“El maestro
aprende de su discípulo cuando enseña. La intensidad del diálogo genera
amistad en el sentido más elevado”
George Steiner
Uno de los problemas educativos que se origina a diario y
dificulta el aprendizaje teórico – práctico del alumno es tan tangible que lo
podemos ver en un simple registro de notas. ¿Qué hay allí? además de ver
números pintados en azul y rojo, un salón de clases divido. Es decir, lo que
hace el maestro quizás sin darse cuenta a la hora de calificar, es clasificar a
sus colegiales y crear, valga la redundancia, un salón de “clases”, donde por
un lado están los "eruditos", por el otro los "mudables" y al fondo los "indiferentes", empleando eufemismos.
El exceso de la competitividad e
individualidad promovida en la educación ha ocasionado que se deje de lado la
cooperación en ellos, haciendo del colegio un mero concurso donde los que saben
el teorema de Pitágoras son “rescatados”. Debido a ello, en los jóvenes se
difunden pensamientos erróneos, como el que es más “rebelde” es el más respetado
entre ellos. En este artículo explayaremos algunas propuestas para mejorar esta situación educativa, la cual, al fin y al cabo, nos compromete a todos.
En el nivel primario y secundario de la educación
escolar, se califica la práctica y el examen mediante letras (A, B, C, AD) o
números (de 0 a 20). El significado de los mismos es tan grande que según el
valor obtenido por el alumno, ya sea aprobado o desaprobado, el profesor y los
padres de familia comienzan a comparar, no solo académicamente, sino
íntegramente a un escolar respecto a otro, adjetivándolo como ignorante o inteligente, y esto solo por decirlo en términos más “delicados”. Por tal razón, las consecuencias
psicológicas que las notas pueden tener en el educando son nocivos y hasta pueden llevar al suicidio
(en las noticias lo vemos a diario: jóvenes que se matan por el terror de salir
desaprobados en el colegio y lo que podría sucederles, etc.).
El hombre se
subyuga ante un ente que él mismo ha creado. Es admisible llorar a causa de la
pérdida de un ser humano o albergar nostalgia de no ver a tus seres queridos,
como también sentir la alegría que se comparte con los amigos, pero ¿es posible
ante algo irreal?. Además, para los aprobados genera una felicidad totalmente
alejada de la felicidad, es decir puede solo generar emociones superficiales.
Es por ello que el estudiante no puede permitir que las
notas controlen su estado de ánimo. Y lo mismo va para los padres de familia. Lo
digo porque es absurdo llorar o sentir alegría o malestar ante dos números
abstractos, inexistentes. Y lo que es peor, conlleva a la violencia entre compañeros
de estudio (el famoso “bullying”), debido a una separación irracional,
descabellada, entre ellos mismos, generada por las calificaciones que dividen a los que
“sí saben” de los que “no saben”.
"Aunque digan algunos docentes que la nota es un medio de motivación, insisto en que no lo es, ya que la principal motivación se ejerce durante la clase, mediante la constante conexión del alumno con el profesor..."
"Aunque digan algunos docentes que la nota es un medio de motivación, insisto en que no lo es, ya que la principal motivación se ejerce durante la clase, mediante la constante conexión del alumno con el profesor..."
Un sistema, de cualquier índole, que padezca en uno de
sus lados algún desperfecto o falla, está condenado al fracaso y debe ser
cambiada por otra mejor ordenada y planteada. Nuestro sistema, desde luego, es
obsoleto y debería ser reemplazado cuanto antes, ya que más allá de invitar al
alumno a aprender por voluntad, lo somete a la necesidad de aprobar una
asignatura, recurriendo al plagio o al pago corrupto de un dinero,
ocasionándole al alumno, finalizando el
colegio, un casi carente conocimiento profundo de los cursos estudiados durante
su vida escolar. Como dice Robert Owen: “Todos los males de la vida se derivan
de errores en la educación.”
Nuestra propuesta es abolir las notas en el nivel
primario y secundario, algo semejante a lo que se hace en Finlandia, recordemos
que es el "país ejemplo" en cuanto a educación se trata, con la diferencia de que
solo la suprimen hasta quinto de primaria. Aunque digan algunos docentes que la
nota es un medio de motivación, insisto en que no lo es, ya que la principal motivación se
ejerce durante la clase, mediante la constante conexión del alumno con el profesor,
un dialogo donde ambos aprenden. Como diría el destacado McCourt: “Si uno
enseña y no aprende, no está enseñando.”
Por otro lado, es menester tener como primacía los exámenes orales. Eso
permite la ausencia de abrumadores plagios y nos otorga una mayor evidencia de
lo aprendido por el alumno, sin caer en el memorismo. Los exámenes escritos
deben existir también pero dándole al educando mayor amplitud de expresión y libertad
de pensamiento, tachando esa calificación mundana que lo único que hace es
distinguir a los colegiales, separándolos unos de otros cuando todos tienen la
capacidad para aprender. Esta idea ya ha sido enunciada por nuestro gran Jean Piaget: “El
ideal de la educación no consiste en aprender lo máximo, ni alcanzar los
máximos resultados, sino es, ante todo, aprender a aprender. Se trata de
aprender a desarrollarse y aprender a continuar desarrollándose después de la
escuela”.
Distanciarlos entre ellos por esas notas solo trae y genera envidia, egoísmo,
vanidad, depresión, etc. Es más, me propongo a darles una pregunta que me causa
vergüenza, ya que de por sí es ridícula: ¿qué diferencia hay entre un joven que
tiene 15 de nota y otro 14?, ¿uno que tenga 20 y otro 17?, o peor aún ¿uno que
tenga 11 y otro 10? a estos dos últimos los separa un punto y sin embargo, uno aprueba y el
otro no. Considero que a ninguno se les puede quitar las oportunidades para aprender: el que
tiene 10 no puede ser marginado y el que tiene 11 se malacostumbra a aprobar
los cursos de manera mediocre.
En un país supuestamente democrático como el nuestro, los
principios de libertad e igualdad deberían promoverse desde las escuelas donde,
como indica el filósofo ácrata Bakunin:”el primer día de vida escolar – si la
escuela recibe a los alumnos a una edad en que apenas ha comenzado a balbucear
– debe ser el de mayor autoridad y el de ausencia casi total de libertad, pero
su último día será el de mayor libertad y el de la abolición absoluta de todo
vestigio del principio de autoridad“. Lo
que debería existir en los colegios es la competencia sana, de la cual el único
adversario que tendría el estudiante sería él mismo. Es decir, la autoevaluación es
lo que permitirá al alumno el poder del pensar, desarrollada con la guía
adecuada que brinda el profesor de orientar el aprendizaje de aquel y su desarrollo personal. Quizás Séneca, conspicuo filósofo estoico, diría lo mismo, hoy en día sin sorpresa a pesar de los siglos, cuando sobre la educación de los antiguos romanos se refería: “que no sufra ninguna humillación, ninguna servidumbre; que nunca le sea necesario rogar suplicando ni le aproveche haber rogado,…en las competencias con sus compañeros no consintamos ni que sea derrotado ni que se aíre; pongamos empeño en que sea íntimo de aquéllos con los que suele luchar, para que en la competición se habitúe a no querer hacer daño,…cada vez que triunfe y haga algo digno de alabanza, consintamos que se anime, no que salte de gozo; pues al alborozo sigue la exaltación, a la exaltación la arrogancia y la estimación excesiva de sí mismo.”
adecuada que brinda el profesor de orientar el aprendizaje de aquel y su desarrollo personal. Quizás Séneca, conspicuo filósofo estoico, diría lo mismo, hoy en día sin sorpresa a pesar de los siglos, cuando sobre la educación de los antiguos romanos se refería: “que no sufra ninguna humillación, ninguna servidumbre; que nunca le sea necesario rogar suplicando ni le aproveche haber rogado,…en las competencias con sus compañeros no consintamos ni que sea derrotado ni que se aíre; pongamos empeño en que sea íntimo de aquéllos con los que suele luchar, para que en la competición se habitúe a no querer hacer daño,…cada vez que triunfe y haga algo digno de alabanza, consintamos que se anime, no que salte de gozo; pues al alborozo sigue la exaltación, a la exaltación la arrogancia y la estimación excesiva de sí mismo.”
Recuerdo una vez haberme sorprendido al saber que el
término paedagogus en principio se refiriera al esclavo encargado de acompañar
al niño camino a la escuela y de vuelta a casa. Hoy en día, el pedagogo debe cumplir un rol comprometido con su sociedad en la formación de los futuros ciudadanos
que, a diferencia del esclavo, acompaña al niño por el camino de la sabiduría. Pero
en el Perú, ¿cuántos son en verdad esos pedagogos?. Que quede este texto para
las críticas tanto discrepantes como concordantes. Invito a todos a que
reflexionen y nos apoyen en la causa por un verdadero cambio educativo.
Miguel
Urbizagástegui, tajo
PDT: Publicado anteriormente en la revista TAJO N°7. Si deseas leer todos los textos de esa edición, puedes hacerlo on line,dándole click aquí:
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