Páginas

domingo, noviembre 27, 2011

Tanta gente extinta, tanta tinta tonta de Alejandro Carnero


TANTA GENTE EXTINTA, TANTA TINTA TONTA
“Quería sacar la filosofía de los libros, quería que se filosofe por sentimientos”
A.C




¿Quién diablos es Alejandro Carnero?

De súbito la pregunta nos hará apachurrar todas las neuronas y, cabalgando en la pedantería, decir un no con sabor a “¿y que importa?”
Y que importa, ¿no? Hoy por hoy se publican libros con velocidad hípica. Algunos, más afortunados, saltan la vaya de las lecturas por rigurosos críticos literarios y aparecen en los diarios o en blogs famosos, que las pontifican desde sus atriles, condenando a los incautos lectores a la basura de todos los días.
Pasemos página.

Se dice por ahí, se rumorea, que nació calato y con el pene erecto en Lima, 1972, más precisamente en Miraflores, o por aledaños, desde pequeño colindo cerca de la farándula literaria –conocía a Bryce, que pasaba a visitarlos, alrededor de los catorce años- estudio una carrera de filosofía en una universidad pituca que nunca termino, pues lo expulsaron por atentar con las “buenas costumbres” y por sus delirios de querer graduarse, a mucha honra, con una “insignificante y caprichosa” tesis del surrealismo. Y, también, porque consideraba las cátedras de filosofías fútiles, tontas, alejadas de la vida real. Lo mismo daba: se mudo a las ONG, trabajo en Haití, vivió en las cárceles hediondas, conoció de cerca el terror, los cráneos que se abren con indiferencia. Paso la venida del nuevo milenio en una plazuela del Cuzco, ayudando a un extranjero borracho a llegar a casa. Que nunca se tiro a una putica cubana porque cree en la revolución. Que se pajea desde los ocho años. Que idolatra a Charly y Maradona. Que conocía a la reina de España y fue expulsado de la República- diario nacional- porque le refuto unos cálculos sobre la pobreza en el Perú al mismísimo Mirko Laurer.
Que se caso - luego de vivir furiosamente de amante en todo Latinoamérica- con una princesa asháninca, de trenzado cabello y traviesa a la hora de utilizar, como cantando, el lenguaje. No dice que sea su Yoko Ono, pero algunos queremos pensar que sí.

“Todos los hijos del Boom soñamos con ser otro más de esos prodigiosos escritores, y varios andan por ahí viviendo ese sueño de cartón (…) Algunos ganas premios y van a encuentros y juegan a ser el joven, el nuevo escritor latinoamericano”

Bien. La novela es cuestión, no es en realidad una novelita, ni un cuentario, ni si quiera uno de esos híbridos pedantes que aparecen debes en cuando e incendian la pradera. Es una mezcolanza con sabor a vida. O, tal vez, la hoja de vida de uno de los trotamundos más caletas de la literatura peruana. Son como artículos - pequeños, retazos- algunos pedazos de emails, otros dizque artísticas conversaciones por Msn, muy irregulares y explosivos. Lo que salva del remolino son las anotaciones al margen, las divagaciones, las vueltas que le da a temas clásicos:

“El sexo por naturaleza es abandono: gemido involuntario, entrecerrar de ojos desmayado, sudor, olores, el cuerpo dado a otro, a frotar sus rincones más privados, todo va contra la lógica del humano en el planeta –al menos hasta ahora-, que lo que busca es el control”

Ó

“Mil masturbaciones no bastan. Uno quiere su sonrisa, su afán, su bendición”

Es también una muestra de que la vida esta por encima de cualquier superchería literaria, de cualquiera historia amasada para premios de España o escrita con pinzas de cirujano (“Difícil es escribir cuando uno es autoconsciente, quiero ser libre, o sea escritor”)

Hay riesgos y libertinaje. Hay risas y seriedad. Es un recuento de las desventuras, del sexo jocoso, de las vivencias a caballo por el mundo (si, estimado, Alejandro Carnero es un nómade total. Haití, El Cairo, Colombia, Ecuador, México, entre otros… y no sólo puso los dos píes en la tierra, sino en el alboroto, en la mierda) y un total deshueve contra la sociedad, contra las universidades y sus eruditos masturbándose como monos dentro de sus jaulas de libros apiñados. Contra la Tinta Tonta.

“Por eso esta nueva clase de burócratas intelectuales son tan pesados, los amarga la creatividad genuina y viven parodiando a la creatividad pseudocreativamente. Hacen ponencias muy ilustrativas. Se aplauden entre ellos. Se justifican sus gastos”

Lo que termina por sorprendernos y agradecemos es el toque social que impregna el libro. La discriminación, la desigualdad, las atrocidades de la pobreza, son escenarios recurrentes.

A veces veo a intelectuales decir “Sí bueno la salud, la educación, la nutrición, pero…” y luego atacar al proceso cubano, como si hubieran dicho “Sí  bueno aire acondicionado, puerta giratoria, escaleras mecanices, pero…”

Pero no se sorprendan. Carnero no tiene afanes de ser juez ni crítico, lo suyo es hablar. Y eso es lo que mejor hace este libro.  Contarte al oído, celebrarte, empujarte a la vida de a poquitos.

Lo demás es literatura. 


escrito por Julio Barco

1 comentario: