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jueves, junio 28, 2012

Los espirales literarios






Texto sobre el hermoso y maldito vicio de fumar. Gracias al amigo Carlos Chipana Ramos


“No comprendo cómo se puede vivir sin fumar…
Cuando me despierto me alegra saber que podré fumar
durante el día y cuando como tengo el mismo pensamiento.
Sí, puedo decir que como para poder fumar… Un día sin
tabaco sería el colmo del aburrimiento, sería para mí un día
absolutamente vacío e insípido y si por la mañana tuviese que
decirme hoy no puedo fumar creo que no tendría el valor
para levantarme”.
La montaña mágica, Thomas Mann


En escritos sobre literatura siempre se han tocado temas como la muerte y el amor hasta llegar a formas espirituales al igual que las drogas en lo literario. Intentando salir de un aspecto cotidiano más no llegando a un absurdo he decidido encauzarme hacia un tema no muy usual: el tabaquismo. Que en la literatura a logrado calar hasta desembocar en textos que han sido pasados por alto, a pesar de su calidad literaria. Por eso he seleccionado aquel epígrafe que resume el gusto que tuvieron hombres de letras como el escritor alemán de Mario y el mago.   

Thomas Mann demuestra la afición que tuvo por este elemento; en el mundo del arte y de la literatura –ya que mi escritos planean más tal ámbito- uno se da cuenta de que el cigarrillo a sido un componente fundamental en la influencia de la vida como obra, aunque es extraño no encontrar un Quincey, un Dostoiewsky, en Flaubert o un Hemingway con el cigarrillo predominante y eterno en alguno de sus personajes, a menos que fuere de manera fortuita, a pesar de ser grandes fumadores. Pero lo que deseo es apelar a aquella propiedad en el cigarrillo: es un objeto fortificador o azulado, los versos del escritor de Las flores del mal ya lo demostrarían así con su poema La pipa, junto a otros poemas como el albatros y a la que es demasiada alegre,: yo soy la pipa de un autor,/ pronto se advierte al ver mi rostro/ de Abisinia o de Cafrería/ que mi amo es un gran fumador… Complementando con los versos posteriores como el tabaco logra rescatar al hombre de un lugar de depresión y dolor sumergiéndolo en el espacio de lo sereno y calmo.  Relación entre el autor y el tabaco sea en envoltorios simples como los de un Inca –sin dejar de lado a mis ancestros- o las de una colosal pipa a lo Gûnter Grass.

Si es verdad que el tabaco tiene su predominancia en lo literario su antecedente europeo más prehistórico –de lo que estoy enterado- se encuentra en el Don Juan de Moliere del siglo XVII cuando da entender su posición sobre este tópico: “Diga lo que diga Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada comparable al tabaco… Quien vive sin tabaco, no merece vivir”. Ignoro si Moliere tuvo en la mente alguna lucha tabaco vs. filosofía, pero su obra lo deja ver. Hasta considero que esta frase debe ser cabecera de muchos.

Ya mas adelante Andre Gide diría que el acto de fumar es un complemento al acto de escribir. No sé si sea cierto. Pero sinceramente esos espirales que se forman conllevan que más que a un simple vicio o una forma de expresar el desanimo, el desasosiego, la incertidumbre o la tristeza que uno siente y que da ganas de expresar después de unos cuanto cigarrillos, considero que es, también, un acto de creación no cualquiera puede crear una O o cualquier otra figura abstracta y hasta surrealista con un poco de manejo de los labios y las profundidades vocales. Con sus esquemas plantados en grises o azules.

Azulados un atributo dicho ya por una mayoría de escritores que mencionan aquel aspecto pictórico como lo hace tanto los Gitaneses o los Gauloises de Ribeyro o los Engranajes de Ryunosuke Akutagawa: “El humo subió por la pared rosada, ligeramente, con un color azulado; la suave armonía de matices me agradó”. Tal descripción solamente se puede lograr en un momento de meditación y serenidad ocasionada de seguro por los efectos del tabaco. Además de escritor oriental prolífico en la que se pueden destacar relatos como la Nariz o Rashomon (llevada al cine) donde el predominio de su seimei o impulso vital deja ver la predominancia de su prosa.

