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lunes, marzo 28, 2011

¡Feliz cumpleaños, Nobel peruano!

Todos los tajadores lo quieren mucho al "sartrecillo valiente", ahora llamado "Marqués de Vargas Llosa" por el rey de España, pero nosotros le decimos de cariño "Varguitas". No hay día que no dejemos de hablar de él mientras nos tomamos unas cervezas en La Catedral o en la Casa Verde. Por eso, en estas últimas semanas hemos seguido sus huellas por el mundo como uno de sus fieles cachorros y aquí les traemos las últimas noticias "calientitas chocherita, nadie la sabe" de nuestro maestro. ¡Feliz cumpleaños, eterno nobel peruano! y que lluevan más novelas.


San Marcos distinguirá a Vargas Llosa con máxima condecoración


La Universidad Nacional Mayor de San Marcos distinguirá el próximo 30 de marzo, en su Centro Cultural, a su ilustre egresado y premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, confiriéndole la condecoración "Medalla de Honor Sanmarquina", en el grado de Gran Cruz.

El laureado escritor inició su relación con la Decana de América en 1953, a los 17 años de edad, en que ingresó para estudiar Letras y Derecho, cuando las clases se impartían en la antigua Casona, hoy el Centro Cultural de San Marcos. Tuvo como docentes a eminentes maestros como los doctores Raúl Porras Barrenechea, Luis Alberto Sánchez y Augusto Tamayo Vargas, siendo de este último fue su asistente en el curso de Literatura Peruana.


En 1958 se graduó de bachiller con la tesis Bases para una interpretación de Rubén Darío, trabajo que le valió una beca a Francia en donde iniciaría su exitosa carrera literaria. El 17 de abril del 2001 fue reconocido como Doctor Honoris Causa por su alma máter.


Para esta ocasión, la máxima distinción que confiere esta cuatricentenaria casa superior de estudios está motivada por su notable aporte a la cultura peruana y mundial, y por su infatigable defensa de la vida, los derechos humanos y la democracia.


El discurso de orden en el Homenaje Académico estará a cargo del escritor Carlos Eduardo Zavaleta, doctor en Letras por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua. El acto se efectuará a las 18:00 horas en el Salón General del Centro Cultural de San Marcos, en el Parque Universitario del Cercado de Lima.


Tuvimos la suerte divina de estar presentes en la ceremonia del día 30 de marzo en la casona de San Marcos para la condecoración de nuestro nobel peruano. Nos metimos y nos escondimos en un rincón, pasamos desapercibidos y fuimos prácticamente la única revista que estaba presente. Pronto pondremos la grabación de la ceremonia completa pero aquí le dejamos con un adelanto: Mario Varguitas hablando de Cahuide. Tajo, en especial los tajadores Roberto Bermudez y Miguel Urbizagástegui, tuvo el privilegio de estar allí aunque no nos enviaron tarjeta de invitación igual nuestro impulso venció. Fue en suma,una noche de lujo.



Obra de teatro con Mario Vargas Llosa se presentará en Lima


Luego de presentarse ante más de 1500 espectadores en el boulevar de Asia, "Las mil noches y una noche", obra que tiene como protagonista a Mario Vargas Llosa, llegará también a las salas de Lima.

Iguana Producciones anunció que, tras la presentación en la Arena de Asia, habrá otras dos funciones, a precios populares, en Lima, en el auditorio ZUM de la Universidad de Lima.


Las fechas de las dos nuevas presentaciones serán el 7 y 8 de abril, a las 8 pm, y las entradas estarán a la venta en Teleticket. Serán las dos única funciones adicionales de "Las mil noches y una noche", obra escrita por Mario Vargas Llosa basándose en los relatos menos conocidos de la famosa "Las mil y una noches", de origen persa.


Vargas Llosa llamó a jóvenes a luchar por un Perú más justo.


Durante homenaje del Ejército Peruano indicó que el progreso del país no debe detenerse.



Mario Vargas Llosa, durante una ceremonia de reconocimiento a su trayectoria oficiada por el Ejército Peruano, resaltó que como país “hemos ido progresando” a pesar de los problemas por enfrentar como nación: “El Perú es mucho mejor de lo que era que cuando yo era un cadete del Leoncio Prado. Esa progresión no debe detenerse, ese es el gran desafío que deben tener por delante”.


Como alumno destacado del Colegio Militar Leoncio Prado, el Nobel opinó que el Perú “debería volver a ser la gran civilización que fue”, una que supo “domesticar a la naturaleza y crear un tipo de sociedad en la que había desaparecido el hambre. Una hazaña que pocas civilizaciones en el mundo alcanzaron”. Llamó, en tal sentido, a los jóvenes peruanos a participar en esta “batalla” en que se erradique “para siempre la violencia, donde haya desaparecido la injusticia, donde todos puedan disfrutar de las oportunidades que brinda la modernidad”. “El Perú puede decir con gran orgullo que no tiene una identidad porque las tiene casi todas y así como el Leoncio Prado es el espejo de la sociedad peruana, el Perú es un espejo del mundo, so es una extraordinaria riqueza”, dijo en el cuartel Rafael Hoyos Rubio, en el Rímac. El comandante General de la Región Militar del Centro, General de División EP Juan Urcariegui Reyes, y altos mandos militares del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, así como sus compañeros de promoción del Colegio Militar Leoncio Prado estuvieron en el evento.


