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martes, abril 29, 2014

IRON BUTTERFLY: CUATRO DISCOS COMPLETOS



HEAVY (1968)


TEMAS:

1. Possession (0:00-2:46)
2. Unconscious Power (2:47-5:18)
3. Get Out Of My Life Woman (5:19-9:16)
4. Gentle As It May Seem (9:17-11:45)
5. You Can't Win (11:46-14:27)
6. So-Lo (14:28-18:32)
7. Look For The Sun (18:33-20:47)
8. Fields Of Sun (20:48-24:00)
9. Stamped Ideas (24:01-26:09)
10. The Iron Butterfly Theme (26:10-30:46)


IN-A-GADDA-DA-VIDA (1968)



TEMAS:

Side A
1. Most anything you want 00:00
2. Flowers and beads 03:43
3. My mirage 06:51
4. Termination 11:45
5. Are you happy? 14:37

Side B
1. In-a-Gadda-da-Vida 19:08

BALL (1969)


TEMAS:

1.-In The Times Of Our Lives
2.-Soul Experience
3.-Lonely Boy
4.-Real Fright
5.-In The Crowds
6.-It Must Be Love
7.-Her Favorite Style
8.-Filled With Fear
9.-Belda-Beast


METAMORPHOSIS (1970)


TEMAS:

00:00 1. Soldier In Our Town
03:08 2. Easy Rider
06:09 3. Butterfly Bleu
20:01 4. Free Flight
20:40 5. New Day
23:50 6. Shady Lady
27:38 7. Best Years Of Our Life
31:23 8. Slower Than Guns
34:59 9. Stone Believer



miércoles, abril 23, 2014

HORA ZERO en fila india: Mario Luna, José Cerna, Ángel Garrido


MARIO LUNA 
(Chimbote, 1948 - 1984)

HAMBRE

Hemos construido nuestra sonrisa
hemos averiguado quién echó el disparo
hemos amarrado al hombre para que no se muerda la mano
hemos amanecido en un circo repletos de fantasías
desde donde vemos la ciudad más alta
de distinta manera
como vemos las palabras.
Hemos visitado la playa más excitante
hemos estado abrazados largo rato
rejurando nunca olvidar.
Hemos entendido que un soldado no es culpable de la muerte
del pueblo.

¿Escuchan?
¿quién toca la puerta todos los días?
¿quién pregunta con la mano escondida en los bolsillos?
¿por qué Juana la vendedora de tomates se ha caído patas arriba?
¿es que siempre nos vamos a encoger de hombros?

¿es que siempre vamos a creer en las fábulas?


JOSÉ CERNA
(Chachapoyas, 1948)

SEÑAL DE IDENTIDAD

Yo soy un lago
                           - y en el próximo verano
Haré mi traslado a la Universidad Mayor de San Marcos.
Aguas del verano-
                                                 ¿soy un lago
O no?
Esa es mi pregunta/pero la del policía
                          es
                                              ¿eres o no universitario?
En el fondo las dos preguntas son el mismo asunto
(En el fondo de qué, diría Luis Rodríguez)
                                                                          La Universidad es un lago
Y ella camina
lenta junto a la pared de la Facultad de Letras
Allá vienes con tus libros en la mano
Los pinos son árboles que circundan a San Marcos
Los árboles se agitan sobre tus ojos
Aguas de la tarde/ tus cabellos se inclinan sobre
el movimiento de mis ojos
La Universidad es un lago
                                               En sus aguas nadaré el próximo verano
Seré universitario a partir del próximo febrero
¿a partir de cuándo será un lago?
                                                                     “déjate de vainas”
-dice el policía- “ven y muéstrame tus documentos”
El policía disfrazado de pino voluminoso y oscuro
En esta esquina de Carabaya y Colmena
                                                             un árbol seco extiende la mano
(¿Eres o no universitario?/¿Eres o no un lago?)
                                              No  sé
La realidad es la que sabe – la realidad es un lago
Y yo estoy en sus aguas
                                               - entonces… ¿yo sé?
Vamos por esta calle Quilca angosta y extraña
La tarde/bajo el silencio pasa una carreta de duraznos
Y JRR dice:
                    “yo soy esta
                                   y la otra realidad”.
Ahora tú y yo, amor mío,
vamos abrazados bajo los árboles de San Marcos
                                                     6:30 pm y en mi boca
sube la humedad de tu pelo/ Los pinos cambian sus formas
En las márgenes la hierba despierta un humor casi amarillo.


