Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

lunes, octubre 14, 2013

La que nunca tuvo nada (poema)

Autor: Jaime Mamani Solórzano, gineco - obstetra del Instituto Nacional Materno Perinatal, Maternidad de Lima. ¿Alguien recuerda la huelga de médicos que duro cerca de un mes hace poco tiempo no más? pues bien, este hombre puso en riesgo su vida durante la protesta, víctima de la incapacidad del gobierno por no saber entablar políticas justas y objetivas para el bienestar de los trabajadores del estado. Las fiestas patrias la recibimos en medio de varios reclamos, en medio de la gente que ya está harta de tanta corrupción, en medio de los jóvenes que luchan por sus derechos "hasta quemar el último cartucho". Aquí dejamos también un video del mismo médico ya en tratamiento y recuperando su salud...hasta cuándo tenemos que aguantar tanto para ser escuchados, cuántos más quiere el Estado que pongan en riesgo su vida para poder decir el pueblo que existe todavía. ¡HASTA CUÁNDO!


LA QUE NUNCA TUVO NADA



Entonces los dolores le dijeron que la hora había llegado,

cogió pues los ropones que con sus manos había hecho,

los que tantas veces regó con sus lágrimas. ..

Llevaba a su viejecita madre al lado cuando llegaron

a la puerta de aquel Hospital.

Mientras le atendían ella recordaba, solo recordaba,

sus recuerdos le llevaron a aquella mañana fresca,

cuando bajo los eucaliptos un varón al oído le habló de amores,

Ella la que nunca tuvo nada, ahora tenía un gran amor.


Recordó el día que supo iba a ser madre,

¡la felicidad se vestía ahora con su nombre!

Entonces se puso bella como el sol, adornó sus cabellos con flores del campo,

fue y le dijo a aquel varón que ella sería madre, que él sería padre,

que ambos tendrían el niño más fuerte, el más hermoso del mundo,

recordó entonces la respuesta del aquel hombre:

que vaya a saber con cuántos hombres habría estado ella,

que él no era padre de aquel crío, que si estaba acostumbrada a eso hacer,

que no lo vuelva a ver porque si no, si no, no respondía

y de quitarle la vida capaz era.

Recordó como corrió, las sombras de aquel bosque la acogieron,

ellos fueron testigos de su dolor y su llanto,

fue allí que bajo la luz de la luna le encontró su vieja madre

la abrazó y la amparó como siempre.

Unas palabras la sacaron de sus pensamientos,

“Niña, ya vas a ser mamá”, le dijeron las voces,

se despidió entonces de su viejecita madre.

Vio muchas máquinas, muchos sueros, muchas agujas,

Vio rostros alegres, rostros amargados también

que si la prepararon, que si le dijeron que tenía que colaborar,

que solo puje cuando le digan.

Dios, ¡qué temor! ¡no me abandones padrecito!

Dónde está mi madre, por qué no puede entrar la viejecita.

Los dolores son ahora más frecuentes,

siente que sus entrañas se desgarran, quiere llorar,

que respire cuando viene el dolor, que todavía no puje,

respira más rápido, hunde sus uñas en la improvisada cama,

se desespera, suda, se agita, quiere gritar.

Finalmente el llanto de un niño culmina sus tormentos,

ahora quiere reír, quiere llorar, quería gritar al mundo su felicidad.

¡Ella, la que nunca tuvo nada, ahora tenía un hijo!



Lo abrazó, besó sus húmedas mejillas,

se miraron, se conocieron se sonrieron,

los delicados dedos del niño cogieron el dedo de su madre,

entonces lloraron juntos.

Luego quedito al oído le dijo:

“No llores palomita mía, mi corazoncito”.

Ya hablé con tu abuela, juntas vamos a trabajar y te vamos a criar.

Tú nos acompañarás, nada te va a faltar.

El tiempo parecía no existir, la agitación de los demás la sobresaltó,

que si estaba sangrando, que si no paraba la sangre

que si corran por el suero.

Empezó a sentirse débil, no podía respirar, el frío traspasaba su alma,

que extraña debilidad recorría su cuerpo

de pronto escucho: quítenle al niño, que si está grave.

Sin tener fuerzas para gritar abraza a su niño,

que no se lo quiten, que no se lo quiten

que si se lo quitan se le va la vida también.



Una mañana fresca, bajo la sombra de eucaliptos,

un hombre habla de amores al oído de una joven flor.

Lejos muy lejos, una viejecita sube el empedrado camino

a un triste cementerio y lleva cargando un joven crío,

La que nunca tuvo nada ahora tiene una tumba.

Donde su viejecita madre y su crío dejan flores frescas… y lloran sobre ella.