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miércoles, octubre 27, 2010
Las oraciones finales
El último boletín de la revista virtual argentina -LIBROS EN RED- trae una divertidisíma y negra recopilación de las oraciones finales de algunos personajes célebres. Ahí la nota:
Dicen que la última palabra de Juan Pablo II fue "amén". Que las de Jesús (según Lucas): "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". La línea final de Julio César, al parecer, sonó como melancólico reproche: "¿Tú también, Bruto?". El enigmático nombre que el protagonista de El ciudadano menciona antes de morir —pero al comienzo del film— dispara todo el desarrollo de la trama, todo el recorrido de su vida. "Rosebud", añoraba, "Rosebud". Es que las últimas palabras de una persona parecen ofrecer la clave para comprender su destino. Les damos la importancia de una revelación o de un mensaje. Y, a la vez, nos hablan de secretos que no sabremos nunca del todo. Por ese interés que despiertan, recopilamos algunas palabras finales de hombres que, de un modo u otro, han tenido que ver con la escritura. Algunas evidencian desesperanza; otras, anhelos; algunas más, inquietud o preocupación por lo que ha quedado pendiente hacer. Se las presentamos, con su debida contextualización, para que nos diga cuál de todas (por empatía, porque le resulta ingeniosa, porque le causa gracia o, por el contrario, compasión) le gusta más a usted: · "Si ves al futuro, dile que no venga" dijo Juan José Castelli, revelando una gran desconfianza hacia el porvenir. Castelli había sido el orador de la independencia argentina y murió cuando aún la nueva patria no estaba asegurada. La enfermedad que se lo llevó fue, paradójicamente, cáncer de lengua. · "Beatriz, Beatriz", dicen que suspiró Dante. Su amante Beatriz ya había muerto, pero él la había inmortalizado en su Divina comedia al darle el papel de guía del Paraíso. · "Critón, le debemos un gallo a Esculapio; ¿te acordarás de pagar la deuda?". Ni en la hora de la muerte, Sócrates, según documenta Platón, puede desentenderse de sus deberes morales. · "¿En serio nadie la entiende?", preguntó angustiado el escritor irlandés James Joyce, inquieto porque la crítica calificó su novela Finnegans Wake de "incomprensible". · "Ocho horas con fiebre, ¡me habría dado tiempo a escribir un libro!", se lamentó, por su parte, Honoré de Balzac. · "¡Champán!" exclamó —¿o deseó?—, simplemente, Antón Chéjov.
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