ÁNGEL GARRIDO
(Cerro de Pasco, 1954)

DISCURSO DEL SOCAVÓN /  I: 4

Y la Ciudad se alzó con la piedra que arrancaron los deseos:
Arañando las rocas para dar caza a las ilusiones
                               Bajando a la Mina para extraer la Piedra de los Sueños
Y he aquí que esos sueños comenzaron de pronto a ser conocidos
                                       como la Plata y el Oro
Piedras de colores arrancados al subsuelo aún a costa de las mismas piedras
                           aún a costa de los mismos sueños
Y fue aquí entre la Noche que Tanatus instaló para siempre entre los mineros
                         solo sombras Tragedias Sufrimientos
                                                                           (Eros vs. Tanatus)
Y estos sueños- aún simples para Ellos:
Salir con vida a la superficie°  y llegar pronto a casa con panes y regalos
                                                                            bajo el brazo
Cerca las sonrisas la alegría la miel entre los dedos
Cerca el aire puro a plenitud libres tus ojos frente al cielo libres
                                  tus ojos en medio del mar de hierba entre el Mar
              de piedras-libres tú y todos allí libres al fin de la pesadilla diaria
                                            (sobre todo de los de Abajo)
Libres tus ojos de La Noche
Lejos de los gritos de Muerte.


_______________________________________
° (Porque se suele también salir sin vida, cuando La Mina te elige; a veces no se sale ya nunca)


martes, abril 22, 2014

HORA ZERO en fila india: tres relatos de Carmen Ollé


(Lima, 1947)

VAGABUNDOS REALES

Cuando el primer poema hizo presa de mi fantasía, un pez y una máquina de coser se instalaron en ella. Tejida la telaraña, un par de leyendas mudaron mi timidez en estados alterados. La leyenda de Arthur Rimbaud en Ardennes fortalece la de Francois Villon, en Pontoise, Francia. Ambas giran en torno a un poeta granuja. La primera traza un rastro que va de Charleville, un anodino poblado francés, hasta  África. De la segunda, es decir de la vida caminante de Villon, se pierde todo apunte del protagonista a los32 años. Las dos tienen las marcas de la violencia y el desdén por lo que dejaron atrás. Rimbaud canceló sus metáforas en nombre de los desiertos del amor, Villon se libró de morir en la horca y huyó.

El amor me liga a esas sombras y talla en mi destino otras. Los granujas que encontré por el mundo fueron simples ladrones de gallinas, fumadores de pipa con la cazoleta invertida, oscuros militantes de sectas o partidos políticos ya desaparecidos.

En una excursión que hice al interior del país cuando tenía veinte años, me deslumbraron los ojos almendrados y cínicos de un pueblerino. El cielo bajo y el brillo de las estrellas serranas tenían la misma intensidad que sus pupilas azules. San Miguel de Cajamarca sobrevivía  una recia temporada de lluvias con muy pocas reservas. En los lugares escarpados y áridos habían crecido hierba mala y flores silvestres, pero en el poblado escaseaba la harina; el camión que cargaba harina y en el que venía yo fue recibido con gran algarabía. Hasta aquí había viajado yo buscando mi destino.

Por esa época, nada era más incierto que adentrarse en un pueblo del interior. Ni el teléfono ni el telégrafo eran objetos muy reales, todo podía estar en desuso o descompuesto, y en ese caso, solo te quedaba aspirar el aire seco y limpio de las montañas.

Cuando me presentaron a Ojos Almendrados creí ver al leopardo esperado. Él tocaba charango y cantaba en el cementerio. Al pueblo había llegado ya la música de Santana. Dormimos en el pasto y bebimos cañazo con vainilla, ebrios y felices, mientras aguardábamos que el camión descargara su mercancía, pues al cabo de ese hecho retornaría yo por donde había venido, como un suspiro divino.

Cuando regresé a Lima, Ojos Almendrados, cantor de cementerios y ladrón de gallinas, me siguió y al anochecer apareció justo al poste de luz de mi casa; Ojos Azules entonaba baladas campesinas bajo mi ventana y mi padre lo apuntó con su anticuado Máuser, espantando la leyenda. No supe cómo aquel superó la vergüenza esa noche. Me enteré años después de que había ingresado a la PIP. Pobre Rimbaud.


