poco más de diez años. La Comisión de la Verdad ha determinado que el 75% de los asesinatos de la guerra civil de 1980-2000  tenía como lengua materna una indígena, que la actuación de Sendero Luminoso frente a los ashánincas puede tipificarse como genocidio, que si se calcula los asesinados ashánincas en proporción a su población y la peruana hubieran sido dos millones los muertos.

Con las presiones por el caos ecológico que puede avecinarse, con un sistema económico internacional claramente no manejado e irracional, no es descabellado imaginar que pueden explotar tiempos duros en el mediano y largo plazo. Y una sociedad tan descuajeringada y enferma en su alma como la peruana siempre será peligrosa para sí misma.

Alejandro Carnero es autor de los libros “La Luna llena de días” y “Tanta gente extinta, tanta tinta tonta”. 

lunes, abril 02, 2012

Gracias, Charles Bukowski


¡Maldita frustración! ¿Qué hacer cuando no puedes escribir? ¿Cuando no tienes ganas de leer? ¿Cuando ves a tus amigos progresar, mientras te hundes en el abismo del fracaso? Quieres gritar, pero es de noche y muy probable que los vecinos llamen a la policía. Quieres correr pero hace frío y tienes miedo de morir de hipotermia. A la luz del computador, en tu cuarto oscuro y con solo la melodía de las teclas(porque estas tecleando palabras inventadas), sientes un miedo que te hace temblar desde lo más profundo de tu corazón y sientes en tus manos esa frustración de no haber hecho nada en tu vida.
Entras al internet y encuentras a un amigo y le dices tu problema. Te manda un poema de Charles Bukowski para que te sientas mejor y lo lees y por unos segundos tu tembladera se calma, pero aún no es suficiente: fue apenas un analgésico, el dolor de muela te sigue jodiendo y no tienes plata para irte a un dentista y sacártela. ¿Qué hacer?  Intentas leer pero tienes sueño. ¡Maldita sea! Váyanse todos a la mierda! Gritas en tu mente. En la sala de tu casa, caminas en circulo. Tu madre te mira y tú te detienes. Le quieres contar pero no puedes. Temes que se traume. Es mejor no angustiar a la viejita con tus nimios problemas.
Pero relees el poema y una frase ilumina tu mente, ““Y si tienes capacidad de amar /ámate a ti mismo primero /pero siempre sé consciente de la posibilidad de la total derrota, /ya sea por buenas o malas razones.” Y te acuerdas de que escribir es amarse a si mismo y eso haces. Escribes y escribes todas tus frustraciones con la esperanza de que te van a leer una considerable cantidad de personas. Te sientes mejor. Aunque es por pura vanidad(pero qué escritor no es vanidoso, recuerden “amate a ti mismo”) sabes que te va a leer aunque sea uno. Lo haces y gracias a Dios ya te sientes mejor. Gracias, Charles Bukowski. 
Gimel Zayin

Marco Aurelio Denegri con Washington Delgado 1/5

domingo, abril 01, 2012

A mis queridos poetas

"A mi me gusta este lugar"
Un niño de 5 años


Cuando me preguntan a qué me dedico, pienso en todas las respuestas posibles, pero sobre todo en la de poeta. Poeta o escritor, no son lo mismo. De hecho el poeta escribe, pero no es poeta porque escribe, es poeta porque siente. Y sentir no es sentir nada más. Es sentir de una manera distinta o sentir de todas las maneras posibles. 

En la literatura peruana hay pocos poetas. Por fortuna la gran mayoría de ellos escriben muy bien. La gran mayoría de los poetas, los que sienten. (Otra cosa son los narradores. Otra cosa son los poetas y narradores.) Hablemos exclusivamente de los poetas. Eso sí, no pretendo hablar de los poetas literarios. Son poquísimos y no vale la pena hablar de ellos hoy. 

He venido a hablar de los poetas que terminaron rezagados. No diré olvidados, pues para esto se requiere haber sido recordado. Para ser olvidado primero deben ser recordados, tomados en cuenta. Estos poetas simplemente no existieron. NN. Sus vidas no circularon en ninguna antología de Oviedo o de Vigil. Mucho menos dieron saltitos de alegría al ver su primer libro publicado. Probablemente algunos de ellos, no tuvieron la necesidad de leer. Eso sí, vivieron e hicieron de su vida, su obra. O sea no elaboraron una formula de catarsis para afianzar sus sentimientos en los demás, tan sólo dejaron que su experiencia termine por abrazar a los corazones más afligidos de su época. 

Un poeta, a mi entender, se determina a sí mismo. A diferencia del narrador, el poeta no puede hallarse como poeta. Él está predestinado, ha sido escogido —o condenado— para emprender aquel viaje vital. Hacer de su aliento poético un poema, es otra labor de la que todavía se puede sacudir. Pero siempre termina sucumbiendo a su destino de poeta. Los poetas son las personas más infelices de la tierra, y a la vez son las que buscas con mayor desesperación la felicidad. Saben de antemano que su lucha es insensata, pero abordan la búsqueda porque comprenden que a su alrededor, todos esperan verlos libres y contentos. En está desesperación en la que caen y se recogen continuamente, en ese incesante hallazgo, es donde radican el sentido de su existencia. O de su poesía. 

