Si yo les dijera aquí y ahora que existe un libro que combina la Gran Historia Familiar Americana de John Irving con la epopeya alquímico-redentiva de Jim Dodge, la fábula sci-fi/biológica fatalista –pero esperanzada- de Kurt Vonnegut y el encuentro-con-uno-mismo y la pena interfamiliar de Tom Spanbauer o el Ron McLarty de The Memory of running, ¿Me creerían? Porque ese libro existe, y se llama ¡Todo importa! -con signos de admiración, como Hurrah!- y su autor es el americano Ron Currie, Jr. Este es su segundo libro. ¿Me creerían, entonces, verificada su existencia, si les dijese que este es uno de los más grandes libros que van a leer jamás y, a la vez (si son ustedes autores) el libro que jamás podrán escribir? (eso sí me apena pensarlo; pero, qué caramba, al menos lo ha escrito alguien).
¡Todo importa!, asimismo, le plantea a uno una disyuntiva terrible a la hora de escribir uns sinopsis. Porque en ¡Todo importa! todo sorprende, y la excitación más sublime brota de lo inesperado de todo ello, del impacto emocional que yace en cada nuevo giro de la trama. ¿Cómo hablar de él, entonces, sin chafar violentamente la metafórica guitarra de los posibles futuros lectores?
Esto es delicado, lo veo; una esplanada minada de spoilers. Pero síganme, tomen mi mano, y les aseguro nadie resultará dañado.
¡Todo importa! narra la historia de Junior Thibodeaux desde el primer instante en que nos topamos con él, aún buceando plácido en el bajovientre de su madre. Hasta ahí, un comienzo decimonónico como cualquier otro. La primera sorpresa es que una voz (¿El Destino?) le sopla al nonato Junior una profecía espeluznante: en 36 años, 168 días, 14 horas y 23 segundos un meteorito colosal (el Destructor de Mundos) impactará contra el planeta Tierra, desmenuzándolo y acabando con cualquier tipo de vida. La misma voz sobrenatural nos irá conduciendo, en forma de cuenta atrás numérica (100, 99, 98…) por las primeras presentaciones del entorno con el que va a convivir Junior durante sus primeros años sobre la tierra. Según vamos avanzando por esa primera trama de la novela –puedo seguir leyendo, no teman; aún no hemos aguado fiesta alguna- la cuenta atrás se va interrumpiendo para dejar hablar en primera persona a los miembros de la familia Thibodeaux: Debbie, la mamá alcohólica y dañada; John Sr., el firme, ecuánimo, fuerza-de-la-naturaleza y no-nonsense padre; Rodney, el hermano mayor, fan de Iron Maiden, slacker y simplón, que tiene todos los papeles para terminar mal; Uncle Rodney, el tío de Junior, camello de cocaína; y finalmente Amy, primera amiga (y futura novia) de Junior.
Y nos acercamos al punto en que, en breve, se impondrá dejar de hablar. Chocante situación, considerando que estamos aún en la página 61. Un día, Junior (aún tiene 18 meses) está viendo la televisión y de repente unas imágenes de pruebas nucleares le provocan un ataque similar a la epilepsia. De aquel suceso, Junior emergerá cambiado: serio de repente, huraño, y con un coeficiente intelectual que desafía toda comprensión. Y la conciencia plena de cada minuto de vida que le queda al planeta (además de muchas otras conciencias, entre ellas la de conocer el pasado y los secretos de quienes le rodean).
Y aquí les diría que pueden imaginar lo que sigue, si no fuese porque sería falso. No pueden. Nadie podría. Desde ese punto, ¡Todo importa! se torna algo que es mayor que una novela, y que reúne lo mejor de innumerables géneros, uniendo maravillosas viñetas de dolor, pérdida, confusión, compasión, lazos de sangre y descalabro espiritual humano con ciencia ficción, teorías conspiratorias, aventuras apocalípticas, acción aeroespacial, béisbol y biología. Es una novela de “tenemos 24 horas para salvar el mundo” mezclada con un perceptivo exámen de los errores de una vida, de las vidas arruinadas y la gran broma que es la condición humana. Es un libro que recién termina de hacerte sollozar hablando de amor paterno-filial, de redención, de cobardía y cómo aplastarla, de aguantar las cornás de la vida por encima de todo y proteger a los tuyos pase lo que pase, y de golpe te lanza de un empellón a un escenario digno de El ultimátum de Bourne. Es una obra que no teme preguntarse sobre la razón de las cosas, sobre qué es crucial en nuestro paso por el mundo, sobre la importancia del amor, la salvación implícita en la amistad, la catástrofe del amor perdido e irrecuperable, la inquebrantabilidad e incondicionalidad del amor filial, y a la vez relatar sin aliento un intento enloquecido de encontrar una cura contra el cáncer, pasando una semana sin dormir a base de un poderoso derivado secreto de la metanfetamina (en un fragmento que es puro Jim Dodge del Not fade away).
Mezclemos, mezclemos, pues, sin miedo: una narrativa de armaggedon digna del John Wyndham de El día dels trífids, un escenario de departamento secreto aeroespacial y black-ops (con un personaje genial, Sawyer: el típico “conseguidor”, medio El Lobo, medio G-Men, medio Men In Black), una historia de amor en sentido inverso y de cronología cambiante que recuerda al Olvídate de mí de Charlie Kaufman (o incluso a A matter of life and death, de Powell & Pressburger) y otra historia paralela de salvación Frank-Capriana con espíritu ¡Qué bello es vivir!. Y de columna vertebral, tanto el humor negro humanista de Vonnegut como la inmensa empatía y dulzura de Spanbauer. Sonrisas y lágrimas, amor y muerte, y un pedazo de meteoroide flamígero que va a reducirlo todo a cenizas como alguien no se dé prisa.
¿No les recuerda esto en cierto modo a un fragmento de la serie inglesa Black Books, en que una pareja de novios busca un libro ideal para sus vacaciones, y Bernard Black insiste en recomendarles a ambos el mismo best-seller?
Sí, hombre, éste:
Female customer: How do you know what we want?
Male customer: We don’t like the same sort of stuff anyway.
Bernard: You’re going on holiday. You want trash. But you want different kinds of trash. (To female customer) You’re a woman, you want social themes, believable characters. (To male customer) You, you want plots, suspense. This’ll do you both.
Female customer (not sure yet): Hmm…
Bernard: (holds up another copy of the book) There’s this temp, right? She’s 29, she can’t get a boyfriend, oh my god.
Female customer: Sounds great!
Male customer: No, no way.
Bernard: And she’s got 12 hours to stop nuclear war with China.
Male customer: Great.
Bien, pues ¡Todo importa! es algo así, sin deje trash de pulpa best-seller. Una novela elevada sobre la vida, el amor, la familia y la condición humana que utiliza para exponer sus tesis el lenguaje de la ciencia ficción y el ritmo frenético del más llameante apocalipsis venidero. Parece increíble, pero es cierto. Y si ¡Todo importa! no se convierte para todos ustedes en el mejor libro del 2011, me como el sombrero.
Kiko Amat
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