La pregunta se la responde la poeta Pollarolo en su escueta columna de lunes en el diario Peru 21.
Debo rectificar: supe después que en el deslumbrante espectáculo de luces y fuegos artificiales la noche del 8 de julio, Tania Libertad interpretó, acompañada por la Orquesta Sinfónica del Cusco, un fragmento musicalizado de La mano desasida, entre otros temas.
Así, mi tesis se desmoronó, porque lo que yo pensaba demostrar es que el canto nerudiano, emociona y por ello invita, qué duda cabe, al espectáculo. La mano desasida, en cambio, es un viaje al interior del yo, a las profundidades del abismo existencial, desde donde Martín Adán entabla un diálogo con la piedra y la interpela sobre la muerte, Dios, la creación y el propio yo, que está en ruinas:
¡Ay, Machu Picchu maldito!/ ¿Por qué me sigo naciendo?/ ¿En dónde mato el que ni vivo, /Para ser el que no muero?/ ¿En dónde estás, Machu Picchu? /¿Dónde estás, que no te veo? / ¿Estaré vivo?/ ¿Habré muerto?/¿Cómo es la muerte? ¿Cómo es la vida?/ ¿Dónde estoy en tu misterio?
¿Cómo cantar tanto dolor y angustia en un espectáculo de luces y colores preparado para la celebración del orgullo nacional? Me parecía que no era posible, pero Tania Libertad lo cantó. Me hubiera gustado escucharla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario