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sábado, octubre 02, 2010

IMPERFICCIONES DE BORGES (por Omar Livano)

Sobre Borges se puede escribir mucho. ¿Borges podrá escribir algo sobre nosotros? “Ficciones”, que (desde el inicio lo diré, para no generar dudas) es una de esas ofrendas sacrosantas, como diría el erudito “Botija” (que seguro también lo leyó), de la literatura Universal, sideral, interestelar, y del más allá. “Georgie” ¿Qué pretendías con Ficciones?, No se puede negar el nivel mágico, sugestivo, intelectual, ingenioso, que posee este libro. Repito. ¿Borges, podrás escribir algo sobre nosotros?
Se puede justificar la distancia con la vida común, cruda y negra de esa época, si es necesario (porque las obras de arte se justifican a sí mismas), si nos imaginamos a un Borges sepultado entre: anaqueles –llenos- d
e enciclopedias, manuscritos del renacimiento y tomos completos de la Editorial

Aguilar, todo ello en una amplia biblioteca, como la que años después dirigiría. Su ceguera, que nunca fue obstáculo contra su genialidad, no fue lo único que lo alejó de la realidad, sino también esa vida de encierro placentero en líneas de Dickens, Wilde, Schopenhauer, Chesterton, y sobre todo la sobreprotección
de su madre.
Es en “Ficciones”, donde la complejidad de la lectura, no da espacio al lector para buscar similitud con algún personaje. Seguro no muchos quisieron ser Funes, Pierre Menard, el mago de las ruinas circulares, TS’UI PEN, Kilpatrick, Jaromir Hladik, etc. (En lo personal hubiera deseado ser Herbert Quain). Conectémonos con la realidad por un momento, para sentenciar: EL MUNDO BORGIANO NO ES EL NUESTRO. ¡SIN DUDA!

Borges en su etapa pseudoregionalista, logro acercarnos a una escritura que argumentaba el día a día de los Gauchos, que algo de parecido tenía a “nuestra vida”.
En “Ficciones”, en cambio, esta prontitud a lo común (que hace más sencillas las lecturas) se deja envolver por un manto sagrado, que en cada relato nos envuelve como humitas, nos pone a punto de cocción y en las últimas líneas deja al descubierto nuestras mentes, para simplemente fulminarnos con su ingenio.
Siempre he sido partícipe y defensor de la escritura sencilla. “Ficciones”, que me llevó a consultar el diccionario en unas 100 ocasiones (si es que no fueron más), se ha rebelado contra mis 15 años de lector, que en peso neto serian unos 5 años (gracias a los otros vicios de la vida). Mi vocabulario se vio reducido, no sólo por las palabras rebuscadas que usa “Georgie”, también por esa mezcla con otros idiomas. Dudo mucho que mi primo, Martin Farfán, acostumbrado al TROME, quiera culminar la lectura de al menos uno de estos relatos, desconociendo, sin duda, la fantástica bala que Borges le tiene guardada para el final.
Preparando al lector curtido, al no curtido, al cortado, al recortado y al Tajado; que se atreva a instalarse en este laberinto (para variar), que representa un verdadero reto de imaginación y conocimientos, recomiendo: Una enciclopedia, un buen lugar iluminado, muchos saberes previos, el doble de paciencia, nada de café o cigarros (distraen) y algo de música ligera. Nada es sencillo, así que la mente fresca y sin problemas.

Laura Bozzo: Que pase, ¡Ficciones!

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