El día Viernes 01 de Abril, el premio nobel peruano dio un extraordinario conversatorio en la PUCP, hablando de sus obras como "La tía Julia y el escribidor" , "La guerra del fin del mundo", etc. Pueden verlo en este video de manera completa.



Mario Vargas Llosa, Doctor Honoris Causa de la ULPGC


El Claustro de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) ha celebrado este miércoles una sesión plenaria en la que ha designado al escritor peruano Mario Vargas Llosa como Doctor Horonis Causa, informó la Institución educativa.


De esta manera, la propuesta del profesor del Departamento de Filología Española, Oswaldo Rodríguez, fue aceptada por 117 votos a favor, 4 en contra y 3 abstenciones.


Asimismo, el objetivo es hacer coincidir el nombramiento con el próximo acto de reconocimiento como hijo predilecto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.


Vargas Llosa es miembro de la Real Academia de la Lengua Española y también ha participado en diferentes actividades literarias en las Islas Canarias. Ya siendo Premio Nobel de Literatura, ha aceptado la distinción de Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria, por los nexos que unen Canarias con Latinoamérica.


Vargas Llosa recomendó a Gastón Acurio bautizar plato con su nombre


“Huevos a lo Mario” consiste en huevos servidos en pan campesino y bañados con salsa de lomo saltado. “Es un manjar”, afirmó el Premio Nobel de Literatura.


El escritor Mario Vargas Llosa sugirió que un suculento platillo ideado por él lleve su nombre en uno de los restaurantes de Gastón Acurio. El novelista aseguró que ya había conversado con el afamado chef peruano para bautizar el “manjar” como “Huevos a lo Mario”.


¿En qué consiste esta propuesta culinaria? Vargas Llosa explica: “Todos los sábados después de caminar voy al (restaurante) Tanta y pido un plato que he inventado yo. Son unos huevos que parecen a la ranchera pero no los son. Son los huevos sobre pan campesino con la salsa del lomito saltado. Es un manjar”, dijo entusiasmado el novelista.


Mario Vargas Llosa dijo que se encontró con Gastón Acurio en los últimos meses y le hizo hincapié en la creación de este plato con la esperanza de que lo bautice con su nombre. “Espero que lo reconozca y que ponga en algún momento mi nombre a ese plato de mi invención”, señaló. “Creo que lo más discreto sería ‘Huevos a lo Mario’, pero no ‘Los huevos de Mario’”, bromeó en entrevista con la emisora Radio Programas.

lunes, marzo 21, 2011

TAJO sufrió un tajo, y algo más

No amigos, no piensen mal. Aquí nadie se ha muerto de cáncer al pulmón ni postula a ser congresista, solo ponemos ése titulo por lo siguiente:
-Un hijo de Caín, un Judas; mejor dicho, un taJODIDO, ha jaqueado nuestro correo de Hotmail y Facebook. O sea, nos han malogrado la fiesta.
Pero no bajamos los brazos y seguimos festejando, “mozo, dos más por favor”. Cambiando de tema, en Abril sale la revista tajo (nº 3). Pronto saldrá la convocatoria pero ya pueden enviar sus textos, artículos, poemas, crónicas, etc. a éste nuevo correo: tajorevista7@hotmail.com Síguenos también por Facebook con el mismo correo o sino en la barra Buscar escribes: tajo literatura (el original). En ésta nueva Edición nos vamos hasta el cerro del Agustino de “El niño de junto al cielo” hasta los “o sea, manyas, alucina” de Miraflores. Esta vez nadie ni el serenazgo nos para. Pero para que no se vayan con las manos vacías, les mostramos un avance de la editorial y un taller que está organizando Vagón Azul Editores (editorial de nuestro entrañable amigo poeta Eduardo Borjas). Tajo viene recargado, y con pilas alcalinas, nos vemos pronto.

Tajo editorial

Una vez me dijo un amigo: hagamos una revista. Y así empezó todo. Recorríamos la avenida Tacna con amor de arriba a abajo soñando con los poemas con brazos y piernas de Juanra, Pimentel, Enriquito, envueltos en la burbuja mágica de Varguitas, discutiendo sus amores incestuosos, sus idas y venidas de historias y su capacidad para camuflarse dentro de cada hombre- mundo que inventaba. Un tiempo después lo oímos decir al otro lado del mundo que Patricia era el Perú. El grupo creció, los amigos fueron hasta la RENIEC y se hicieron hermanos, pensamos que la universidad era una mentira, lo es para los que quieren estudiar y aprender y vivir, ser inmortales. Entonces nos escapamos, Mario Bros señaló el camino a Ítaca y le pusimos huevos. Nos fuimos, sí, pero no de los salones, ni de las boletas de notas, pero lo digo con franqueza: NOS ESCAPAMOS, NO FUIMOS LEJOS...TAJO nació, ha ido creciendo...entre comidas humildes, tazas de manzanilla, panes con queso, peleas, rabietas, abrazos, campañas electorales, vía Facebook, cambios de carrera y el asfaltado de una carretera virgen que se abre paso por entre dos mundos que compartimos hoy con ustedes: porque los amigos son una segunda existencia y el mundo es doble cuando se mira por otros ojos y cuando se cuenta por otras bocas y las vivencias ajenas: prestadas, rebuscadas, mías, tuyas, son al fin y al cabo, las de todos... (continuará)

TALLER DE POESÍA

miércoles, marzo 16, 2011

Recordando al padre de la poesía peruana

Un dia como hoy, nace en Santiago de Chuco el padre de los poetas peruanos, César Vallejo. Y por ello, recordemos su vida y obra en estos videos que hemos subido para todos los tajadores visitantes. Videos hechos por panamericana television (canal 5) hace muchos años atrás. Y como valor agregado, hemos escrito las veinte razones para querer a Georgette, una mujer que amó a nuestro poeta como dice la canción criolla con "alma,corazón y vida". Francia lo quiere a Vallejo como a su hijo, y el mundo también.

Porqué querer y recordar a Georgette Vallejo: en primer lugar, porque fue la compañera y esposa de nuestro peruano universal César Vallejo: en segundo lugar , porque guardo fidelidad a la vida y a la obra de nuestro poeta; en tercer lugar, porque nos dio testimonio de primera mano sobre la vida, la obra y la ideología de nuestro poeta, en cuarto lugar, porque en 1970 adquirió la tumba a perpetuidad en que reposan los restos de nuestro poeta universal, en quinto lugar, porque desde 1938 fecha de la muerte de nuestro poeta hasta 1970, los restos de Vallejo estuvieron en Monte Rojo junto con los restos de la madre de Georgette; en sexto lugar, con la colaboración del doctor Raúl Porras Barrenechea publicó el poemario Poemas Humanos, en séptimo lugar, resguardó la obra narrativa del poeta de Trilce, en octavo lugar, porque debatió y venció a lo más graneado de la intelectualidad burguesa, en noveno lugar denunció a los llamados viudos de Vallejo, en décimo lugar, combatió a los quisieron aprovecharse de la obra y publicar sin el consentimiento de la esposa de autor de Paco Yunque, en décimo primer lugar, esclareció sobre el carácter revolucionario marxista de César Vallejo; décimo segundo lugar, porque desde que se conocieron la vida y obra de Georgette es también obra docente de César Vallejo, décimo tercero, porque regresó al Perú y a Santiago de Chuco tierra de nuestro poeta; décimo cuarto porque publicó con alta calidad la obra poética completa de nuestro poeta universal, décimo quinto, porque fue solidaria con los revolucionarios que cayeron en la luchas insurreccionales sociales del sesenta, Javier Heraud, Luis de la Puente, Ernesto "Che" Guevara, décimo sexto lugar, porque fue solidaria con los pobres y/o seres que sufren, décimo séptimo lugar, porque padeció pobreza e igualmente riqueza espiritual junto con César Vallejo, décimo octavo, luego que fuera confiada la obra escrita a la legación peruana en París, rescató la obra escrita que la encontró tirada por los suelos, décimo noveno, porque procedió con justa cólera contra los que quisieron “cobrarle”: "deudas" a nuestro poeta universal, y vigésimo lugar porque dejó testimonio escrito mediante los libros: “Allá Ellos, Allá Ellos, Allá Ellos,” “La Biografía de César Vallejo”, y el poemario “Máscara de Cal”.

VIDA Y OBRA DE VALLEJO

El inicio



El grupo: "La Bohemia"



Los Heraldos Negros y Trilce


Vallejo y Georgette



El marxismo de Vallejo



"Me moriré en París con aguacero..."

jueves, marzo 10, 2011

La musAleph de Borges


Maria Kodama: la viuda, la elegida, la guardiana.

Dice que conoció la maldad cuando se casó. O poco después. Los ecos de la prensa escandalizada por ese matrimonio, que juzgó tan sorprendente como inexplicable, la alcanzaron en las orillas del lago Leman, en la plácida Ginebra, donde asistía a las últimas semanas de la vida de Jorge Luis Borges.

Dice que fue entonces cuando ese mundo íntimo y sublimado que había construido durante años con el escritor quiso ser manoseado y destruido por quienes la acosaron, persiguieron, hostigaron y difamaron. Dice que le guste o no a la gente, ella es la viuda de Borges. Y que le guste o no a ella, muchos van a reprocharle todo lo que haga. Siempre.

Dice que él fue y es la mitad de su alma; que ha sido lo que Héctor para Andrómaca: su padre, su madre, sus hermanos, pero más que nada, "el amor que florece". El perfil que presentamos a continuación lamentablemente carece de su testimonio directo, aunque no de otros. Se basa además en biografías de Borges y numerosos artículos y documentos.

-La familia y Borges

En alguna reseña y en alguna nota periodística se afirma que María Kodama nació en 1945. Su acta de matrimonio con Jorge Luis Borges consigna 1941. Según su partida de nacimiento, sin embargo, Kodama llegó a este mundo el 10 de marzo de 1937. Algún tiempo más tarde nacía su único hermano, Jorge. El padre, Yosaburo Kodama, era japonés y no ha podido confirmarse cuándo exactamente llegó a la Argentina. La hija dice que era químico, pero que no había podido revalidar su título aquí. Fue socio de una empresa de productos químicos. Otras fuentes afirman que trabajaba como fotógrafo. La madre, María Antonia Schweitzer, era hija de un alemán y de una española católica. Según el testimonio de Kodama, ella tenía 3 años cuando el matrimonio se fracturó sin remedio; desde entonces vivió con su madre y su abuela (y, previsiblemente, con su hermano), y vio a su padre sólo los fines de semana. Kodama ha dicho en numerosas ocasiones que no sufrió el trance de la separación, porque nunca vio a sus padres vivir como pareja.

Ha contado también que Yosaburo era sintoísta, es decir, cultor de la religión nacional del Japón. Que podría haber sido su abuelo, pues era unos 30 años mayor que su madre. Que la llevaba a los museos y le narraba impresionantes historias de luchas en Oriente. De su mano, muy pequeña, habría aprendido qué es la belleza, cuando él le mostró en un libro una reproducción de la Victoria de Samotracia. Su padre le inculcó el sentido del honor, el deber y la responsabilidad; de él aprendió que todo está permitido, siempre y cuando uno tome plena conciencia de las consecuencias de sus actos. Ha afirmado la hija que Yosaburo era descendiente de samurais, sin especificar si lo decía en sentido literal o figurado. Como sea, Kodama dijo que Borges estaba fascinado por esa honorable ascendencia japonesa, y que más de una vez le dijo, riendo, que su padre la había educado para él.

Kodama nunca ha hablado demasiado de su madre. Sabemos por su testimonio que la señora Schweitzer hubiera querido ser concertista, pero que se casó a los 17 años con Yosaburo, "demasiado joven", según María Kodama, para quien su madre tocaba muy bien el piano y era muy creativa. María Antonia Schweitzer murió en octubre de 1981, tras una enfermedad fulminante, pero curiosamente su hija afirmó en entrevistas publicadas con posterioridad a esa fecha, que su madre aún vivía. Otra curiosidad es que en la biografía Borges, esplendor y derrota (Tusquets, 1996), María Esther Vázquez cuenta que el escritor nunca entendió por qué María Kodama decía que su padre era mucho mayor que su madre, cuando la diferencia era de sólo 9 años. Otras fuentes han confirmado esta versión.

La abuela materna ocupa un espacio importante en los relatos familiares de Kodama: era una católica que la instaba a ir a misa, le hacía rezar el rosario y se llevaba "como la mona" con Yosaburo. Kodama se había ilusionado con la idea de ser marino, pero la abuela no tardó en intervenir diciéndole que era imposible porque ése era un trabajo para hombres. Entonces fue cuando decidió dedicarse a la literatura: a ese mundo extraordinario que experimentaba cuando su madre le leía cuentos, a esa ecuación mágica entre letras y sentidos.

El eterno ausente de las crónicas familiares es su único hermano, Jorge, hoy jubilado, padre de cinco hijos y abuelo de dos chicos. "Digamos que soy hija única", dijo en una entrevista publicada en 1990. "¿Por qué ''digamos''?" preguntó el cronista. "No creo en los lazos de sangre, sino en otros lazos que me unen a los seres humanos", contestó.

María Kodama dice que supo a los 5 años que Borges existía, cuando su profesora particular de inglés le leyó "Two English poems" (1934), dedicados a Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich. A los 12, un amigo de su padre la llevó a una conferencia de Borges. Esa habría sido la primera vez que lo vio personalmente.

Por entonces su vida giraba en torno del estudio; cuenta que no festejaba cumpleaños ni había cultivado amistades. Se sentía distinta a los demás chicos y se aislaba. Además, no la dejaban salir mucho. Ha contado también que a los 16 años (es decir, alrededor de 1953), participó en un seminario de épica que dictaba Borges, y al poco tiempo comenzó a frecuentar su casa algunas tardes. Todavía faltaba mucho para 1975, año en el que Kodama comenzaría a acompañar al escritor en sus viajes al exterior tras la muerte de la madre de éste, Leonor Acevedo. Kodama ha afirmado que desde esa edad, tan temprana, ya no se alejó más del autor de El Aleph.

Alrededor de 1971, tras separarse de su primera esposa, Elsa Astete —a quien al parecer no le molestaba la presencia recurrente de Kodama en la casa—, Borges comenzó a estudiar con ella anglosajón e islandés antiguo. María Kodama se recibió de profesora de Literatura en la UBA, pero no ha dicho públicamente cuándo. Nunca dio cátedra; sí tuvo alumnos japoneses a los que les enseñaba español desde el inglés, y dio clases de literatura a grupos de profesionales. Más adelante colaboró con Borges en la Breve antología anglosajona (1978) y en Atlas (1984); tradujo con él La alucinación de Gylfi, de Snorri Sturluson (1984), y El libro de la almohada, de Sei Shonagon, que además prologó.



-Ella

Borges le dedicó el poema "La luna" y los reunidos en La cifra: "Yo pronuncio ahora su nombre, María Kodama. Cuántas mañanas, cuántos mares, cuántos jardines del Oriente y del Occidente, cuánto Virgilio". Le dedicó también el libro Historia de la noche y Los conjurados.

