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miércoles, noviembre 21, 2012

ESO QUE REVIENTA



En un lejano lugar retacado de nopales
 había unos tipos extraños llamados intelectuales
se la pasaban leyendo para ser sabios y doctos
pues no querían seguir siendo vulgares tipos autóctonos
los veías en los cafés llenos de libros profundos
y en eventos culturales oían conciertos rotundos
constantemente escribían poemas y cuentos cortos
y aunque no los comprendían se quedaban como absortos


ROCKDRIGO GONZÁLEZ  



Conocí a J. Andrés Herrera por uno de esos blogs chingones donde suben libros gratis, en PDF, que no editan (ni editarán) en mi país.  En “Mis libros son rock” mis ganas de conocer a los escritores de la Onda, a un tal Parménides García Saldaña y a un tal José Agustín - unos Beat mexicanos - se calmaron (al menos  por un tiempo) Nos topamos vía meil (en las épocas, ya antiquísimas, del MSN) Era un “chamaco de esos poetas”, de esos “carnales locos” por la literatura. 

Intercambiamos correos. Él se jactaba de tener libros raros de la Gente de la Onda; ya era un pinche y desmesurado lector con ganas de difundir toda clase de literatura; yo me jactaba de ser poeta.

Entonces, ya para la época de Facebook, le conté sobre la movida, acá en Lima, de Tajo. Los planes y proyectos; lo que buscábamos, o, para ser más justos, lo que pensábamos que buscábamos, cuando teníamos ideas, digamos, absolutas (que ahora están remeciéndose). 

Colaboró con unos textos en distintos números y se puso –muy a su modo- la camiseta de TAJO Mexicano. 

Y, por último, hay que confesarnos. Tener amigos a distancia es tan tan raro y feliz, tan jodidamente feliz y tan cercano, todo al paso de unas teclas raudas en la madrugada, o algunos meils que vagan olímpicamente. 



ESO QUE REVIENTA es su primer poemario. 

No hay vueltas ni retrocesos; si te metes en su nudo te jodiste.

Y ahí está el Juan Andrés, peleando: hablando de las cosas del alma, las “cosas” de la noche que croa, mientras la (una) Mujer arroja bocanadas de Blues, blues, blus, azul clarito.

Hasta ensartarle palabras parece cojudo; cojudo e inútil. Podemos decir, tal vez: loco, loco, loco, sensual!…explosivo, vertiginoso, raro, alternativo… meras convenciones; parte de una red inútil para atrapar la explosión, el calor, la saliva, ese magma que salpican estos poemas.

Son para leerse en los vaivenes del bus, en las calles de Lima o del DF; en las calles del Agustino o de Cuernavaca. Son para extrañar; son raros. Te entrego el universo vacío,  dice el poeta, llénalo con tu risa

Y así caen estos versos dentro de un espacio/tiempo vacuo; como un pinchazo de aire; como un hombre/verso explotando; como un jazz/canción/gota ácida cuando ya nada se espera.


Y aquí están, damas y damitos, para su consumo:


                                                                                                                                (Julio Barco)




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