FUNCIÓN MATINAL

Un hombre en cuclillas junto a una pared tiene el pantalón remangado a la altura de las rodillas y oculta la cabeza con las manos. La pared está en medio de un pastizal. Más que una simple pared es un murallón. En él se han escrito: “¡Viva la guerra popular! ¡que muera el presidente!”.
Pasa una línea férrea muy cerca de la pared, pero no se oye el pitar del tren. En cambio, a pocos metros, los carros pasan a gran velocidad por la carretera.
A lo lejos, en un terreno eriazo, se divisa un poblado. Enormes cerros plomizos lo cercan. La atmósfera no es transparente. Curvándose, en los cerros, las torres de electricidad asoman sin mayor inquietud.
Es otoño. El río arrastra poca agua y tiene piedras. Algunos campesinos rocían con pesticida las legumbres. Sus camiones se estacionan a la entrada de sus huertos.
El hombre en cuclillas alza de rato en rato la cabeza. Siente el venir del viento inflado de los carros. Sus ojos son compasivos.


MUJER CON SAYONARAS CELESTES

El tema que acababa de exponer en clase había sido sugestivo: “Las ciudades en las postrimerías de la Edad Media”. Recuerdo que todos se rieron cuando dije que eran tan sucias como las nuestras y nadie pudo en ese instante concebir una ciudad limpia en el resto del mundo. Comprobé esta hipótesis en una composición donde la fuerza de la realidad se impuso a la lógica. He ahí lo insólito en una prosa de Kafka en la que el narrador presenta una urbe vacía y limpia. El error de nuestro desconocimiento o de nuestra incapacidad para imaginar una ciudad distinta, ya que mis alumnos no habían visto nunca otro fenómeno que el que enfrentaban a diario: Lima y sus suburbios.

Pero la universidad estaba situada a una hora de Lima, en el campo, en una zona denominada yunga, al parecer menos contaminada.

A eso de las cinco de la tarde yo ya estaba fuera del campus intentando conseguir un micro para regresar al monstruo. Ese día, como todos los miércoles, a la misma hora, me fui caminando hacia la carretera central en vista de que a esa hora se suspendía el tráfico entre la universidad y Chosica. Caminaba a lo largo de una barriada con cierta dificultad por la arena acumulada por el último huaico. Los escasos arbustos habían sido arrancados por el aluvión. Mis botines se hundían rítmicamente tratando de no alejarme de los estudiantes
que se perdían por las callecitas estrechas. Presentía el peligro de estar sola, semejante al alud de meses atrás o a los asaltos que, según se rumoreaba, sorprendían a los caminantes en la oscuridad. Sin embargo, a esa hora de la tarde, la vida parecía desenvolverse de manera normal por este lado de la villa. Las mujeres iban y venían con sus bolsas de pan caliente para la merienda.

Dos mujeres conversaban en un extremo del puente con una vendedora ambulante. Las tres parecían indiferentes ante lo que sucedía a pocos metros: bajo el puente una pequeña mujer se empujaba con las manos. Sus sayonaras celestes hacían lo posible por afirmarse en la resbaladiza ladera. Restos de comida, latas oxidadas, papeles y otros desperdicios cubrían el monte hasta el río.

El paisaje a esa hora se teñía de una tonalidad sepia, la tierra y el cielo adquirían una monocromía envolvente. Pensé que esta parte de la realidad se me revelaba solo a mí. En cambio, allá, en la capital, seguramente la gente ya estaría hojeando el periódico en la agenda de espectáculos para elegir la película deseada.

Me acerqué al trío de mujeres, una tenía una escoba en la mano para limpiar-supuse- el lodo de la escalerilla del puente, pero ni siquiera voltearon a verme, mucho menos se dieron cuenta de que la mujer en el basural estaba a punto de resbalar y caer sobre las piedras del río. ¿Qué buscaba esa especie de simio en ese lugar y a esa hora? Yo no vi nada de valor, solo basura desparramada, entre la que buceaba a tientas, sorteando el peligro. La vida, sin embargo, transcurría apacible, sin motivo para alarmarse y nada aparentemente rompería la armonía de la tarde. Los estudiantes de la universidad y los escolares atravesaban el puente risueños y alegres.

Me animé a preguntarles a las tres mujeres por la mujer en el basural. Me miraron en silencio y siguieron conversando- por lo que escuché- sobre los problemas de la comunidad: había que restablecer el cobro del peaje del puente suspendido por el huaico…Si había alguna respuesta, esa la daría yo.

Vi que todavía faltaba un buen tramo que subir para llegar a la carretera. De una cantina salieron las voces típicas de la proximidad de la noche borradas por un trago de ron. Más arriba, del lado del cerro, empezaban a encenderse algunas lucecitas. Me volví para mirar a las mujeres peo estas ya no estaban; la carreta de la vendedora ambulante había desaparecido también. No alcancé a mirar hacia abajo en el río más que la espesa niebla que amenazaba convertir el paisaje en noche cerrada. Y aquella imagen de la mujer con las sayonaras celestes, por donde se filtraba minutos antes algún rayo de luz, no era sino una sensación más en un infinito registro. Apuré el paso.

RELATOS EXTRAÍDOS DEL LIBRO:

UNA MUCHACHA BAJO SU PARAGUAS
(SEGUNDA EDICIÓN, 2008)
EDITORIAL SAN MARCOS

lunes, abril 21, 2014

HORA ZERO en fila india: un cuento de Maynor Freyre



REMOLINO DE PASIÓN 
(Lima, 1986)

Hace años que vivo atrapado en el remolino de este tormentoso viaje sin lograr dar un rumbo cierto a mi desdichada búsqueda del paraíso perdido. El plazo se ha cumplido. Ya la nave zozobra  y las chalupas no han sido carenadas: ¡no hay salvación!

Los pocos momentos de remanso que he conocido en esta travesía habrán de quedar grabados en el cuaderno de bitácora, en sus páginas izquierdas (que no siniestras). Oh proceloso mar, tus ambigüedades, tus veleidades, tu inestabilidad convierten en cada vez más lejana la isla del arribo: el edén del amor perdido por el hombre.

Atisbo en el fondo de los parajes marinos muchas otras naves hundidas, destrozadas, sus viejos velámenes deshilachados. Quiero aprovechar esta última ventisca de desolación para salvar mi viejo buque despertrechado y con la ruta extraviada. Soy apenas un curtido marino sin tripulación que va perdiendo la orientación correcta, que se despierta y confunde el barlovento con el sotavento. Y ya no cuenta siquiera con una brújula o una rosa de los vientos, pues todo se ha ido quebrando en este viaje insensato y loco. El velamen yace casi hecho piltrafas.

Solo me queda taponearme los oídos para no escuchar más el canto de la única invicta y hermosa sirena que me guiaba con los luceros de sus ojos hacia los inevitables arrecifes, al encalladero final. Mientas tanto estoy sintiendo un salobre sabor cimentado al fondo del último barril de agua en existencia y la carroña de la podredumbre carcomiendo las exiguas vituallas que restan por consumir.

Afuera llueve. Mejor me encerraré en mi camarote y marcharé a la deriva un tiempo. He sentido el chapaleo de las ratas al caer en apretada huida. La noche viene y oteo por el ojo de buey que será desestrellada: ni la Cruz del Sur acompaña esta agonía. Más son los estertores del mar y no los míos los que mayormente me aquejan. La bruma empieza a enceguecerlo todo, convierte en difuso el cuaderno de bitácora y ya es dificultoso que una de mis manos encuentre a la otra en medio de la cerrada niebla que nos envuelve. El barco va desapareciendo. El mar se seca…

TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO:
MUJER DE CURA (2006)
Fondo Editorial Cultura Peruana.

jueves, abril 17, 2014

HORA ZERO en fila india: 5 poemas del "zambo" Verástegui


(Foto: Felipe Revueltas)

"Tenía yo 19 años cuando, en ese bello verano de 1970, 
me integré a Hora Zero para compartir las mismas ilusiones,
las mismas experiencias, toda la locura de que se es capaz cuando,
entre los objetivos planteados, figura construir la belleza que hará posible
la conciencia de libertad en el mundo".
E.V.

Diario Z + 1: 2/1/2004

O-
Quisiera florecer sin recibir nada
por mis poemas, publicar grandiosas novelas
sin que me paguen derechos de autor,
escribir ensayos fundamentales
sin hacerme famoso.

Déjenme así extraño y solitario.
Oh por favor déjenme florecer.


Más allá de las computadoras

¿Existe el pensamiento? ¿Existe el lenguaje?
La mente es tan profunda como el sistema nervioso
y en el lenguaje se sobrepasa a la computación
en el SÍ/NO/QUIZÁ está la riqueza de la mente.


