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sábado, marzo 08, 2014

Poetas peruanas (II): Sonia Luz Carrillo, Silvia Vidalón, Patricia del Valle, Nora Alarcón


Siguiendo con la pasarela de las poetas peruanas, presentamos a cuatro mujeres hechas y derechas, como sus poemas. Ellas saben lucirse. Sin más, a leer y disfrutar. 

SONIA LUZ CARRILLO


ALGUNA VENTAJA

Mi hijo conversa con los pájaros
                                 claramente,
con el viento,
con la yerba vespertina.
Nosotros
             hace horas hablamos 
             sin entendernos.









SILVIA VIDALÓN

VOY A DESPOJARME DE MIS VESTIDURAS

Voy a despojarme de mis vestiduras
voy a dejar caer la batan rosada
      a tus pies
quedaré desnuda como la primera vez
       sin nada que pueda pensar

                avergonzada

Hoy me quitaré la coraza
que tantos la construyeron
                              sobre mí

Hoy me desprenderé de las costras
                  que me despellejarán la dermis
porque no te mereces
                     las huellas de mi pasado
la pisada en que resbaló mi vida
caí entre tus manos herida
             entre tus besos arropé mi cabello
y sobre mí me protegías haciéndome crecer
en el laberinto interno de tu ser.  


PATRICIA DEL VALLE

LA NIEBLA

Mi ser está tomado por la niebla
niebla quieta/ niebla móvil
insolente criatura que invade
mi frágil cuerpo pensativo
es profunda y me abraza
ciega y rotunda
no se detiene
como la fábula que salió del libro
se alinea/ cae/ resbala
no han cambiado las cosas
en este país de sordos y olvido
¡un día más sin democracia!
En las mañanas 
hacia la madrugada
como un ritual persigo
la misma niebla
detrás del muelle
niebla que prolongas la noche
en los ojos desorbitados
de un perro moribundo
luz titilando
alumbras débilmente
- pálida niebla depredadora-
devoraste a la noche
igual que a mi sonrisa.

NORA ALARCÓN

ZAINO

Y el viento secaba esas lágrimas
siguiendo las huellas del reloj

sumergido en este galope sin estribos
en un zaino desbocado de vacío

a dónde gritar...ya nada araña el silencio

y si un rayo incendia esta oscuridad
que ya no embriaga

moriría como aquel potro
desangrándose cuando le castraron

bebiendo tu sueño tras este corazón
lanzado sobre algún obstáculo.

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