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sábado, septiembre 24, 2011

TARDON DE MIERCOLES

El poema más conocido de AVE SOUL -ese que ya se tornó canto e himno de una generación- es Balada para un caballo. Claro, no hay duda de que estamos frente a uno de los más altos momentos de la poesía. Pero, como en todo misterio, siempre existe una vela tupida que correr: Y aquí está. El poema que cierra, abre, descorre, se mete en los poros y emancipa, se adueña y gira, desorbita y canta, celebra mata, entorpece la realidad y la exalta:
"Escenas de un cuadro de N. Poussin L'Inspiration du Poète",
He aquí el poema que no aparece recogido en las antologías. Ni tiene más dueño que la febril y alucinante sensación de su urgencia. Nuestra urgencia. Pimentel, Jorge, el maestro.



Escenas de un cuadro de N. Poussin
L'Inspiration du Poète



Luego que cesó la lluvia opté por retirarme
de aquel lugar lleno de árboles. Las manos
las frotaba por el frío. Los dientes me tiritaban bajo
la lengua. Me encaminaba hacia el centro de la ciudad
y estaba entre melancólico con esa mirada de pirata.
Mis pensamientos oblicuos intentaban ejercitar mi cerebro
poniéndolo en posición de planchas, ángulos paralelos
haciendo abdominales, una serie de barras, ejercitándolo
en taburete, respirándolo, aliviándolo de la alta tensión
de los cortocircuitos, de la depresión, de la ansiedad
de tantas cosas. Pero mi voz apretaba y se hacía conmovedora
en el momento en que empezaba a hilvanar una serie
de palabras...
Soy yo, mírenme, amor mío es que cuando
no te veo en un día entero camino por toda la ciudad
pateando piedras, semiasfixiado preguntándome por qué
por qué no puedo permanecer a tu lado si basta
que seas mujer para amarte con el mismo amor con que
escribo estos versos, si yo quiero oler, palpar tu ropa interior
oler su fragancia empapada de maternidad adorar
tu cuerpo azul oculto y llorar y reír de alegría de sabernos
vivos, pero por qué si yo quiero permanecer a tu lado
noche y día, ir caminando de la mano por la hermosa tarde
juntar todo el dinero de nuestros bolsillos e irnos al mar
a comer pescado con la mano y tomarnos una limonada helada,
ver tu poderoso rostro contra el sol y tu sonrisa tan amplia
que como un telón vaya descubriendo tus gigantescos
dientes como colmillos de marfil y ahí frente a esas cosas
confundirnos como un solo hombre como una sola mujer
en las bibliotecas, en las fábricas, en los mercados,
en los cines, sentarnos junto a una señora y sus cinco niños
y el pequeñín que se cobija en sus senos, ayudar a aquel viejecito
y esa pareja de trabajadores que nos ha sonreido
y que si yo insisto nos invitan a su casa, y todo ese prodigio
de humanos que me obligan a desnudarme a hablar sobre
la vida, sobre la cosa maravillosa que nos circunda
que nos impulsa, que nos alienta para hablar y decir lo que pensamos
porque yo existo aquí con todas las contradicciones, con todo
el laberinto humano, abierto amplio total. Pero mírenme
soy yo, mírenme. la ciudad, la ciudad, mi cuidad.
Pero por qué me limitan si yo pertenezco al mundo y tengo
el derecho de conocer otras tierras, oler otros habitantes
empaparme de ellos y llorar ¿han llorado aluna vez?
No critiques mierda. Ama a tu mujer. Entonces dónde depositar
tus perros, tus maquinaciones, tus salvajadas.
¡Oh demonio, gran hombre que eres y que soy!
Dónde está la mentira en estas palabras. Pero por qué
si yo amo terriblemente todo esto, lo amo descontroladamente
pasionalmente, tengo que caminar terriblemente solo pateando
piedras y esperar que den las 7 pm. -que es la hora
en que sales del trabajo- para vernos cuatro horas y basta.
Pero por qué, si yo deseo tan sólo caminar tan sólo con un pantalón
y una camisa, sentarme en el suelo, en las veredas, tengo
que caminar por las calles y ser un ignorado, por qué
tienen que haber desigualdades, por qué me reduzco a diez
o quince personas cuando somos millones, por qué tengo que ver
pistolas , ametralladoras, tanques, bombas, sangre, muertes
odio, llantos, gente que se larga del país, por qué
tengo que caminar solo por las calles y sentirme
