Sobre TAJO:

“Somos aficionados a la poesía. No somos profesionales. Que eso quede bien claro, pues una buena parte de nuestra crítica es potenciada desde esa perspectiva, desde esos campos abiertos que supone tal condición". (Roberto Bolaño)

miércoles, febrero 15, 2012

El pianista

No me sentía bien. Así que le dije a Carlos que iba a salir para que el aire frío de enero me ayudara a olvidarla. Tropezando con los parroquianos, que bailaban al compas de un bolero lúgubre, me escapé de aquel bar decadente. Afuera, en la pequeña ciudad de Danbury, el silencio invadió mi alma. 

—Mi alma está en mi música. 

Susurró un hombre vestido de negro. Llevaba un saco desgarbado, una camisa percudida y una corbata suicida que colgaba de su cuello. Tocaba un piano de madera vieja y teclas amarillas. 

—Este es mi dolor,  esta es mi tragedia, esta es mi música. 

De sus dedos escapaba una melodía amarga.

Por un momento pensé en la muerte, no como el final de mi existencia, sino como el comienzo de un viaje sin retorno. 


El pianista dejó de tocar, me miró en lo más profundo de mis ojos y dijo:

—Te entiendo, hermano. Estamos jodidos. La muerte nos alcanza a todos. 

Luego, prosiguió con su música triste. 

Todo mi cuerpo temblaba de frío y mis manos rechinaban de dolor. Y aún así, los dedos del músico se movían ágiles sobre las teclas de su piano. Me sentí patético. Yo, un inmigrante latino, un fracasado, graduado en una carrera inútil como Spanish B.A. y rechazado de las mejores maestrías en literatura hispánica,  veía que mi futuro no iba por un buen camino; ya tenía 25 años y mi sueño americano estaba más lejos que nunca. Para desfogarme había empezado a escribir cuentos donde me burlaba de los gringuitos que aprendían español sólo porque se sentían desgraciados, porque habían fracasado y, para colmo, creían que por aprenderlo iban a encontrar la verdadera felicidad. No sabían que para hacerlo había que sufrir. Sin embargo, mis cuentos eran malos y tenían muchos errores gramaticales. A veces escribía en inglés a veces en spanish, mayormente en espanglish. I don’t have an lengua. Supongo que por eso estaba aquí con este pianista, congelándome a las afueras de un bar tristísimo. 

La tentación del fracaso nuevamente quería atacarme. Pero gracias a un blues alegre del pianista, me olvidé de mi terrible destino. Su música me elevó. Me hizo pensar en las noches limeñas donde la tragedia se transformaba en un cuento mediocre. 

—Sí, la vida es una obra de arte.(tocaba su piano)


Sí, a Lima debes ir.(Su piano lloraba) Sí, esto no es música que sólo entretiene a tus tímpanos.(Las notas se elevaban al cielo)Sí, esta música llega a tu alma.(El silencio se hizo presenteSí, esta, mi música, te hará despertar de la realidad. 

El pianista tenía razón. Me sentía indefenso y necesitaba una música que me despertase de esta pesadilla. Acaso no es imprescindible wake up... make realize? Maldita sea, me había olvidado de la palabra en español. ¿Darse cuenta? ¿Acknowledge? ¡Maldita sea! El inglés invadía mi cerebro. Mi español se desvanecía. ¡Maldita sea! 

La night was fría and triste como la music. Supongo que no había form de understand. From where lo habían sacado? ¿How is él? God damm it, hace frío. Supongo that en southamerica Valentina, la que se llevó my hearth, estará disfrutando del summer. 

El blues terminó. El pianista encendió un cigarrillo y, después de la primera pitada, sacó una guitarra y mientras la afinaba, 

—Es una mala idea combinar Valentina con la nostalgia. No sabes si quedarte por ella o volver a tu país para ser feliz. Valentina—aquí hizo un pequeño arpegio—al igual que la nostalgia, es engañosa porque te hace pensar que existe un mundo mejor. 

Tenía razón. No podía seguir pensando en Valentina. Ella estaba muy lejos y yo me moría de frío, de nostalgia, de soledad, de una tristeza profunda e irreparable. El pianista se colocó unos lentes oscuros, se acomodó la guitarra en sus piernas y me regaló una sonrisa.  

—Toquemos otra música para tu corazón extraviado. 

Sí, necesitaba música para mi corazón extraviado. Y empezó y su música era distinta. No era Jazz, ni Blues, ni siquiera clásica. 

—Sólo tú sólo puedes comprenderla.

Me es difícil describir aquella música con palabras humanas. El seguía tocando, indiferente a las sensaciones que me conmocionaban. Entonces, entonces me imaginé la batería, ese sonido primitivo que sólo la percusión es capaz de crear. Deseé poder tocar los tambores junto con el guitarrista. Yo, un joven demasiado delgado, un joven que no encontraba respuesta... 

— Te ves triste y yo sé la razón. Quieres ser un gran escritor, pero piensas que no tienes talento. Y siempre le echas la culpa a tus padres, al hecho de que vivas aquí sin amigos. Pero, tú lo puedes logar. Sólo necesitas disciplina. No la tienes ahora porque has perdido tu fe en la literatura—hizo una breve pausa, carraspeó un poco—pero sobre todo necesitas olvidarla. Hermano, olvídala—me miró sarcásticamente y finalmente dijo: Pero no puedes porque Valentina estará siempre en tu mente. Su fantasma te perseguirá para siempre. 

Sus dedos se paralizaron; la música se detuvo y mi nuevo amigo  empezó a desaparecer. De repente sentí un empujón, me caí y un gringo alto y gordo empezó a golpearme y a insultarme. 

—Fucking  crazy immigrant. Return to your shitty country. 

La noche estaba más sombría que nunca y el gringo seguía golpeándome.

—WHAT’S WRONG WITH YOU, MAN! FUCKING REDNECK! FUCKING IMPEREALIST! 

Le grité. Al instante, el también desapareció. No me dieron ganas de levantarme así que me quedé echado en el piso. 

Después de más o menos cinco minutos, Carlos vino y me ayudó a levantarme. Yo estaba muy cansado para siquiera quejarme. 
—Ya vámonos, Daniel. Estas re-borracho. 

En eso sentí una punzada en mi estomago y, antes de embarrar a mi amigo, lo empujé y  empecé a vomitar en la acera. Vomité todas mis angustias, mis odios y también quise vomitar mi corazón pero se quedó estancado en mi pecho.

Gimel Zayin-New Milford, 2012

No hay comentarios.: