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lunes, febrero 06, 2012

Una verdadera fiesta americana

Una fiesta Americana

5 de Febrero del 2011



El súper tazón es el evento deportivo más sintonizado en los Estados Unidos. Más de 113 millones de fans se enloquecen delante de un televisor—no importa cual sea el tamaño—,mientras comen, conversan y alientan a sus equipos. Aunque el incomprendido fútbol americano para muchos latinoamericanos resulta aburrido, lento y monótono, para el ojo experto cada jugada es un ataque cardíaco, una angustia con sobrepeso, una exaltación que puede  llevar a la sobredosis. Si uno se toma su tiempo para aprender las reglas y prestar atención a cada jugada, el deporte cobra vida. Es que el fútbol americano es la antípoda de soker (así es como se le conoce al fútbol que todos conocemos en estas tierras). 


El primero es pausado y sobre-pensado. Cada jugada es analizada detenidamente como una batalla decisiva. Cada jugador tiene una función especifica e insustituible. Un error puede terminar en catástrofe. En cambio, el fútbol (soccer) es más dinámico, imprevisto y, muchas veces, ilógico. Nadie nunca sabe lo que va a pasar. Un equipo humilde puede llegar a las semifinales de un mundial e incluso ganar una Eurocopa. En el fútbol americano un equipo repleto de estrellas jamás podría ser derrotado por un equipo de clase media. 


Incluso, en el nivel arbitral, los dos deportes tienen abismales diferencias. El fútbol americano es más justo porque sí se usa la tecnología. Cada jugada polémica es revisada sosegadamente. Los árbitros se toman su tiempo antes de pitar una falta. Y aunque es paradójico, son pocas veces que los jugadores se agarran a trompadas por una decisión injusta. En el soker, como todo fan sabe, muchas veces el arbitro resulta un hijo de puta, una chingada, un malparido, y la caga y cobra penales inexistentes y expulsa por las puras y no ve manos. Todo estos errores humanos hacen del soker un deporte al borde de una crisis nerviosa. Por eso tal vez levanta más pasiones que el fútbol americano. 


Nevertheless, gustos son gustos y aquí el fútbol americano es el deporte rey. Cada equipo tiene sus fieles fanes y cuando llegan a la gran final de la liga pues se arma la fiesta. Esta vez, en la edición XLVI, se enfrentaron los Gigantes de Nueva York contra Los Patriotas de Nueva Inglaterra. 


Lo que me fascina de este deporte, aparte de sus hiper calculadas estrategias (¡sabían que hay como 4 tipos de entrenadores por cada equipo!), es todo el espectáculo que se arma alrededor de la final. Es decir, cada súper tazón es un ritual en la sociedad estadounidense. Antes de que siquiera empiece el partido, en canal de televisión presenta a los jugadores como gladiadores que llegan a la arena a jugarse la vida y tal vez la libertad. Dentro de la cancha, los jugadores caminan solemnes, conscientes de que millones de estadounidenses admiran sus cuerpos atléticos, su dedicación en la cancha, su lealtad incondicional. Incluso, cada equipo tiene una canción especial. La canción de Los Gigantes fue “Written in the Stars” Tinie Tempah y de Los Patriotas, “Crazy Train” de Ozzy Osbourne. Hasta al tirar la monedita son 


Cuando toca decidir quien va a ser el primer en tener el balón, el arbitro reseña la historia de la moneda, explica su significado y argumenta porque la eligieron. Luego un artista famoso canta el himno nacional, con orquestita y todo, y ya, cuando cada liturgia previo al partido ha sido explotado a su máxima potencia, una lluvia de flashes y pantallas de celulares resplandecen como una constelación en las gradas antes y durante el primer kick off. 


Los comerciales son otro espectáculo. Todas las empresas ansían promocionar sus productos en tan glorioso y sintonizado evento. Esta vez el NBC cobró aproximadamente 3.5 millones de dólares por 30 segundos. Y, por lógica,  en este corto plazo de tiempo las empresas trataran de convencer al espectador de que el producto promocionado es indispensable. En soker, en la final del mundial, todo espectador ignora olímpicamente los comerciales. La mayoría va al baño, otros estiran sus piernas, los muchos discuten el partido. Pero en el fútbol americano las empresa contratan a los mejores publicistas para que los comerciales sean entretenidos. Yo, sinceramente, disfruté del comerciales porque cada uno es una obra maestra del arte propagandístico.  Así si dan ganas de apoyar al consumismo. 

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