tan distante mirándonos como perros al acecho y un traspié
y ¡zas!, y otro traspié y ¡pacapum! desapareces. Siento
el desprecio de la gente en sus grados más elevados.
Siento que se burlan de mí y todo el mundo moviendo los ojos
de un lado a otro, constantemente, con dinero en el bolsillo
tirándolo al aire para que tú te agaches y lo recojas con la lengua.
Todos están situados, pero dónde te sitúas tú, al margen de qué río
bajo qué árbol cobijarás tus cien reales tu mirada de pirata.
Y quién se encargará de que tu sonrisa no pase desapercibida.
Una vieja desde una caseta telefónica se desternilla de la risa y
por todas partes veo muerte. Dejo constancia de estos días
agosto 14 de 1972, pero no llegan cartas, nadie escribe, mi vieja
ahí en su trabajo del Correo Central. Yo la visito los lunes
y le llevo un bizcocho dulcísimo. Ella es joven y yo me pongo
colorado cuando caminamos por la calle porque la gente nos mira
y creen que somos enamorados. Mi hermana duerme, son las 8 am.
y la radio suena. Se oye la sirena de una ambulancia. Un tipo
de treinta años con anteojos derrama lágrimas sobre su té.
Mi mujer descansa sobre mí y siento que su cuerpo se parece al mío.
¡Papá, papá! ¡Hijo, hijo! qué sucede ¡Papá, papá!, la gente
ya no nos quiere, y qué hacer, qué puedo hacer hoy 14 de agosto
de 1972. ¿Salir a la calle y gritar? ¿Saltar calato?
Qué se puede hacer cuando el día brilla y una mañana
es enardecida por canarios que desgarran sus gargantas, y ellos
sí saben qué hacer, cantar. Pero tú qué puedes hacer si todo
tu accionar es ese impulso que nada más está en ti, ese impulso
invisible que también está en otros, pero que los aísla
y no pueden fundirse, o al menos todo está en los intentos aislados
de diversas gentes que hoy jueves 14 de agosto de 1972
por la mañana creen en sí mismos más que nunca. Qué hacer
cuando una mañana crees en ti más que nunca. Qué se puede hacer
pero nosotros no nos amilanamos, pero nosotros, pero nosotros
hermano, hermano, porque tu lugar será ocupado por una ciudad entera
y en el lugar donde la vida te quebró y tantos sinsabores trajo
a tus puertas, en el lugar donde desesperaste mientras legiones
de hermanos trabajaban y tú no, en el lugar que te vio noche a noche
día a día repetir, qué hacer, qué hacer si basta
que seas mujer para amarte, si tengo el verso y en el lugar
que te demandaba desnudarte con frecuencia para hablar
en aquel lugar ya nunca más caminarás solo ni observarás
miradas acechantes, no serás un ignorado, ni te reducirás a
diez personas, podré verte amor todo el día porque trabajaremos
juntos, nos sentaremos todos juntos en una mesa, nos miraremos
las caras y veremos todo aquel pasado como algo borroso y difuso
diluyéndose en el nuevo aire fresco y sólo tendremos palabras
para concretizar, juntos hacer cosas, planear construcciones
masivas de viviendas, juntar toda la leche y darsela a los niños
juntar todo el pan y ponerlo ahí sobre la mesa, juntar todos
los libros y ponerlos ahí para que trabajen, nos llamaremos compadres
con pantalones y con camisas, con positivismo, con fuerza y alegría
y oleré amor tu ropa interior rosada o blanca minúscula y ceñida
a tu cuerpo a tu mirada a tus gestos...
Parado entre dos avenidas encendí un cigarrillo
y mi voz apretaba y un viento helado cruzaba
la noche. Qué me sucede. Qué me pasa. Y de
pronto comence a reírme. En ese momento cómo
necesité a una mujer para amarla y tumbarnos
en las pistas heladas y que los autos pasaran
encima de nosotros. No importaba, tenía ganas
de comerme los postes de luz las puertas
de las casas, morder como un perro rabioso
gente, agarrarme a cabezazos contra el cemento
y los automóviles de la avenida Abancay.
De mi alma salían una serie de palabras aunadas
a una risa descomunal. Y me vi retratado
como lo que soy un poeta un ángel que circunda
el mundo con mis anotaciones salvajes bajo
el brazo expandiendo mi sombra en el aire
viviendo distintos mundos. Y vi mi sombra
impregnada de vida aletargada y lánguida
en las paredes de esta ciudad como
un recuerdo imperecedero y brutal.

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