Desde 1975 María Kodama acompañaría al escritor en todos sus viajes al exterior y comenzaría así a tener alguna presencia pública. A ella le gustaba compartir las anécdotas de esos viajes con la prensa; al leer sus testimonios, uno se olvida de la edad de Borges en ese entonces, de su ceguera y de su estado de salud, que sufrió varios altibajos durante los últimos 10 años de su vida.

Ella le leía, él le dictaba, ella le dibujaba con palabras el mundo que los rodeaba, aunque admite que, en muchos de los lugares que visitaron, la ciega era, en verdad, ella: Borges le contaba su experiencia en los países que había conocido en su juventud y a través de su impresionante cultura le revelaba los paisajes de una manera que ella no podría haber imaginado nunca.

Ella dice que nunca lo sobreprotegió; que de noche le dejaba su ropa al pie de la cama (en los hoteles durmieron siempre en habitaciones separadas) y que le explicaba dónde estaba la corbata, dónde la camisa... En esos viajes, sostiene, se convirtieron en "compinches", aunque nunca se hayan permitido tutearse, y en esos años habría nacido el amor entre ambos; uno silencioso, "especial", que ella no sabe exactamente cómo describir.

Borges eligió a Kodama como heredera cinco años antes de casarse con ella. En agosto de 1979, a poco de ser operado de una prostatitis, había redactado un testamento en el que le dejaba la mitad de su dinero en efectivo y del depositado en bancos del país y del extranjero, a Epifanía Uveda de Robledo, la famosa Fanny, fallecida este año, quien trabajó durante varias décadas al servicio de Borges y su madre. La otra mitad, más sus derechos de autor, iban para Kodama. En noviembre de 1985, poco antes de partir hacia Italia, invitado por la Fundación Verdiglione de Milán, el escritor redactó un nuevo testamento, que excluía a Fanny, la compensaba con una cifra casi irrisoria, y designaba a Kodama heredera universal.

Después de Italia,el escritor ya no regresó a la Argentina. Según Kodama, intuía la cercanía de la muerte y quiso pasar los últimos días de su vida en Ginebra. Tal vez sea éste el momento exacto en el que una Kodama, de perfil más bien bajo, levantó la cabeza y comenzó a hablar en nombre de él. "Desea llevar una vida tranquila, alejada de las continuas declaraciones a la prensa, a las que se veía forzado en la Argentina", le dijo a la Agencia EFE para explicar la decisión del escritor de permanecer en la capital suiza. Lo cierto es que Borges estaba delicado de salud; tenía cáncer de hígado y en enero fue hospitalizado durante 22 días. A fines de 1986, cuando ya era la viuda de Borges, Kodama contaba que durante el día perdía la noción de su enfermedad, porque él no hablaba del asunto y seguía ilusionado con los viajes y el futuro. Pero de noche, cuando llegaba la enfermera que lo cuidaría, la angustia, el insomnio y el llanto se apoderaban de ella.

El 26 de abril de 1986 Borges y Kodama se casaron por poder en la diminuta Colonia Rojas Silva, del Paraguay. A lo largo de los años se han hecho públicas numerosas irregularidades de la partida matrimonial, como los errores en las edades de los contrayentes, la omisión del estado civil real de Borges y con las fechas de los matasellos. ¿Por qué se casaron? Ciertamente, no hacía falta un casamiento para que Kodama lo heredara. Se casaron porque Borges se lo habría propuesto y ella, dice, tuvo que pensarlo porque nunca creyó en el matrimonio. Los allegados a Borges no terminaban de creerlo. Norah Borges, desde París, calificó a la unión de "diabólica". Adolfo Bioy Casares, quizás el amigo más cercano que tuvo Borges, dijo que éste no había tenido ningún interés en emigrar a Ginebra, y si lo hizo fue por insistencia de la propia Kodama. Ella siempre se ha quejado de esa imagen estereotipada del anciano sometido. "Borges era un hombre y no un ser dócil y extorsionado", dijo. El escritor argentino Héctor Bianciotti y el editor de la prestigiosa colección francesa La Pléiade, Jean Pierre Bernés, también fueron testigos de los últimos meses de Borges. Nunca cuestionaron a Kodama.

Borges murió el 14 de junio de 1986. Sus restos descansan en el cementerio de Plain-Palais. La lápida, cuyo diseño e inscripciones fueron decididos por Kodama, contiene recurrentes referencias al cuento "Ulrica", incluido en El libro de arena. Es que, aseguró alguna vez Kodama, la Ulrica del cuento es ella.

sábado, marzo 05, 2011

Las ratas del cementerio (Henry Kuttner)

un cuento digno de ser leído...antes de dormir.
El viejo Masson, guardián de uno de los más antiguos y descuidados cementerios de Salem, sostenía una verdadera contienda con las ratas. Hacía varias generaciones, se había asentado en el cementerio una colonia de ratas enormes procedentes de los muelles. Cuando Masson asumió su cargo, tras la inexplicable desaparición del guardián anterior, decidió hacerlas desaparecer. Al principio colocaba cepos y comida envenenada junto a sus madrigueras; más tarde, intentó exterminarlas a tiros. Pero todo fue inútil. Seguía habiendo ratas. Sus hordas voraces se multiplicaban e infestaban el cementerio.
Eran grandes, aun tratándose de la especie mus decumanus, cuyos ejemplares miden a veces más de treinta y cinco centímetros de largo sin contar la cola pelada y gris. Masson las había visto hasta del tamaño de un gato; y cuando los sepultureros descubrían alguna madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas malolientes galerías cabía sobradamente el cuerpo de una persona. Al parecer, los barcos que antaño atracaban en los ruinosos muelles de Salem debieron de transportar cargamentos muy extraños.
Masson se asombraba a veces de las extraordinarias proporciones de estas madrigueras. Recordaba ciertos relatos inquietantes que le habían contado al llegar a la vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que hablaban de una vida larvaria que persistía en la muerte, oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya habían pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather exterminara los cultos perversos y los ritos orgiásticos celebrados en honor de Hécate y de la siniestra Magna Mater. Pero todavía se alzaban las tenebrosas casas de torcidas buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en cuyos sótanos, según se decía, aún se ocultaban secretos blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a la ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus cabezas canosas, los viejos aseguraban que, en los antiguos cementerios de Salem, había bajo tierra cosas peores que gusanos y ratas.
En cuanto a estos roedores, ciertamente, Masson les tenía aversión y respeto. Sabía el peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes. Pero no comprendía el horror que los viejos sentían por las casas vacías, infestadas de ratas. Había oído rumores sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las profundidades de la tierra y tenían poder sobre las ratas, a las que agrupaban en ejércitos disciplinados. Según decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de la tierra, muy por debajo de Salem. Y aún se decía que algunos cuerpos habían sido robados de las sepulturas con el fin de celebrar festines subterráneos y nocturnos. El mito del flautista de Hamelin era una leyenda que ocultaba, en forma de alegoría, un horror blasfemo; y según ellos, los negros abismos habían parido abortos infernales que jamás salieron a la luz del día.
Masson no hacía ningún caso de semejantes relatos. No fraternizaba con sus vecinos y, de hecho, hacía lo posible por mantener en secreto la existencia de las ratas. De conocerse el problema quizá iniciasen una investigación, en cuyo caso tendrían que abrir muchas sepulturas. Y en efecto, hallarían ataúdes perforados y vacíos que atribuirían a las actividades de las ratas. Pero descubrirían también algunos cuerpos con mutilaciones muy comprometedoras para Masson.
Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no se los extraen a uno cuando muere. Las ropas, naturalmente, son harina de otro costal, porque la compañía de pompas fúnebres suele proporcionar un traje de paño sencillo, perfectamente reconocible después. Pero el oro no lo es. Además, Masson negociaba también con algunos estudiantes de medicina y médicos poco escrupulosos que necesitaban cadáveres sin importarles demasiado su procedencia.
Hasta entonces, Masson se las había arreglado muy bien para que no se iniciase una investigación. Había negado ferozmente la existencia de las ratas, aun cuando algunas veces éstas le hubiesen arrebatado el botín. A Masson no le preocupaba lo que pudiera suceder con los cuerpos, después de haberlos expoliado, pero las ratas solían arrastrar el cadáver entero por un boquete que ellas mismas roían en el ataúd.
El tamaño de aquellos agujeros tenía a Masson asombrado. Por otra parte, se daba la curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre los ataúdes por uno de los extremos, y no por los lados. Parecía como si las ratas trabajasen bajo la dirección de algún guía dotado de inteligencia.
Ahora se encontraba ante una sepultura abierta. Acababa de quitar la última paletada de tierra húmeda y de arrojarla al montón que había ido formando a un lado. Desde hacía varias semanas, no paraba de caer una llovizna fría y constante. El cementerio era un lodazal de barro pegajoso, del que surgían las mojadas lápidas en formaciones irregulares. Las ratas se habían retirado a sus agujeros; no se veía ni una. Pero el rostro flaco y desgalichado de Masson reflejaba una sombra de inquietud. Había terminado de descubrir la tapa de un ataúd de madera.
Hacía varios días que lo habían enterrado, pero Masson no se había atrevido a desenterrarlo antes. Los parientes del fallecido venían a menudo a visitar su tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no era fácil que vinieran, por mucho dolor y pena que sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se enderezó y echó a un lado la pala.
Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se veían parpadear débilmente las luces de Salem a través de la lluvia pertinaz. Sacó la linterna del bolsillo porque iba a necesitar luz. Apartó la pata y se inclinó a revisar los cierres de la caja.