En la literatura y el tabaquismo hay un relación muy profunda entre uno de ellos quien lo a tomado sobre todas las cosas –además de lo urbano- es Julio Ramón Ribeyro, nuestro distinguido escritor, lector y, por supuesto, fumador peruano en su Palabra del mudo demuestra en un relato, que podría denominarse puramente reflexivo y vivo, llamado Solo para fumadores donde realiza un bagaje completo sobre el cigarrillo tanto filosófica como absurda –como lo dice el mismo autor. Que menciona a otro libro no menos importante me refiero a La conciencia de Zeno de Italo Svevo, escritor italiano-judío, que fue uno de los pioneros de la novela psicológica y uno de los primeros en usar los métodos del viejo Freud en la construcción de personajes en lo referente a los sentimientos que brotan en el diván; escritor, amigo intimo de Joyce

Mayormente no tomo con un tema insípido el tabaquismo si no más como un elemento impulsador de ciertos literatos que los llama a escribir o a pensar. Incluso el tabaco tienda a darnos ese momento de calma para meditar tanto sobre todo, Akutagawa al respecto: “Fumando, dejé la pluma y empecé a pensar en varias cosas, en mi mujer, en mis hijos y especialmente en mi cuñado, que se había suicidado…”. Ya que el mundo no da los momentos para pensar en uno mismo, sino mas bien solamente momentos para el trabajo. Cuantos tienen aunque sea un momento de ocio para sentarse en algún lugar y prender un cigarrillo y empezar a cavilar sobre uno que otro asunto para despejar su mente de todos las vicisitudes que le impone a uno las situaciones amígales, familiares, etc. Para ser uno mismo y pensar que en que camino vamos, mientras nuestros labios con su abstracción de perfume gris juguetean con los infinitos átomos que navegan en los vientos de nuestro entorno. Si fuera lo contrario podría decir que el fumar es una acción fútil y aburrida de matar el tiempo y al cuerpo, entonces preguntaría como hizo un Andre Gide para vivir hasta los 80 años o un Gorki, hasta los 68 o un Ribeyro hasta los 66 y un hijo de sobra.

Incluso alguien ancestral como Palma a tomado de forma seria el tabaco en La cajetilla de cigarros y, el brillante, Las glorias del cigarro el que menciona los regalías finos, los virginios, las cabañas, los vegueros y hasta los cartagenas –me refiero a las distintas manifestaciones del tabaco, por supuesto- y para ser más patriota: la flor de Lima, otro cigarro. Apoyando la idea de su característica calmante o catártica:“al mal dar, pitar”, además logra hacer un conjunto de nombres entre los unionistas, los sport, hasta los duros cucaracheros que destrozan la garganta y calma el alma.

Además hay un acto anterior al fumar que es pedir el fuego, incluso es muy demócrata cuando decimos “permítame su fuego”, no importando quien lo pida si esto no es una democracia limpia no sé que lo será, y luego “gracias por el fuego” luego de dar la primera bocanada, como un Benedetti, que dejo en misterio su afición al tabaco. Quien no ha escrito sobre el tabaco merece darse un tiro, pero lo que intento no es aquí es incitar a que alguien tome como gusto o que alguien deje el cigarrillo, tan solo meramente expresar una idea más no un arte por el arte sino sólo un escrito, puesto que las ideas se me hacen humo. Después de todo el tabaco no es sino un modo un poco extraño, y no demasiado aburrido de vivir. Que más se puede decir.
Y para los queridos del tabaco que les gusta reunirse con el astro sol jamás digan “nunca más” (o never more parafraseando a Allan Poe) o “este es el ultimo”, “creo que el cigarrillo tiene un gusto más intenso, cuando es el ultimo. También los otros tienen un gusto especial propio, pero menos intenso. El último recibe su sabor del sentimiento de la victoria sobre uno mismo y de la esperanza de un próximo futuro de fuerza y salud. Los otros tienen su importancia, porque, al encenderlos, manifiestas tu libertad y el futuro de fuerza y de salud subsiste, pero se aleja un poco”. Si es algo tan querido y tonificante para aquellos dudo que lo dejen, a pesar de sus efectos a largo plazo, pero díganme después de todo… ¿Quién es inmortal?  
      

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