Avatar: Epístola a las discípulas de Krisol
Para el ingeniero Ángel Zegarra, in memoriam

V

Como un río de lava son las cosas,
incandescentes y volátiles, sin más verdad
que la Conciencia discerniendo la verdad
de lo falso, alcanzando la cumbre en una flor.


Karma y luz

Escribí ese poema en la otra vida
y lo refrendo ahora. No es un Karma,
es el apretón de manos entre el pasado y el futuro.
Tal vez no escribí ese poema ayer,
sino en un mundo múltiple
donde pasado, presente y futuro se confunden:
luz al final del túnel
que traspasa la montaña hacia la luz.


Poesía para señoritas
a Vanessa, mi hija científica

Cuando leas poesía
aprende a distinguir lo Verdadero de lo Falso.
No todo lo que está bien escrito es Verdadero
Y todo lo mal escrito es necesariamente Falso.
El criterio de Verdad es lógica impecable.
Falsedad es absurdo más allá de cualquier palabra.
Así, si distingues Verdad de Falsedad
serás una Princesa consorte, comerás uvas frescas

y acertarás cuando leas poesía.


POEMAS EXTRAÍDOS DEL LIBRO:

TEORÍA DE LOS CAMBIOS (2009)
SOL NEGRO Y CASCAHUESOS EDITORES

martes, abril 15, 2014

HORA ZERO en fila india: poemas de Eloy Jáuregui



"Cierto, somos calmados hoy y maduros con un encanto de faites licenciados.
Pero cada quien es un tentáculo de pulpo brioso y siempre iluminado.
Afilados y sesudos ahora más".
E. Jáuregui


ARQUITECTURA DEL AMOR
(Pampas de San Juan, Pamplona y Atocongo)

Guijarros, conchas y arena
nunca mar, gaviotas o espejos de ternura
las piedras blancas en inmejorable lugar
el sol menos, las nubes más, las lluvias entre
el invierno por el verano
un eclipse sobre el cometa Halley
y la luna encadenada a una estrella.
Oh señor-señor, cómo se calma este orden,
del escenario ha desaparecido la cordura
y sujetos ante mis ojos están los tuyos
negros y rojos/ rojos y negros, siempre tus ojos
ampollando nuestras espaldas de tortuga
mordiéndonos cuerdos, sin razón
con la gracia verde de los injustos.
Es difícil respirar por estos lares
Señor tiempo, Señor balón de gas propano
y el animal absoluto, conocido en los manuales
como el tigre, desenvolviéndose cauto en mi dorso
observa con paciencia propia, el arenal paisaje
no de cuadro, no de foto, más bien indeleble realidad.
El resto apareció cual bandada de pajarracos
muchos viejos, pocos palos, manto negro de los sueños,
Señor cielo, añada por favor, tiña el panorama
con el tibio blanco-humo de su traje
con el sabor de sus cabellos a cebolla
ponga el Este en el Oeste, el océano de cabeza,
cálcenos con botas de cuarenta leguas
y petrifique nuestras edades en sus puños.
Señor Basura: sepáreme las flores silvestres
colóqueme el cerro sin cruz ni tanque de agua,
a los invasores que los dirija el cojo
al cojo, la estera mágica de sus perradas,
y las muchachas los partes de guerra
y a nosotros Señor Mañana
a nosotros que nos rompa el viento
pero que jamás nos jodan.



PROFUNDO VELLO
(o Guitarra con cuerda rota)

i.m. Mario Luna

Has colocado el disco del lado colosal del silencio
y el concierto alimenta el anzuelo y surca la ausencia del eco.
El maestro Segovia rasga la plomada gimiente del venoso ron
los líquidos afinados de espasmos y óyense los vientos escuetos,
el aullido del lobo y los pechos forcejeados a sus espinas.
Tu mujer y la mía celebran del oleaje corpulento su eufonía
abren las ventanas y en la noche malva arde el asfalto
donde para amarse negligentes solo se amuralla tanto tiempo.
Son jóvenes y van preñadas por la gamuza de los guitarristas
eliásticas enguirnaldan los hijos mordidos en la roca
y a quemadura penetran en el deseo bruñido a saliva el aguijón.
Tu mujer oye Aranjuez y te besa cual velero zurcido a su océano,
la caligrafía de la mía es a la ceniza una araña que retuerce su astilla.
Ambas danzan escamadas azulinas sobre el muelle sin rastros de sol.



GRAFÍA DEL LÍMITE

i.m. Alberto Flores Galindo

Gran señora y gobernaba y hacía mercedes y fue casada
con Inga Roca. Y por esta señora fue respetado
grandemente su marido por los señores
grandes de este reino desde su jurisdicción (…)
Felipe Guamán Poma

Bájense prestas de este sueño de país
las sábanas de sangre, tire su tinta
el muslo de selvas, su quejido de ovarios
esa lengua de crestas en los folios sagrado
no existe muerto más bello que el esperma,
la cruz y la daga cogotean el fustán del sol,
mi tierra uñando la estirpe de ojo tuerto.
Ámese el odre preñado y su alarido
la vergüenza del arcabuz aputado
yo soy la historia, usted la vida
calor de mantos sin geografías de coyas.

Que no falte honor, ni alfabetos, sí carne.

lunes, abril 14, 2014

HORA ZERO en fila india: poemas de Manuel Morales


(Iquitos, 1943 - Porto Alegre, 2007)

ÚNICA OBRA: "POEMAS DE ENTRECASA" (1969)


“El poeta muestra uno de los rasgos “fuertes o ácidos” del lenguaje directo que ha reinado en la poesía de la generación del 70. El uso de una expresiva “jerga”, sustenta su desparpajo y estilo muy peculiar por la estridencia que obedece al decoro personal y populista. Trasunta en todo momento un humor característico de extraño ceremonial “entresacados”, de los mundos cotidianos actuales. Gusta de la escritura en versos mayores, donde el criterio moral o su mundo sentimental unen los giros en la búsqueda de un lenguaje muy nuestro. Esa fuerza narrativa estará presidida por una crítica única y amarga, pero también risueña, de un mundo nostálgico que busca sus sentidos frente a la vida de los hombres. Últimamente Morales en poemas posteriores a su primer libro, nos entrega un nuevo sistema de valores poéticos que ofrecen un enriquecido lenguaje equilibrado, lo cual no será producto de la realidad “directa”, tal y como son; sino más bien, otorga a su poética de un amplio registro por la oralidad y la salida de un sistema expresivo de búsquedas interiores: de purificación ritual de gamas y valores humanos que tienen las mismas esencias sin llegar al desparpajo. Lo cual es una contrapartida a su primera inicial escritura”.
CÉSAR TORO MONTALVO,
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA PERUANADEL SIGLO XX (AÑOS 60/70), p.178.

 "Toda mi vida fue una aventura, 
la aventura de un poeta que luchó contra el mundo 
y siempre salió bien porque es un luchador social 
comprometido con la verdad."
Manuel Morales

AL AMIGO NAPOLITANO
ENTRE BOTELLAS VAN Y BOTELLAS VIENEN
(poema descriptivo)

Dijo ser napolitano.
Poseer dos queridas y un reloj. Y un apodo (por supuesto)
pero reconocía al Callao como su más cruel amigo.
Disparó media docena de cebadas. Y puso dos discos.
Luego habló de hembras calientes y recitó un soneto.
Una rata rubia salía de sus labios.
Y sus ojos eran transparentes como un celofán.
Claro está, embriagaba su presencia, era
como encontrarse de pronto en una playa extranjera.
Y narró su soledad casi de costa a costa. Y sacó una carta.
Carta horadada por los años; donde las letras, más que leerlas,
era menester adivinarlas. Después lloró como un napolitano.
Recordó a su padre ametrallado por los nazis. ¿Quién no recuerda
al viejo, sobre todo cuando bebe, y no es más el tiempo ayer?
De su madre dijo dos o tres cosas simples. Y calló.
Declaró no tener hermanos. Pero adujo – con orgullo napolitano-
que su padre fue el Campeón Mundial de la cama. Las 83
mujeres que tuvo asó lo confirman.
Esta vez yo pedí una docena. Y cigarrillos. Y puse discos
de Celinda y Reutilio. Y celebramos ese acontecimiento.
Un perro ladró porque alguien le pisó la cola. Sonrió, y dijo:
“Por el perro, ¡salud! Siempre es grato brindar por un perro”.
Hizo un ademán como si recordara y prosiguió: “Se llamaba Cacciatore
y me salvó la vida en un incendio. Fue por el año 40
cuando Italia no era Italia y el país estaba hasta su huaino”.
El mosaico advirtió que cerraban y trajo la cuenta.
Pagamos mitad a mitad. Y salimos.
Nos despedimos. Y se fue hacia Santa Marina.
Yo lo recuerdo, simplemente, como un napolitano que chupó conmigo.


NO BUSQUEN UNA PATRIA

No busquen una patria
que contenga rosas. Hoy
ya no existen las rosas. Solo existe
una patria en la palma del pecho
y otra
en el centro del ojo.
Sigan buscando rosas. Encontrarán
un balazo en el pecho
y otro
en el centro del ojo.


MUERTE DE LA PROSTITUTA TALHULHAH RICKETTS EN TEWCKA

Para mis hermanos Oswaldo Reynoso,
Miguel Gutiérrez, Tulio Mora y Jorge Pimentel

Talhulhah Ricketts murió en abril
dejada de lado en sus amores por el obispo de la ciudad
quien la canjeó por dos mancebas
que juntas sumaban su edad. Talhulhah
Ricketts murió en abril, espantando
con su espanto las hirvientes palomas del otoño.
Entre la vida
y el cielo la lluvia pudrió el imán de la cólera con desazón
(la caridad es una mujer flaca en sutiles velos sueltos
llamándonos a la salida de un velorio deshabitado).

Coquetas lechuzas sonámbulas rodearon su féretro
y el rocío de la mañana
le cubrió de sombras a su ondulada cabellera azul
en cuanto el caballo del remordimiento – insomne bruto-
no se dejó oír por la sarnosa trompeta de la memoria.

Talhulhah Ricketts bebió brandy con arsénico.
En su soledad llena de pájaros cenizas y acribillados, Talhulhah,
con su lengua ennegrecida, colgada quedó en la margen izquierda
de la pobre tierra defenestrada y sin lugar a olvidos;
estéril destino asesinado doblemente por un intenso
y arrugado viento viejo azotando como un canalla,
las calles repletas de intestinos ahuecados conduciendo
las pobres aguas putrefactas de la ciudad y sus efluvios
a las acequias donde el recoleto Caronte toca su bandolín siniestro
y su perro regaña a quien descarna los tobillos de la duda.

Talhulhah Ricketts murió sin piar.
Las altas damas de la sociedad pintarrajadas y entalcadas
como indios, balbucearon:
“La más bella prostituta,
cambiada por nada dio en eso, el primer
suicidio en los últimos ciento veinte años en Tewcka”.
La caliente luna subiendo las barrosas escaleras del río
atolondrada quemaba sus vestes por el castigo infligido a su magnolia.
¿A quién transferir ahora el halo perdido de la rumba
exorcizada en la pista de danza por Talhulhah? ¿Por qué
el desprecio la afligió con sus vinos gordos
en malos pensamientos? ¿Por qué la muerte estupra
sirenas de la noche con cobardía?

Talhulhah Ricketts murió en abril
-¿Será el mes más cruel?-
de loco y fermoso amor
como un navío de piratas alucinados, cronometrados
por el reloj geológico de la desgracia. Una parva tristeza
de extraños contornos, alta como la nieve alta,
escurría de sus ojos cubiertos de tierra oscura,
más alta todavía que las escalinatas de su sinuosa melancolía.

Y los rendez –vous cerraron sus puertas
en su homenaje, antorchas a medio palo
socavando las quimeras, el fuego del instinto. Y ojos
que nunca oyeron sangrar gacelas al rumor de una densa
garúa debajo de un trágico viento de faias indignadas, sintieron
el frío que hiede en un canto del desorden de nuestro entendimiento,
mascando dedos y huesos y vulvas sin raíces,
quemando los cristales de la ausencia, por Talhulhah.
¿Vieron ustedes alguna vez llorar a un rufián apasionado?

Del alto púlpito de ébano, magnánimo y cordial
el obispo todavía sentenció que no iba a excomulgarla.
¿A quién pertenece la vida,
a quién los despojos de los seres intensos
huyendo de los cuervos? – dice retórico, vaticano,
mirando para el infierno de su consciencia e intuyendo menguadas
uvas al sol y colinas y muslos rozados
sobe la opaca piel de la hierba triste y ya sin amor.

Con ademanes propios del fin del siglo XIX
es inconcebible, “cuchichearon las altas damas cariadas,
la más bella prostituta sucumbir de amor”.
Talhulhah Ricketts murió el 20 de abril
de 1953, a los 34 años de edad.
Su sombra de eterna dudosa muchacha
es más alta que ella propia,
una humilde paloma en celo
de cuclillas, llorando exfoliada en medio de la lluvia, los tambores
              y el otoño.