De repente, se quedó rígido. Bajo sus pies había notado un rebullir inquieto, como si algo arañara o se revolviera dentro. Por un momento, sintió una punzada de terror supersticioso, que pronto dio paso a una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos ruidos. ¡Las ratas se le habían adelantado otra vez!
En un rapto de cólera, Masson arrancó lo cierres del ataúd. Metió el canto de la pata bajo la tapa e hizo palanca, hasta que pudo levantarla con las dos manos. Luego encendió la linterna y la enfocó al interior del ataúd.
La lluvia salpicaba el blanco tapizado de raso: el ataúd estaba vacío. Masson percibió un movimiento furtivo en la cabecera de la caja y dirigió hacia allí la luz.
El extremo del sarcófago había sido horadado, y el boquete comunicaba con una galería, al parecer, pues en aquel mismo momento desaparecía por allí, a tirones, un pie fláccido enfundado en su correspondiente zapato. Masson comprendió que las ratas se le habían adelantado, esta vez, sólo unos instantes. Se dejó caer a gatas y agarró el zapato con todas sus fuerzas. Se le cayó la linterna dentro del ataúd y se apagó de golpe. De un tirón, el zapato le fue arrancado de las manos en medio de una algarabía de chillidos agudos y excitados. Un momento después, había recuperado la linterna y la enfocaba por el agujero. Era enorme. Tenía que serlo; de lo contrario, no habrían podido arrastrar el cadáver a través de él. Masson intentó imaginarse el tamaño de aquellas ratas capaces de tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, él llevaba su revólver cargado en el bolsillo, y esto le tranquilizaba. De haberse tratado del cadáver de una persona ordinaria, Masson habría abandonado su presa a las ratas, antes de aventurarse por aquella estrecha madriguera; pero recordó los gemelos de sus puños y el alfiler de su corbata, cuya perla debía ser indudablemente auténtica, y, sin pensarlo más, se prendió la linterna al cinturón y se metió por el boquete. El acceso era angosto. Delante de sí, a la luz de la linterna, podía ver cómo las suelas de los zapatos seguían siendo arrastradas hacia el fondo del túnel de tierra. También él trató de arrastrarse lo más rápidamente posible, pero había momentos en que apenas era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas paredes de tierra.
El aire se hacía irrespirable por el hedor de la carroña. Masson decidió que, si no alcanzaba el cadáver en un minuto, volvería para atrás. Los temores supersticiosos empezaban a agitarse en su imaginación, aunque la codicia le instaba a proseguir. Siguió adelante, y cruzó varias bocas de túneles adyacentes. Las paredes de la madriguera estaban húmedas y pegajosas. Por dos veces oyó a sus espaldas pequeños desprendimientos de tierra. El segundo de éstos le hizo volver la cabeza. No vio nada, naturalmente, hasta que enfocó la linterna en esa dirección.
Entonces vio varios montones de barro que casi obstruían la galería que acababa de recorrer. El peligro de su situación se le apareció de pronto en toda su espantosa realidad. El corazón le latía con fuerza sólo de pensar en la posibilidad de un hundimiento. Decidió abandonar su persecución, a pesar de que casi había alcanzado el cadáver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero había algo más, en lo que tampoco había pensado: el túnel era demasiado estrecho para dar la vuelta.
El pánico se apoderó de él, por un segundo, pero recordó la boca lateral que acababa de pasar, y retrocedió dificultosamente hasta que llegó a ella. Introdujo allí las piernas, hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenzó a avanzar precipitadamente hacia la salida, pese al dolor de sus rodillas magulladas.
De súbito, una punzada le traspasó la pierna. Sintió que unos dientes afilados se le hundían en la carne, y pateó frenéticamente para librarse de sus agresores. Oyó un chillido penetrante, y el rumor presuroso de una multitud de patas que se escabullían. Al enfocar la linterna hacia atrás, dejó escapar un gemido de horror: una docena de enormes ratas le miraban atentamente, y sus ojillos malignos brillaban bajo la luz. Eran unos bichos deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbré una forma negruzca que desapareció en la oscuridad. Se estremeció ante las increíbles proporciones de aquella sombra apenas vista.
La luz contuvo a las ratas durante un momento, pero no tardaron en volver a acercarse furtivamente. Al resplandor de la linterna, sus dientes parecían teñidos de un naranja oscuro. Masson forcejeó con su pistola, consiguió sacarla de su bolsillo y apuntó cuidadosamente. Estaba en una posición difícil. Procuró pegar los pies a las mojadas paredes de la madriguera para no herirse.
El estruendo del disparo le dejó sordo durante unos instantes. Después, una vez disipado el humo, vio que las ratas habían desaparecido. Se guardó la pistola y comenzó a reptar velozmente a lo largo del túnel. Pero no tardó en oír de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron encima otra vez.
Se le amontonaron sobre las piernas, mordiéndole y chillando de manera enloquecedora. Masson empezó a gritar mientras echaba mano a la pistola. Disparó sin apuntar, de suerte que no se hirió de milagro. Esta vez las ratas no se alejaron demasiado. No obstante, Masson aprovechó la tregua para reptar lo más deprisa que pudo, dispuesto a hacer fuego a la primera señal de un nuevo ataque.
Oyó movimientos de patas y alumbró hacia atrás con la linterna. Una enorme rata gris se paró en seco y se quedó mirándole, sacudiendo sus largos bigotes y moviendo de un lado a otro, muy despacio, su cola áspera y pelada. Masson disparó y la rata echó a correr. Continuó arrastrándose. Se había detenido un momento a descansar, junto a la negra abertura de un túnel lateral, cuando descubrió un bulto informe sobre la tierra mojada, un poco más adelante. De momento, lo tomó por un montón de tierra desprendido del techo; luego vio que era un cuerpo humano.
