Nadie puede
definir la literatura en términos concretos, cómo en las ciencias naturales. Los
aristocráticos académicos, desde el viejo Aristóteles hasta los postmodernistas, han
fracasado miserablemente. Y sin embargo, se la sigue tratando cual si fuera una
ciencia objetiva. La academia asume, a pesar de su subjetividad, una
posición rígida y hermética para estudiar Literatura. No se permite palabras emotivas, adjetivos mordaces, frases ingeniosas. Si quiere criticar una novela,
un poemario o un drama, utiliza un
lenguaje desapasionado, directo y conciso. Eso es lo paradójico de los estudios
literarios actuales. Se usa los métodos,
la disciplina y la actitud de las ciencias duras en un campo de estudio
indefinido.
Lo más trágico
es que cuando se quiere renovar el estudio de la literatura, tal iniciativa es
catalogada como entusiasta. Si la literatura carece de objetividad, ¿por qué se
impone un método para estudiarla? Acaso no es posible que un lector apasionado
dé una opinión de un libro sin necesidad de ingresar a la universidad; sin
necesidad de leerse mil paginas de estética, estudios culturales, feminismos y psicoanálisis.
¿Se puede hablar de literatura sin necesidad de estudiar literatura “seriamente”?
¿Si a mi me parece malo Paolo Coelho debo estudiar cinco años para convencerme
de ello? ¿Por qué la opinión de un crítico literario pesa más a la de un lector
voraz? Sólo se me ocurre una respuesta:
prestigio.
Acepto que la
crítica guía al lector a “entender” un libro, ya sea por el contexto histórico-social,
o por un análisis nuevo. Pero no debe caer en la pedantería de creer que sus
reseñas o análisis son imprescindibles. El lector que disfruta Cien años de Soledad por su mundo
mágico, por sus personajes entrañables y no ve el contexto histórico, lo
nefasto de la soledad humana, la intertextualidad, blah, blah, blah; no es
deficiente ni carece de inteligencia. Ese lector es tan inteligente como aquel
que escribió un análisis de mil paginas sobre el libro.
Yo no deseo destruir la academia sólo reclamo
un poco más de modestia para los lectores entusiastas. Por que la literatura debe
ser libre, debe mantener ese misticismo que provoca la ensoñación.
Gimel Zayin
Completamente de acuerdo. Yo estudio Letras Hispánicas, tengo ciertas pretensiones con respecto a la Teoría Literaria y la Lingüística, en sentido "serio" como lo manejas, pero eso es por gusto, el gusto de chambear sobre la literatura misma, no de joderla, no de hacerla cudrada. A mí me encanta poder decir "me gustó" antes que toda la verborrea que me exige La Academia en su reino sobre la Facultad de Filosofía y Letras. Me late leer a Faulkner en Cátedra por todo lo que aporta el estudio, la buenona traducción (dicen, no me consta, no conozco el inglés), pero eso desde mi perspectiva como "estudioso", pero me emputa leer el estudio antes que la novela, me la jode. A mí me gusta cagar y decir "qué rico" como igual deseo disfrutar de Faulkner y poder decir "qué rico" sin todo ese desmadre que, personalmente, busco por otras cuestiones, no por el placer, el riquísimo placer de leer. Un abrazo.
ResponderBorrarEn ocasiones, la crítica, la buena crítica, me ha generado placer, no por sus metáforas o sus imágenes, sino por su contenido, por la erudicción que entrañaba: Mijail Bajtin, Angel Rama, entre otros. Aunque haya quizás una excepción: Roland Barthes; de él sí me deslumbraron su prosa, sus imágenes, el lenguaje altamente literario que empleaba para hacer crítica y teoría.
ResponderBorrarNo todos entran en el mismo costal.
definir lo indefinible. concretizar lo abstracto.un abrazo imaginario, literario e incriticable al que escribió este artículo.
ResponderBorrarGimel Sayin: mmmm y quien es el que escribio como anonimo?
ResponderBorrarNo caigas en lo que hacen todos: extremar tu objeto de ataque para criticarlo fácilmente. No todos en la Academia son desapasionados. No todos los críticos intentan definir lo literario, incluso algunos reconocen que es en vano hacerlo.
ResponderBorrarVer el contexto histórico, o tomarlo en cuenta, puede enriquecer tu lectura, compararla con otros libros también.
Y no es malo develar el misticismo, no está mal descubrir qué esconde el autor, qué guiño literario usó.
De acuerdo con Lorenzo Pinillos. Esto suena a un acto de despecho más que un intento de exigir modestia. Lo malo es que los de Tajo no dicen ni un nombre, solo hablan de cómo ellos creen que es, si dar referentes. Demasiado misticismo.
ResponderBorrarLorenzo y Fernando, "Yo no deseo destruir la academia sólo reclamo un poco más de modestia para los lectores entusiastas".
ResponderBorrarOmar Livano