Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

jueves, septiembre 27, 2012

Al maestro con cariño: homenaje a Juan Ramirez Ruiz

Por Omar Livano

¿Y por qué nos miraron así?


En un programa de radio algunos de nosotros pretendimos ser sinceros y postulamos que el mejor poeta peruano era Juan Ramírez Ruiz. De inmediato fuimos tildados como locos o ignorantes. Los primeros que dieron el grito al cielo fueron “los Vallejos”. Luego también lo hicieron algunos otros disque entendidos, pero a ellos —hasta el día de hoy— no los hemos tomado en cuenta (sin ánimo de ofender, por supuesto).

Por lo general, aquellos que llevan estampado en su polo una foto de Vallejo, poco han leído de él. Quizá nada. Pero seamos positivos y supongamos que en realidad nuestra opinión sí los ofendió. Entonces corregimos: Vallejo es el patriarca, el mejor en nuestra lengua (hasta me atrevo a decir que como él nadie),  pero más allá de ver quién es el mejor, sentíamos que era necesario soltar la bomba. Expectorarla. Vallejo se hace inalcanzable en Poemas humanos. Lo sabemos y hemos crecido con esa consigna. Pero no es el único, no era el único capaz de hacer de lo cotidiano y recontra peruano una aventura poética perdurable y feliz. Pocos como Vallejo y Juanra se atrevieron a tanto. Pocos como ellos conocieron de tan cerca la  miseria: uno en París con aguacero y el otro  con una agonía anhelada que nunca cumplió: “Y tengo  además un deseo: quiero recorrer el mundo”.

Juan Ramírez Ruiz, desbordó y se derramó como una vertiente borrascosa o un huayco a través de sus poemas. Quiso ir —como Vallejo— más allá de toda postura convencional e hizo de la teoría un arma más (no un escudo para esconder las limitaciones, como hace la mayoría). Fue inalcanzable en Un par de vueltas por la realidad y explorador en Las armas molidas. Chiclayano de nacimiento y luego  arrojado por la vida a una Lima que nunca comprendió. Pero que igual supo hacer suya en cada verso que recorre a través de su obra y, ¿por qué no?, también de su vida.


                Una vida: Un Júbilo


Dónde nació exactamente importa poco. Nos basta con saber que era provinciano, campechano y solidario. A pesar de que hay quienes se desviven pintándolo como huraño y violento. Por el contrario, los que fueron sus más cercanos amigos se refieren a él como alguien que “si tenía dos soles en los bolsillos compraba emoliente, bizcochos… y  comías a su lado tranquilo, protegido, risueño, hablando de poesía…”. Entonces, ¿a qué se debe este mito que tilda a Juan Ramírez Ruiz como un ermitaño desagradable?

Probablemente todo se origina en Hora Zero, movimiento que funda con Pimentel (otro grande). El resto es historia conocida. Pero el desprestigio que sufre Juan está más bien acuñado por los opositores de la pandilla. Se sabe que existieron dos etapas en el proceso del grupo: un antes y un después de Ramírez Ruiz. No se trata de hablar de él como el mesías de la poesía peruana (aunque confieso que esta idea me seduce), hablamos de lo que se sabe y lo que se ha investigado hasta el momento. Por ejemplo, el día de la presentación de la segunda fase de Hora Zero, con Tulio Mora estrenando camiseta y un manifiesto (Contragolpe al viento) escrito —inusualmente— desde el extranjero, a la par también se reparte una hoja, de seguro maltratada y reproducida con mimeógrafo, que contenía el Palabras urgentes 2 escrito por Juanra.
Documento que Tulio Mora obvia en Los broches mayores del sonido (2010) —vaya usted a saber por qué—, pero que denuncia, sin pelos en la lengua, la convalecencia de un grupo que se caracterizó por sus ansias de ruptura, y que ahora buscaba “llegar a través de otras vías al establishmen cultural”. De esta manera la segunda etapa de Hora Zero quedaba bien acolchada, hasta nuestros días.

