"En mis tiempos, los niños no eran los clientes de la sociedad de consumo. Es decir, yo usaba la ropa que dejaban mis hermanos, comía lo mismo que mis padres, a la misma hora, íbamos de vacaciones al mismo lugar, todos juntos. Es decir, solamente los adultos eran clientes de la sociedad de consumo Hoy, los niños son clientes completos, como los adultos, de la sociedad comercial. Tienen teléfonos, ropas, alimentos, distracciones en particular. Desde niños tienen la tv en el cuarto que los bombardea con publicidades que se dirigen a sus deseos. Deseos, deseos, deseos, que entran en conflicto con sus necesidades que se vuelven elementales, esenciales. Y no lo son, son deseos superficiales. Las necesidades esenciales son de otra naturaleza: aprender a leer, a escribir, a comprender, a contar. Lo que caracteriza a la escuela contemporánea es ese conflicto entre necesidades y deseos"
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