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domingo, noviembre 11, 2012

De Flavio


Si hago memoria
no son muchos nuestros encuentros
o peor aún, él solía estar cansado
y yo mudo.
A pesar de eso
a veces pienso en su enorme barriga
sus ojos crispados
su sonrisa de niño entusiasta.

Vestía un gabán negro
                  cuello alzado
                                   boina española
y parecía todo
menos poeta.

Lo recuerdo a los 6 años
cuando el apodo de Flaco le hacía justicia
llegó para robarme la infancia
y regalarme una camiseta crema
de aquel tiempo sólo me queda eso
y la mancha verde de 10 soles
cuarteados y dormidos en mi mano.

Luego, sin exagerar, lo recuerdo a los 17 años
estaba borracho y comía un caldo de gallina
chupando con gusto los huesitos
mi madrastra le aguantaba todo
y yo no aguantaba ser adolescente
ser adolescente y su hijo a la vez
tampoco soportaba su formalidad
ni sus zapatos limpios
ni su obsesión por el futbol y el trabajo.

Tenía una pequeña biblioteca de 10 o 12 libros
donde lo mejor era Los ríos profundos
con páginas intactas que lo delataban
presumido y mal lector
pero había que escucharlo hablar
cómo razonaba el viejo
era lúcido y encarador
a veces vanidoso
y jodido como nadie.

Paseábamos y comíamos helados en una plaza de Abancay
él creía que no me daba cuenta
                  sus ojos se perdían en traseros rechonchos y tiernos
luego compartimos una cerveza
                  debía volver a mi vida
y mi vida no estaba con él,
así que nos despedimos
y sus palabras fueron incomprensibles
                  tufo de licor y música ayacuchana.

Desde ese día no lo he vuelto a ver
sí su ortografía perdida en e-mails
perdida como él
entre la neblina de cualquier ciudad,
y si algo heredé de mi viejo fue eso
esa necesidad de perderme
de perderme y volver
como vuelve el árbol de mango que sembró cuando nací
y su camisa impecable planchada
y sus cartas cursis para Martha
y su barba de 3 días
y su camiseta de la U o su guitarra con 5 cuerdas
y la dureza de sus brazos y su cabello marchito
y él cargándome en hombros corriendo y Martha renegando
y yo lleno de risas
y así es como lo prefiero recordar.

Omar Livano (de No se han ido)

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