Es probable que uno de los pocos que luchaban, con fervor, por los primeros objetivos de HZ, y de paso el más influyente, haya sido Juan. Esto obliga a pensar que aquellos que se resistieron a aceptar como tal la poesía integral, o por lo menos a tomarla en cuenta, se han desvivido hasta el día de hoy para apagar su voz.
Jorge Pimentel, amigo y congénere, ha dejado guardados bajo siete llaves aquellas luces y esa propuesta integral y magistral en Ave soul, libro que se publica dos años después de Un par de vueltas por la realidad, pero que de hecho fue escrito a la par entre conversaciones exuberantes y experiencias recogidas por ambos poetas. Esta simultaneidad nos sugiere que ambos libros se influyeron mutuamente. Salvo algunas diferencias de estilo, otras características como el vértigo, el movimiento, el lenguaje y la visión aplastante de la ciudad, son similares. Pero este es otro tema.

No pretendo formular una biografía sobre Juan Ramírez Ruiz, pero es necesario decir algo sobre sus últimos días y su deceso. Primero, que a pesar de que rechazo la muerte —sumergida en el olvido y la miseria— de Juan, también reconozco que fue esa marginalidad la que me sedujo para escribir este texto. Segundo, estoy en contra de todo aquel que diga que Juan sólo es un mito o un ícono de la contracultura de Quilca y submundos donde disque impera la pose antes que la poesía. Juan Ramírez Ruiz es, en realidad, un poeta palpable que se envolvió en la locura de una vida consecuente con su palabra. Nunca fue de aquellos que huyen ante el primer síntoma de fracaso. Él creía fielmente en el poder de la poesía y murió con esa ley. Legándonos los primeros trazos para un cuadro que las futuras generaciones no hemos comprendido, o no hemos querido comprender. “Pregúntale a los muchachos”, decía Juan, con el alma repleta de esperanza. Y esto es bueno recordarlo, para construir una nueva y auténtica poesía.

                Un Par de vueltas (más) por la realidad

Qué difícil es encontrar este libro. A decir verdad es difícil hallar cualquier libro de Juan Ramírez Ruiz. Desconozco los motivos de esta extraña escasez. Lo cierto es que estos poemas hierven a pesar del tiempo y son tan urgentes como la vida misma.

De arranque el poeta te da la bienvenida con dos manifiestos (El punto sobre la i y Palabras urgentes) que enardecen e invitan a desbocarse en la lectura de los poemas siguientes. Cabe mencionar que este libro también es una fórmula que intenta romper con toda tradición arrastrada. Es decir, no solamente es una voz provinciana que mira a Lima y a él mismo envuelto en sus circunstancias, como lo indica Juan Zevallos Aguilar, también es una fórmula poética, y si nuestra lectura es más desesperada, puede ser, también, un grito que nos mantiene atados a la vida. Con todo lo  que esto implica.

En la primera parte (Vía férrea), habitan 6 poemas que tratan de meterle —por cualquier medio— vida al poeta. De esta manera se desecha cualquier intento lírico y se percibe una voz común, cercana y amigable con el lector. Quizá esta sea la parte más vertiginosa de todo el libro. Era necesario entonces esculpir el perfil de la voz que nos guiará en las próximas páginas. Pero eso no quiere decir que se trate de una sola voz. El egoísmo típico de los poetas líricos (yo siento, yo pienso) queda enterrado y es revelado, frente a estos poemas, como acaparador, e incluso ridículo.

Juan decía que nuestros tiempos (violentos, estúpidos y superficiales) no pueden ser abarcados por estos cantos. Así —con una poesía más conversacional— los 6 primeros poemas de la segunda parte (Media docena de inconvenientes por remediar) le darán vida a voces que parecen haberse perdido en la rutina de un país despiadado y enemigo de los sueños. Julio Polar, que pertenece a esta sección, es más bien la confesión y advertencia que Ramírez Ruiz hace a todos aquellos que osen meterse en literatura: “Y yo lo sé, yo lo he visto. A mí me consta”, sentencia una total derrota.

