JUAN
RAMÍREZ RUIZ
PALABRAS
URGENTES 2
Novecientas
palabras libres
Todo debe estar expuesto al
aire de los días para que cada cosa sea recortada por la luz del sol. Por más
dolorosos que sean ciertos hechos es necesario que se conozcan si con ellos se
abren nuevas perspectivas a la realidad. “Decir la verdad es revolucionario”,
había escrito Gramsci en las paredes de su celda y desde esas paredes la
profunda verdad de esa frase sale al encuentro de nosotros. Pues es cierto que
nada fructifica jamás sobre la mentira.
Hace unos años (1971) un
grupo de jóvenes irrumpió de pronto en esta sala sacudidos por una auténtica
indignación moral. Protestaban contra este lugar y contra los actos que aquí se
desarrollaban, a espaldas de la realidad del país. De ese tiempo a esta parte
muy pocas cosas han cambiado en esta realidad. Por ello resulta patético que
sea este mismo lugar, ahora, el escenario donde se celebra lo que sus actores
denominan “una década de rebelión”.
¿Qué ha pasado para que la
universidad peruana, la primera institución proveedora de la cultura oficial,
institucionalice a partir de este momento lo que fue un movimiento
revolucionario?
La inconsecuencia, la
confusión, la inconsciencia han deformado lo que quiere seguir llamándose Hora
Zero desde hace ya tres años. Deformación que alcanza a aquello que sus
enemigos de ayer atribuyeron al movimiento original como objetivo: llegar a
través de otras vías al establishment cultural.
Esta ceremonia confirma una involución de una
forma de pensamiento libre y revolucionario. Confirma el usufructo para fines
personales de un proceso colectivo que tenía como ideal supremo la objetivación
en la historia de las aspiraciones más profundas del espíritu humano: el Amor,
la Libertad, la Poesía.
Por ello, repito, esta
ceremonia institucionaliza un simulacro de dicho proceso. Simulacro que
despliega ahora su espectáculo más apócrifo. Celebran la “segunda fase”
(1977-80) que irresponsablemente han convertido un antípoda del proyecto
original.
El “Hora Zero” que celebran
no es el movimiento de la revuelta total que encarnaron 60 jóvenes. No es el
movimiento que desencadenó acciones en todas las regiones del país. No es el de
la descentralización cultural. No es el movimiento de Jorge Nájar, José Cerna,
Feliciano Mejía, Rubén Urbizagástegui, Elías Durand, Julio Polar, Julio Dávila,
Bernardo Álvarez, Ricardo Oré, etc., etc.
No
es el movimiento de Isaac Rupay que inmoló su noble juventud en nuestro
proyecto.
No
es el movimiento de las cuatro expresiones artísticas: poesía, narración,
teatro, pintura.
No es el movimiento.
Frente a ello, como fundador
de Hora Zero, como autor de todos sus manifiestos, como autor de su proyecto
que asumo plenamente, reivindico el verdadero espíritu de este movimiento y lo
separo de esta celebración espuria que constituye su negación.
Reivindico sus objetivos de
fundación cuyos puntos principales cito:
- La abolición de la
literatura y el arte como instituciones burguesas a través de: a) la
decodificación de su teoría y praxis y la exposición sistemática de sus
mecanismos, los cuales –de manera sui géneris- prolongan el sentido
administrado por la sociedad capitalista. b) la descentralización de la
producción y la socialización de la cultura. c) la reformulación de las
expresiones culturales populares proscritas por los criterios occidentales del
arte. d) la fundación de un pensamiento estético autónomo que parta de las
condiciones de nuestra realidad. e) el desencadenamiento de potencialidades
creadoras, aperturando así posibilidades para que la experiencia estética sea
una vivencia cotidiana de nuestro pueblo.
- La cualidad maravillosa
del trabajo colectivo, que por ser hecho sin egoísmo, sin vergüenza y sin
deseos de propiedad libere las energías más puras de la imaginación.
- El rechazo versátil pero siempre rotundo a
los cantos de sirena – cualquiera sea su melodía – del establishment en el arte
y en la vida.
- Los esfuerzos por la
liberación total del hombre.
- La lucha por la liberación
de los tormentos que padece la conciencia en el interior de la Historia y de su
propia condición.
- La voluntad de aventura,
el placer de la exploración, los frescos y turbadores relámpagos del
descubrimiento, el estudio sistemático tenaz, fervoroso y arriesgado de los
movimientos profundos de la vida interior.
Reivindico la producción de
modelos de proyectos de vida alternativos para liberarnos de la pesadilla
múltiple del colonialismo.
Reivindico la intransigente
voluntad de propiciar microsociedades revolucionarias al interior del orden
capitalista.
Reivindico a los que no se
niegan y se negaron a compartir irresponsablemente el festín de la vida que el
orden ofrece a unos pocos: a quienes se les ofrendó el primer acto del
movimiento Hora Zero.
Reivindico el Hora Zero de
los que fueron despedidos de sus centros de trabajo por la única razón de
pertenecer al movimiento; a los que dejaron profesiones, títulos universitarios
y abandonaron – apasionados por la libertad – los caminos que conducen a la
comodidad que ofrecen todas las carreras, incluso las literarias.
Reivindico la tarea de
edificar nuestra identidad. Lo que en otras palabras significa participar
creativamente en la tarea de objetivar en la historia la alternativa
revolucionaria que encarnan obreros y campesinos.
Reivindico a los que no quieren “subir”.
Reivindico a los que quieren abrir los caminos.
Nada de esto es lo que aquí
se celebra.
Se celebra el “Hora Zero”-
caja de resonancia de las carreras literarias de los pater familiae,
reblandecidos precozmente por la treintena y que ahora acuden para que desde la
cátedra se viertan los baldes de agua helada sobre el ardor de sus veinte años
traicionados.
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(Distribuido en el Salón de
Grados de la Casona de San Marcos el 28 de agosto de 1980)