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jueves, julio 22, 2010

Tres al Hilo (por Omar Livano)

(………)
Hoy te invito un poema, embarrado, nada puro
Muy triste, muy calmado, a veces jodido
Busca: infierno, lector, no lector, basura y arrugas
Encuentra: Dolor, Burlas, Silencio, comida y ninguna publicación

Se retuerce en el polvo,
Es inquieto, no hace pactos ni demoniacos, ni santificados aunque sean por su nombre
Sale a comprar pan y regresa roneado
No gusta del baile, ni de la opera
Se alimenta en mercados, en comedores populares, en la casa de los buenos amigos, también.
En la lluvia, solo corre y vuela
En el sol… lo detesta, lo acorrala
No puede ser libre, Ni solo, ni de a dos, ni de a 4, ni todos juntos.

No estudia, lee poco, solo cuando hay ganas, se escribe, se corrige
Vive mucho, demasiado, grita, gime cuando es necesario, se revuelca,
Se deprime, atenta contra su vida.
Admira a Rimbaud, detesta a RIMAud.
No sabe decir gracias, ni por favor y menos perdón
Camina conmigo por el barrio, chupa conmigo,
A veces se huasquea solo, es fiel, testarudo,
Fuma, Ve porno, chatea, es como yo
Es como tú, es un poema cualquiera de cualquiera
Para cualquiera.



PRETÉRITO
Reviso el pasado, encuentro grietas incorregibles
Las pocas flores que ahí descansan, se marchitan, se sienten solas
Son antiguos los pasajes, por los que transito: viejos, inservibles, nada dignos, feos.
Los recorro, y en sus muros pintarrajeados, se esconden etapas que desconozco.
Deseo salir corriendo, para no entender, matizar, esconder.
Lo reviso una y otra vez, ojeo las páginas con sumo cuidado, y sufro, sufrimos.
Las ideas congestionadas viajan por mi memoria, se tocan el claxon, se mentan a la madre. ¡Páralas!
Sumergido, en el estiércol de lo vivido, de lo que debe estar olvidado, entre las paredes grasosas de la cocina que construimos juntos, recostado en el rincón, donde orine borracho, mientras él sentado a mi lado, me sirve una trago más,
Y se burla.



YO, AUN PIENSO.
Es medio día, en la sombra, sentado, cochino, quemado y triste:
Pienso en mi madre, la finada. Muerta, pariéndome.
Pienso en mi perro, sediento. Me lame, ¿como símbolo de fidelidad, porque me tiene hambre o por sed?
Pienso en mi llaga, infectada. Que se inflama con el sol.
Pienso en los periódicos, sobre los que duermo. Y no sé leer.
Pienso en la jugosa carne del mercado.
Pienso en mi oficio, limosnero lata en mano. Y la gente ni siquiera me ve.
Pienso en el mar, en el campo, en Dios.
Pienso y pienso.
Pienso, inclusive en ti.
Es media noche, y pienso en mañana.

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