Las dos ilustraciones que pululan alrededor del poemario, son los instantes capturados en palabras que pueden ser capaces de llenar una habitación entera con dinamita encendida y, a la vez, desahuevarnos. Pero todo no queda ahí. La tercera parte (Todos los detalles de una experiencia repetida durante días, meses y años) suena como un rechinar de dientes y proyecta una suerte de raciocinio acelerado por parte del poeta. Donde se va desde Lima hasta Chiclayo el 20 de enero, recorriendo, antes, la panamericana norte.
Lo más destacado de aquí es, quizá, el poema “El único amor posible entre una estudiante de academia…”, donde se construye una relación sentimental (cortejo, goce, sexo, confidencias, vivencias y desenlace trágico), un poema que escupe los senderos para un estilo nuevo, no explorado hasta el día de hoy. Finalmente la cuarta parte (Un par de vueltas por la realidad) está representada por un poema homónimo, que condensa toda una vida y es quizá el poema más desgarrador y fuerte del libro.

Un par de vueltas por la realidad es un poemario que no solo se mantiene vigente, sino que esconde múltiples argumentos para ser considerado un libro a la altura de Poemas humanos. Es un grito descarnado en pro de la vida y que batalla contra la intransigencia y la apatía. Repito, es casi imposible encontrarlo; quizá ya se agotó —aunque, sinceramente, lo dudo—, pero felizmente lo que nunca se acaba son las ganas de releerlo.

En pocas palabras…

Probablemente Vallejo figure en todos lados como el mejor poeta peruano. Esto es entendible, justo e inevitable, pero urge que al menos alguien se atreva a decir que Juan Ramírez Ruiz también es el mejor poeta peruano, o el único poeta que nos merecemos (con poemas inalcanzables, ansiosos, atrevidos, llenos de vitalidad y con la muerte que arrastra a los poetas latinoamericanos hasta la más sublime y extrema de las situaciones). Como dice Antonio Chumbile: es necesario para alcanzar un equilibrio. Si no es así, corremos el riesgo de perderlo totalmente. Así como ya estamos perdiendo su obra. O así como ya, por necedad, lo perdimos a él. De mi parte: gracias, Maestro.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      
Los interesados en Juan Ramirez Ruiz puede comunicarse con Jorge Luis Roncal, quien editó y ahora vende el libro LAS ARMAS MOLIDAS 
( Su facebook es http://www.facebook.com/jorgeluis.roncalrodriguez y su número 4261727 - 962679934)

Por el momento no hay dónde conseguir  Un par de vueltas por la realidad... Ojalá pronto se edite!!! 

2 comentarios:

tulio mora dijo...

Solo tres precisiones:
1) "Contragolpe al viento" es de 1977 y el manifiesto 2-"palabras urgentes" de 1980. ¿De dónde saca el autor que Tulio Mora escondió el segundo? Debe leer obligatoriamente la introducción de "Los broches mayores del sonido" antes de hablar.
2) Es antiético oponer a Ramítez Ruiz por esa frase de que el resto de HZ "traicionó" al movimiento al incorporarse al sistema. Entre el 77 y el 85 casi nunca tuvimos trabajo y en el canoncito poético peruano fuimos los apestados. Tampoco sabe el autor que en el 2do congreso de HZ (1981) tuvimos 3 consignas: 1) escribir profusamente, 2) escribir rigurosamente, 3) sobrevivir porque el sistema prefiere muerto al poeta por incómodo. Y sobrevivir significaba salir del mundo marginal. Hoy veo que muchos alaban la marginalidad de JRR pero son profesores universitarios en Boston, NY, Canadá y en Lima. Qué bacán, ¿no?
3) Hay que ser muy tonto para establecer comparaciones entre, seguramente, el poeta más importante de la lengua española (Vallejo) y cualquier otro. Esa comparación es proponer el desmerecimiento del oponente a Vallejo.

Albert Estrella dijo...

un favor muchachos haber si se suben el palabras urgentes 2 porque ya no lo encuentro en la página del juanra ya no puede entar al link en Ancash 444 Saludos...