Se trataba de una momia negruzca y arrugada, y Masson se dio cuenta, preso de un pánico sin límites, de que se movía.
Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia él y, a la luz de la linterna, vio su rostro horrible a muy poca distancia del suyo. Era una calavera casi descarnada, la faz de un cadáver que ya llevaba años enterrado, pero animada de una vida infernal. Tenía unos ojos vidriosos, hinchados y saltones, que delataban su ceguera, y, al avanzar hacia Masson, lanzó un gemido plañidero y entreabrió sus labios pustulosos, desgarrados en una mueca de hambre espantosa. Masson sintió que se le helaba la sangre.
Cuando aquel Horror estaba ya a punto de rozarle. Masson se precipitó frenéticamente por la abertura lateral. Oyó arañar en la tierra, justo a sus pies, y el confuso gruñido de la criatura que le seguía de cerca. Masson miró por encima del hombro, gritó y trató de avanzar desesperadamente por la estrecha galería. Reptaba con torpeza; las piedras afiladas le herían las manos y las rodillas. El barro le salpicaba en los ojos, pero no se atrevió a detenerse ni un segundo. Continuó avanzando a gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histéricamente.
Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de nuevo sobre él con una horrible voracidad pintada en sus ojillos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus dientes, pero logró desembarazarse de ellas: el pasadizo se estrechaba y, sobrecogido por el pánico, pataleó, gritó y disparó hasta que el gatillo pegó sobre una cápsula vacía. Pero había rechazado las ratas.
Observó entonces que se hallaba bajo una piedra grande, encajada en la parte superior de la galería, que le oprimía cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar notó que la piedra se movía, y se le ocurrió una idea: ¡Si pudiera dejarla caer, de forma que obstruyese el túnel! La tierra estaba empapada por el agua de la lluvia. Se enderezó y se puso a quitar el barro que sujetaba la piedra. Las ratas se aproximaban. Veía brillar sus ojos al resplandor de la linterna. Siguió cavando, frenético, en la tierra. La piedra cedía. Tiró de ella y la movió de sus cimientos.
Se acercaban las ratas... Era el enorme ejemplar que había visto antes. Gris, leprosa, repugnante, avanzaba enseñando sus dientes anaranjados. Masson dio un último tirón de la piedra, y la sintió resbalar hacia abajo. Entonces reanudó su camino a rastras por el túnel. La piedra se derrumbó tras él, y oyó un repentino alarido de agonía. Sobre sus piernas se desplomaron algunos terrones mojados. Más adelante, le atrapó los pies un desprendimiento considerable, del que logró desembarazarse con dificultad. ¡El túnel entero se estaba desmoronando!
Jadeando de terror, Masson avanzaba mientras la tierra se desprendía tras él. El túnel seguía estrechándose, hasta que llegó un momento en que apenas pudo hacer uso de sus manos y piernas para avanzar. Se retorció como una anguila hasta que, de pronto, notó un jirón de raso bajo sus dedos crispados; y luego su cabeza chocó contra algo que le impedía continuar. Movió las piernas y pudo comprobar que no las tenía apresadas por la tierra desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de incorporarse, se encontró con que el techo del túnel estaba a escasos centímetros de su espalda. El terror le descompuso.
Al salirle al paso aquel ser espantoso y ciego, se había desviado por un túnel lateral, por un túnel que no tenía salida. ¡Se encontraba en un ataúd, en un ataúd vacío, al que había entrado por el agujero que las ratas habían practicado en su extremo! Intentó ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del ataúd le mantenía inexorablemente inmóvil. Tomó aliento entonces, e hizo fuerza contra la tapa. Era inamovible, y aun si lograse escapar del sarcófago, ¿cómo podría excavar una salida a través del metro y medio de tierra que tenía encima?
Respiraba con dificultad. Hacía un calor sofocante y el hedor era irresistible. En un paroxismo de terror, desgarró y arañó el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo un inútil intento por cavar con los pies en la tierra desprendida que le impedía la retirada. Si lograse solamente cambiar de postura, podría excavar con las uñas una salida hacia el aire... hacia el aire...
Una agonía candente penetró en su pecho; el pulso le dolía en los globos de los ojos. Parecía como si la cabeza se le fuera hinchando, a punto de estallar. Y de súbito, oyó los triunfales chillidos de las ratas. Comenzó a gritar, enloquecido, pero no pudo rechazarlas esta vez. Durante un momento, se revolvió histéricamente en su estrecha prisión, y luego se calmó, boqueando por falta de aire. Cerró los ojos, sacó su lengua ennegrecida, y se hundió en la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas taladrándole los oídos.
(FIN)

martes, marzo 01, 2011

El amor es dolor

El amor es dolor,
el amor es castigarse...
... autocastigarse.
El amor es masoquismo,
sangrar por donde más te duela.
Es amar a alguien
y querer que te acompañe.

Es querer que te quieran
y sufrir por no ser recibido.
Amar es estar solo
y enamorarte de una buena vez
de esa botella
que llevas entre manos.
Amar es que no llamen
y mostrar la mejor cara ;
acostarte y pensar sólo en ella
solo ;
morir y darte cuenta que perdiste,
perdiste amando
cuando siempre estuviste a un lado.
Amar es luchar con un jurado sin sentimientos,
es estar dormido y soñar con amar.
Amor es el dolor
y es punzante.
Lo necesitas pero nunca llega.
Amar es perderte, estar aburrido
y al fin huir...
... al menos de vos mismo.