Páginas

lunes, diciembre 19, 2011

Una entrevista esquizofrénica

El escritor Gimel Zayin se alucina que lo están entrevistando. Pobrecito, no sabe que todo está en su mente.



            ¿Por qué escribes?
Desde que empecé a escribir mis primeros cuentos y poemas, en mi deseo de motivarme, he leído todo lo que los escritores consagrados han dicho sobre el arte de escribir y los razones para hacerlo. Desde compromisos sociales hasta caprichos del alma, los escritores siempre han tenido un motivo para volcar sus experiencias, sus ideas y sus miedos en un papel, mandarlo a un publicista y esperar que sus libros sean devorados por ávidos lectores. Sea cual sea el porqué, un escritor siempre espera tener lectores; no importa si apenas son unos cuantos. Es una simbiosis. Una relación intrínseca que motiva al escritor a seguir creando buen arte e incentiva al lector a seguir leyendo buena literatura. Así lo creo yo, aunque muchas veces el escritor no escribe buena literatura y el lector simplemente se conforma con lo sensacionalista.  Mi objetivo es simple: Escribir buenas novelas, ser leído y vivir de ello. En otras palabras: ser un escritor profesional.
            ¿Cómo lograrlo?
Un paso importante para aprender al difícil arte de escribir literatura y luego profesionalizarse es leer, leer y leer. Y no solamente novelas (en mi caso), sino que también es fundamental un eclecticismo,  poemarios, dramas, libros de cocina, textos científicos, ensayos políticos, hasta los avisos publicitarios. Todo lo que promueva la imaginación es bueno para el escritor. Otro paso, por consecuencia, es escribir constantemente para mantener el brazo caliente (como recomienda Gabriel García Márquez). Pero entre leer (teoría) y escribir (práctica), dos acciones relativamente simples, hay una “burocracia” que condiciona al escritor en su profesión. El estado de animo, el contexto social, el hambre, el amor, la indignación, la pereza, la desidia, la apatía, las buenas intenciones, la sed de justicia, etc., son elementos condicionantes que el escritor debe superar y/o asimilar. Y aun así, después de superar todos estos obstáculos,  el éxito no está asegurado.
Entonces, ¿Por qué sigues escribiendo literatura? ¿Es un arte frívolo dedicado sólo a las clases acomodadas?  ¿Puede reflejar la sociedad? ¿Ser un discurso donde se aprecie la experiencia humana? ¿Puede cambiar a la sociedad? ¿Mejorarla?
 La repuesta más optimista que se me ocurre es que la literatura puede cambiar la sociedad y la más pesimista, que en estos tiempos contemporáneos la literatura se ha vuelto un mero negocio, un producto de consumo masivo.
Pero yo tengo otra respuesta: la literatura es vanidosa y comprometida al mismo tiempo. Vanidosa porque el escritor desea, aunque muchas veces se niegue, a vivir de lo que escribe, a ser alabado por la crítica y a ser admirado por el público lector. El escritor desea, muy en el fondo de su corazón, reconocimiento y, bueno, un poquitín de fama. Sin embargo, la literatura ayuda a formar conciencia, a desenmascarar la injusticia, a generar cambios sociales. No en grandes escalas como una revolución, pero sigilosamente, poco a poco, ayuda al lector a descubrir una realidad distinta, diferente de la que se promueve en los burdos programas de televisión o en los amordazados noticieros.
¿Existe buena literatura?
La buena literatura no te va a dar la receta mágica para ser feliz para siempre ni te va a arrullar para que duermas libre de culpa. La buena literatura aturde. Te da un buen derechazo para que rebotes en la fría realidad. Ridiculiza todos tus miedos y prejuicios. Y si te hace soñar, no te dopa porque después viene el duro despertar.

Gimel Zayin

1 comentario:

  1. Buena!!! Muy de acuerdo en todos los puntos... hasta parece: LA LITERATURA ES UN ARMA... Omar

    ResponderBorrar