Si es que Dios existe, ha decidido arrojar al mundo a la mayor cantidad de poetas, como en una insinuación hacía la vida. Retándola directamente. No lanzó poemas, tal vez, pero sí hartos poetas. Lo raro de todo esto es que la gran mayoría de ellos no se encuentran, felizmente, metidos en literatura. 

En mi familia tenemos cinco o seis poetas. Quizá siete. Ninguno de ellos se reconoce como tal. Hay quien no cruzan, siquiera, los 3 años. Hay quienes abandonaron el colegio y nunca han leído un solo libro en sus vidas. Hay también quien, a pesar de todo, sigue haciendo de su vida algo más que un gran poema. No me malinterpreten no me refiero a inmolarse imitando a Baudelaire o a Bukowski. No. Al poeta la vida lo escoge, el que no ha sido elegido por más que intente batirse en las pataletas más infrahumanas, no podrá serlo. Por lo general, los poetas, los verdaderos poetas, terminan siendo indiferentes con su vida. La que creen injusta y casual. Pero terminan afrontándola.

Omar Livano

Manifiesto: Una deuda que saldar


Qué poco le interesa ahora —o quizá siempre fue así— la vida de alguien a sus contemporáneos. Mucho menos, tal vez, a los póstumos. Qué poco debe importarme lo que sientan los demás. ¿Cómo puedo detenerme a pensar si alguien —lejano a mí— sufre? ¿Me importa de veras que me pregunte cómo estoy? ¿Me interesa preguntar eso? 

Estamos quizá en una etapa evolutiva que ni siquiera Darwin imaginó. Como especie dejamos atrás al sapiens sapiens para convertirnos ahora en el homo egocentricus. Aquel que cree que llegó al mundo para ser servido por el resto, para ocupar una posición única y trascendental, aquel animal que piensa que se considera centro de todo lo que sucede, necio para darse cuenta que ser completamente feliz es lo único imposible para él. 

El hombre atraviesa esta etapa. Un amor propio y soso lo está consumiendo. No importa lo que le suceda al otro, lo que piense el otro o lo que sienta el otro. El dolor —por más que se diga lo contrario— no se comparte. El que llora, llora, mientras el otro es sólo un espectador. 

Si se hubiera sabido esto desde antes, los escritores, vaya, seré más atrevido: los poetas, nunca hubieran existido. Sírvase a pensar que el arte no es más que la transmisión de eso: sucesos, pensamientos y sentimientos. Pero cómo salvarnos. Cómo retomar ese interés por los demás. 

Tengo 24 años y puedo darme el gusto de avalar una verdad: A mí la literatura me lo dio todo, por eso no le puedo fallar. Fue gracias a ella que el egoísmo no me devoro (aunque a veces pienso lo contrario). A ella la conocí pasados los 12 años. Antes había leído algunas cositas con más compasión que placer. Pero fue con Moby Dick que leer dejo de ser una tarea. Luego Stendhal, Kafka, Stevenson, Voltaire y London abrieron las primeras puertas. 

Para no seguir abrumando con mi historia personal, confieso que califico a mis lecturas —en general— como todos: apasionantes, imprescindibles y poquísimas. Pero fueron suficientes para embarrotar a los demonios que asechan desde los 15. En resumen esas lecturas, y las posteriores me han sacado de la mierda más de una vez (¿y a quién no?). 

Las mejores pajas se las debo a Bukowski, años después también a Pedro Juan Gutiérrez. El boom —Donoso, García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa— me hizo creer en mi lengua. A la generación perdida la encontré años después y Henmingway y Dos Passos fueron más que autores. A Tolstoi lo admiro y Carver es el maestro. Camus y Sartre son imprescindibles, sobre todo el segundo con quién no sólo se aprende sino también se goza. Bryce fue el único capaz de hacerme llorar. Bolaño marco dos generaciones seguidas y quién sabe cuántas más. Dostoievski, Chejov y Borges son inalcanzables. Nunca olvidare a Trapiello. Nunca olvidare a Reynoso. Ray Loriga y Hrabal son divertidos. Celine es Dios. La biblia puede ser Mala onda, aunque me inclino, finalmente, por Los detectives salvajes. Boll y Arlt son disimiles pero revientan en mi pecho. Capote es capote. Caicedo me enciende. Me salpico de poesía acorde al momento, pero no puedo vivir sin Hora Zero. En rigor, sin todos ellos mi vida hubiera sido un fiasco, o un tronar sin sentido. 

La literatura nunca viene sola. Con ella los amigos se hicieron más amigos. Conseguí, también, a quienes llamar enemigos, y eso también se agradece. Ame con versos múltiples de Girondo, Benedetti y Scorza. Por último —equivocado tal vez— abrace un oficio, un sueño. 

Y este sueño estaba hecho para derramarse y corroer el egocentrismo, hacer de mi vida un poema digno, de mi primer amor una historia explosiva y de mí mismo un libro. Un libro abierto con final dramático e inesperado. 

Está es mi deuda. Mi deuda contigo Literatura, o contigo vida. (No puedo distinguirlas, paralelas y siamesas) Mi deuda es escribir y devolverle ese sentido al arte. Renovar los puentes entre la literatura y el hombre. Hacer del animal un hombre del hombre animal un hombre animal que lee y de este último, asirme yo mismo. Nunca se está muerto hasta que no se está completamente solo, decía mi madre. Y nunca se está solo si alguien más te susurra vida al oído. Como lo hicieron conmigo. Como estoy dispuesto a seguir haciéndolo.

Omar Livano